Mi primera clase del año, para mi buena, excelsa, hermosa, divina suerte, era Literatura. Era mi curso favorito y me encantaba, llevaba extrañándolo todo el verano.
Sin embargo, al llegar al salón que mi horario me indicaba, me llevé una sorpresa que no esperaba para nada.
Acababa de llegar a un aula blanca, idéntica a las otras, con mi mochila, mis libros, y mi libreta de apuntes listo para un nuevo año de hermosa literatura clásica cuando una presencia extraña llamó inmediatamente mi atención. No encontré al maestro Burke, nuestro entrañable maestro de Literatura, un hombre ya entrado en años y de adorable melena castaña ondulada. En su lugar, sentada en su silla, ocupando su lugar, su aula, su pizarrón, su curso, estaba una mujer. Una guapísima y joven mujer, me atrevería a decir que de unos veinticinco años, cabellera castaña oscura, profundos y caídos ojos azules casi ocultos bajo el lacio flequillo que le cubría toda la frente. Vestía unos bonitos jeans sueltos y una camiseta de color azul oscuro. Nunca había visto a un adulto verse tan bien vistiendo tan informal.
Me ubiqué en el último pupitre del salón, como acostumbraba, sin dejar de mirarla. ¿Era una sustituta? ¿Y qué había pasado con el maestro Burke, ya no vendría más? Yo en realidad estaba tan acostumbrado a él que sabía de antemano que me costaría aclimatarme a alguien más dictando ese curso que tanto disfrutaba.
Quince minutos más tarde el salón ya estaba lleno y la chica estaba presentándose como Ana Grey, nuestra nueva maestra de Literatura. El maestro Burke había tomado unas vacaciones no tan cortas, pero había prometido regresar, así que de todos modos ella estaba de paso. No voy a negar que me mostré algo reticente con ella al principio… después de todo era algo así como una "impostora" de mi adorado maestro Burke.
Pero con el pasar de los minutos me fui arrepintiendo de mi primera impresión.
Por ser la primera clase, la maestra quiso empezar con algo sencillo. Hurgó entre sus cosas hasta encontrar una lámina, y la pegó en el pizarrón con cinta adhesiva. La lámina correspondía al rostro de un hombre de expresión entre asustada y de una adusta genialidad, frente amplia, corte inusual, traje elegante y un pequeño delineado bigote sobre los labios. Era Edgar Allan Poe.
Edgar Allan Poe era uno de mis escritores favoritos, además de uno de mis ídolos. Es decir, no es que yo anhelara convertirme en un alcohólico vagabundo que escribía en medio del más profundo estado etílico, pero las suyas eran obras maestras, y personaje más histriónico y misterioso que él era muy difícil de encontrar.
La maestra Grey, su forma de enseñar, más propiamente dicho, me cautivó de inmediato. Cualquiera que no perteneciera a la escuela y por algún motivo entrara a supervisar esa clase, diría sin lugar a dudas que la que se encontraba frente a nosotros, atrapando nuestra atención en un cuarto de hora como no había logrado el pobre maestro Burke en casi cuatro años, era nada más y nada menos que una estudiante más en plena exposición. Todo lo que salía de la boca de la joven maestra era tan interesante como nunca lo había sido para mis compañeros la literatura.
Yo estaba mucho más que fascinado… y encantado también. Rezongué cuando sonó el timbre para el cambio de hora.
—Bien, chicos… la clase ha terminado —sonrió ella, una sonrisa tan natural que me hizo cosquillear el estómago—. No olviden su composición para la próxima clase. Veremos qué es lo que pueden hacer.
Un escrito de por lo menos una cara describiéndonos a nosotros mismos. Yo suponía, mientras guardaba mis pertenencias para dirigirme a mi siguiente clase, que lo que evaluaría la maestra sería la calidad de redacción más que los detalles que diéramos acerca de nosotros mismos… y eso era un alivio, porque a mí en realidad eso no me entusiasmaba mucho.
Caminé con paciencia hacia mi próxima clase. No me costó mucho llegar, el salón quedaba bastante cerca. Ya que sabía que compartiría clase con Will, no quise entrar solo y lo esperé en la entrada. Para mi sorpresa él llegó acompañado de dos tipos grandes y fornidos que reconocí como dos miembros del equipo de básquetbol, con quienes conversaba animadamente. Siguiéndolo, además, estaban dos chicas pequeñas y de rostro soñador que lo observaban con aire alelado.
