—Despierta, Bello Durmiente… —me dijo una voz cantarina.
Acto seguido sentí un impacto contra mi cara, el cual solo al abrir los ojos descubrí que era una almohada.
Me costó distinguir las imágenes al principio, pero cuando mis ojos se acostumbraron al golpe de luz, vi la imagen de Will frente a mí, sonriente, fragante y vesti…
¿Vestido?
—¿Qué hora es? —chillé, quitándome las sábanas de encima y tentando mi velador inexplicablemente.
—¿Ese es tu "buenos días"? —arqueó una ceja.
—Hablo en serio, ¿qué hora es? —urgí.
—Las seis treinta, Eth —se rio.
Mis pulmones exhalaron un hondo suspiro de alivio y me dejé caer otra vez sobre mi cama.
—¿Contento? —cruzó los brazos con la misma sonrisa.
—
El jueves por la noche, Will estaba de nuevo listo para la aventura. Había optado en esa oportunidad por unos jeans negros y una camiseta blanca sencilla con la palabra “Minessota” impresa en letras rojas.—¿Cómo me veo? —me sonrió.Yo ya me había acostumbrado a que me consultara acerca de su atuendo, aunque no tenía muy claro si lo hacía tan solo por costumbre o porque de verdad confiara en mi opinión.—Te ves como un perfecto y muy atractivo transgresor a las reglas —arqueé una ceja escépticamente.—Ya hablamos de esto, Ethan… —suspiró.—Ya, no soy tu esposa para que vengas a darme explicaciones —gruñí.Hubo silencio luego de esa frase, y me arrepentí de inmediato de haberla dicho.¿Por casualidad no se te ocurrió una referencia más incómo
No podía creer que fuera tan desatento. ¿Acaso era normal que hubiera pasado por alto tantos detalles?Yo me conocía bastante bien. No era olvidadizo, de hecho, me caracterizaba por mi buena memoria. No me avergonzaba muy a menudo, ya que permanecía desapercibido, mi vida era tranquila, silenciosa y estable. ¿Desde cuándo se había vuelto siquiera interesante?Will.Las cosas habían cambiado mucho desde su llegada. Incluso mis días de repente eran emocionantes.Will.No sabía cuándo con exactitud, pero la…Will.—¡Ya basta! —exclamé.Y al segundo tuve que cubrirme la boca, porque me encontraba en la biblioteca. Estar ahí siempre me ayudaba a pensar y estar concentrado. Antes de la llegada de Will, cuando Johanna estaba en clases y yo me quedaba solo con un poco de tiempo libre, ese era mi
Johanna:Ashburn, necesito ayuda, estoy en el coliseo con varias cosas pesadas :'vVienes?Ethan:Es porque soy hombre, verdad?✔✔Porque si es por eso, déjame decirte que elegiste al hombre equivocado✔✔Mi fuerza podría ser menor a la tuya✔✔Johanna:Ven y trae tu fuerza masculina contigo 😂Suspiré y sonreí a la pantalla de mi teléfono antes de encaminarme al coliseo. Ni siquiera me molesté en preguntarme qué cuernos haría Johanna en el coliseo a esa hora.Eran casi las siete de la noche, lo que significaba que andar fuera de la habitación ya podía ir considerándose un peligro. Aún había poca luz por los pasillos, así que no me cos
Las manadas de lobos tienen un macho alfa por naturaleza siempre. Él, líder por derecho y poder, es usualmente el más imponente, el más inteligente y el más fuerte.Me da cierto remordimiento comparar a los lobos con Luke Eisenhein y sus amigos. De hecho, el único parecido que tenían era la parte de bestias.Luke como líder era muy imponente, sí. Por lo menos una cabeza más alto que yo, más o menos de la estatura de Will. Era fuerte, fornido y atlético. Pero lo de la inteligencia… eso habría que considerarlo con un poco más de calma.Luke Eisenhein era un tipo alto de ojos azul opaco y melena color castaño claro. Era uno de esos chicos a los que no te entusiasma demasiado conocer. A mí no me gustaba de manera particular su forma de ser, y eso que no lo conocía. Nunca se había metido conmigo, pero sí con algunas personas a mi
El viernes a las dos de la tarde todos los estudiantes de mi año, maletas en mano, salieron del internado en fila india ante la atenta mirada del resto.Habíamos hecho dos columnas. Johanna, arrastrando una maleta con ruedas de color granate se encontraba a mi lado, y justo delante de mí estaba mi rubio amigo con tan solo una mochila negra sencilla, vistiendo jeans y camisa a cuadros, la melena alborotada como de costumbre. Junto a él una preciosa azabache de melena brillante con lejeans negros, una blusa ceñida de tirantes color rosa pálido y sobre ella una casaca jean. Ella, al igual que Johanna, arrastraba consigo una maleta rodante.Iban a paso elegante, tomados de la mano. Yo por mi parte no pude evitar observar sus dedos entrelazados. Ella, toda piel tersa y suave, uñas pintadas de rojo oscuro y un bonito anillo dorado en el anular izquierdo, unida con la mano de él, varonil y considerablemente gran
Llegar al campamento no fue tan tedioso como lo había sido el viaje. Ya habían levantado dos grupos de carpas, unas separadas de otras. El primer grupo estaba compuesto por carpas de color blanco, y las otras, por el contrario, eran negras. Las blancas se las asignaron a las chicas, y las negras a nosotros.Mientras escogíamos cuál nos pertenecería a nosotros, Will me alcanzó.—¿Qué dices, compartimos? —me dijo.Asentí de inmediato.Tenía que agradecer un par de bonos añadidos de este paseo al que en realidad yo no tenía muchas ganas de asistir. El primero: tal y como en el internado los hombres no podían compartir la habitación con las mujeres ni siquiera en sueños. Por lo menos así tenía garantizado el hecho de que no tendría que presenciar ninguna otra de esas escenitas entre Will y Valerie, lo que me iba a brindar u
Desperté con el suave silbido de la brisa matutina y un ligero dolor de cabeza. Tenía la sensación de que me habían gritado durante la noche con una voz tan potente que había carcomido hasta las zonas más recónditas de mi cerebro.Sin embargo, me encontraba bastante bien. En mi habitación del internado despertaba todas las mañanas cegado por la luz del día. En esa tienda, por el contrario, la litera de arriba bloqueaba a mis ojos el brillo solar que se colaba por cada una de las costuras.Si mal no recordaba, había tenido un sueño muy bonito.En él había regresado a la carpa con Will, le había comentado sobre el frío que tenía, él me había ofrecido dormir juntos y por alguna razón yo lo había rechazado, luego yo me había acostado en mi cama y él había acariciado mis labios antes de quedarme dormid
Al cabo de un par de días las cosas ya habían retomado su curso natural. Las clases transcurrieron y el tiempo también. A inicios de noviembre, contabilizaba yo, Will había adquirido la rutina de salir por las noches cada martes, jueves y sábado. Llegaba tarde, desordenado, pero sobrio y contento. Yo por mi parte había tenido que cubrirlo un par de veces más… y un par de veces más él había tenido que suplicarme perdón de rodillas.Valerie cada vez se volvía menos santa de la devoción de Johanna… y debo admitir que a mis ojos tampoco era la Madre Teresa de Calcuta. Tenía ciertas actitudes con las que yo no congeniaba. Yo no estaba seguro de si eran las miradas condescendientes o los comentarios sutilmente malvados sobre la gente, pero cada vez se me hacía más complicado fingir cortesía genuina.Sin embargo, todo andaba bien. Era soportable