Ese efecto que producía Will sobre las personas me incomodaba un poquito.
Una vez que se hubo despedido de sus nuevos amigos, me saludó a mí, entramos juntos a nuestra aula y él me presentó (aunque fuera a la distancia) a Alex y Josh, compañeros en su primera clase del año. Me comentó que le habían dicho que él tenía buena pinta como para formar parte del equipo… pero yo dudaba que él quisiera. Bien me había dicho apenas en la mañana que lo suyo era la natación.
El maestro Dick era un tipo pequeño de piel morena y cabello muy oscuro. Vestía siempre camisas a cuadros que solo variaban en color, jeans oscuros y tirantes antiguos. No era el hombre más interesante del mundo, pero bueno en su curso claro que era. Conseguía hacer que las personas menos listas del internado se cuestionaran acerca de preguntas tan profundas que nadie jamás hubiera pensado que cabrían en sus cerebros de nuez.
La clase de Dick voló. Me despedí de Will rápidamente antes de correr a Historia. Ocupé, como siempre, la solitaria mesa del fondo para atender la clase de la maestra Palmer. Helga Palmer era una rubia ya entrada en años que tenía la piel colorada y la voz pastosa. Su clase siempre pasaba en un santiamén, y esa no fue la excepción. En menos de lo que canta un gallo estuve reunido en el comedor con Johanna y Will.
Johanna se quejaba de todos los maestros con los que se había topado en el día. Todos, sin excepción, le habían dejado un deber, y ella no era la persona más fanática de los deberes sobre la faz de la tierra.
No había terminado de quejarse ni siquiera mientras nos dirigíamos juntos a la clase de Matemática que compartíamos, con el maestro Gardner.
No me gustaban las matemáticas, pero con un poco de estudio las entendía y las resolvía con mucha facilidad. En cuanto a la castaña… no tardó en poner en marcha su rutina diaria. Era algo a lo que ella llamaba "entrar en coma", y consistía básicamente en cruzar los brazos sobre la mesa y enterrar la cara entre ellos para caer rendida en los brazos de Morfeo. Era bastante buena en matemáticas… pero no le gustaba oír las clases.
Estuve muy atareado hasta que llegó la hora de la cena. Lo bueno fue que había pudín de vainilla de postre.
Luego de nuestra opulenta cena de bienvenida todos nos dirigimos a nuestras habitaciones. Las luces se apagaban a las siete treinta de la noche, aún era temprano. Al llegar a mi cuarto Will ya estaba ahí. Aún vestido, tecleaba en su celular tendido sobre su cama.—Ethan —me saludó.—Hola, Will —contesté.—Adivina qué —dejó a un lado brevemente su celular para hablarme.—¿Qué? —caminé hasta mi cama y me dejé caer de espaldas, exhausto.—Volví a hablar con Valerie— sonrió, abrazando su almohada.—¿Ah sí?—Sí, y la invité a salir.—Bien por ti —le dije con timidez—. ¿Con ella hablas ahora?Asintió, mirándome con los ojos brillantes.—¿Tú tienes algo qué contar? &md
Ese día tuve Inglés, Matemática y Física antes del almuerzo en que me reuní con Johanna y Will. Era un día completamente normal. Como siempre, la castaña y yo habíamos llegado antes a la mesa, ya que Will debía detenerse cada dos pasos para saludar a alguien.—Me agrada —comentó Johanna siguiéndolo con la mirada igual que yo en lo que nos daba el encuentro en el comedor.—¿En serio?—Sí… es el primer tipo popular que me cae bien —dijo.—Eso es bueno.—Muy bueno.—Vaya que es bueno.Un choque de puños.—Buenas tardes, caballero y señorita —sonrió con voz galante sentándose frente a nosotros.—¿Y a qué se debe el buen humor, señor? —le contesté yo.—Hoy voy a salir —sonrió an
—Despierta, Bello Durmiente… —me dijo una voz cantarina.Acto seguido sentí un impacto contra mi cara, el cual solo al abrir los ojos descubrí que era una almohada.Me costó distinguir las imágenes al principio, pero cuando mis ojos se acostumbraron al golpe de luz, vi la imagen de Will frente a mí, sonriente, fragante y vesti…¿Vestido?—¿Qué hora es? —chillé, quitándome las sábanas de encima y tentando mi velador inexplicablemente.—¿Ese es tu "buenos días"? —arqueó una ceja.—Hablo en serio, ¿qué hora es? —urgí.—Las seis treinta, Eth —se rio.Mis pulmones exhalaron un hondo suspiro de alivio y me dejé caer otra vez sobre mi cama.—¿Contento? —cruzó los brazos con la misma sonrisa.—
El jueves por la noche, Will estaba de nuevo listo para la aventura. Había optado en esa oportunidad por unos jeans negros y una camiseta blanca sencilla con la palabra “Minessota” impresa en letras rojas.—¿Cómo me veo? —me sonrió.Yo ya me había acostumbrado a que me consultara acerca de su atuendo, aunque no tenía muy claro si lo hacía tan solo por costumbre o porque de verdad confiara en mi opinión.—Te ves como un perfecto y muy atractivo transgresor a las reglas —arqueé una ceja escépticamente.—Ya hablamos de esto, Ethan… —suspiró.—Ya, no soy tu esposa para que vengas a darme explicaciones —gruñí.Hubo silencio luego de esa frase, y me arrepentí de inmediato de haberla dicho.¿Por casualidad no se te ocurrió una referencia más incómo
No podía creer que fuera tan desatento. ¿Acaso era normal que hubiera pasado por alto tantos detalles?Yo me conocía bastante bien. No era olvidadizo, de hecho, me caracterizaba por mi buena memoria. No me avergonzaba muy a menudo, ya que permanecía desapercibido, mi vida era tranquila, silenciosa y estable. ¿Desde cuándo se había vuelto siquiera interesante?Will.Las cosas habían cambiado mucho desde su llegada. Incluso mis días de repente eran emocionantes.Will.No sabía cuándo con exactitud, pero la…Will.—¡Ya basta! —exclamé.Y al segundo tuve que cubrirme la boca, porque me encontraba en la biblioteca. Estar ahí siempre me ayudaba a pensar y estar concentrado. Antes de la llegada de Will, cuando Johanna estaba en clases y yo me quedaba solo con un poco de tiempo libre, ese era mi
Johanna:Ashburn, necesito ayuda, estoy en el coliseo con varias cosas pesadas :'vVienes?Ethan:Es porque soy hombre, verdad?✔✔Porque si es por eso, déjame decirte que elegiste al hombre equivocado✔✔Mi fuerza podría ser menor a la tuya✔✔Johanna:Ven y trae tu fuerza masculina contigo 😂Suspiré y sonreí a la pantalla de mi teléfono antes de encaminarme al coliseo. Ni siquiera me molesté en preguntarme qué cuernos haría Johanna en el coliseo a esa hora.Eran casi las siete de la noche, lo que significaba que andar fuera de la habitación ya podía ir considerándose un peligro. Aún había poca luz por los pasillos, así que no me cos
Las manadas de lobos tienen un macho alfa por naturaleza siempre. Él, líder por derecho y poder, es usualmente el más imponente, el más inteligente y el más fuerte.Me da cierto remordimiento comparar a los lobos con Luke Eisenhein y sus amigos. De hecho, el único parecido que tenían era la parte de bestias.Luke como líder era muy imponente, sí. Por lo menos una cabeza más alto que yo, más o menos de la estatura de Will. Era fuerte, fornido y atlético. Pero lo de la inteligencia… eso habría que considerarlo con un poco más de calma.Luke Eisenhein era un tipo alto de ojos azul opaco y melena color castaño claro. Era uno de esos chicos a los que no te entusiasma demasiado conocer. A mí no me gustaba de manera particular su forma de ser, y eso que no lo conocía. Nunca se había metido conmigo, pero sí con algunas personas a mi
El viernes a las dos de la tarde todos los estudiantes de mi año, maletas en mano, salieron del internado en fila india ante la atenta mirada del resto.Habíamos hecho dos columnas. Johanna, arrastrando una maleta con ruedas de color granate se encontraba a mi lado, y justo delante de mí estaba mi rubio amigo con tan solo una mochila negra sencilla, vistiendo jeans y camisa a cuadros, la melena alborotada como de costumbre. Junto a él una preciosa azabache de melena brillante con lejeans negros, una blusa ceñida de tirantes color rosa pálido y sobre ella una casaca jean. Ella, al igual que Johanna, arrastraba consigo una maleta rodante.Iban a paso elegante, tomados de la mano. Yo por mi parte no pude evitar observar sus dedos entrelazados. Ella, toda piel tersa y suave, uñas pintadas de rojo oscuro y un bonito anillo dorado en el anular izquierdo, unida con la mano de él, varonil y considerablemente gran