8

—Despierta, Bello Durmiente… —me dijo una voz cantarina.

Acto seguido sentí un impacto contra mi cara, el cual solo al abrir los ojos descubrí que era una almohada.

Me costó distinguir las imágenes al principio, pero cuando mis ojos se acostumbraron al golpe de luz, vi la imagen de Will frente a mí, sonriente, fragante y vesti…

¿Vestido?

—¿Qué hora es? —chillé, quitándome las sábanas de encima y tentando mi velador inexplicablemente.

—¿Ese es tu "buenos días"? —arqueó una ceja.

—Hablo en serio, ¿qué hora es? —urgí.

—Las seis treinta, Eth —se rio.

Mis pulmones exhalaron un hondo suspiro de alivio y me dejé caer otra vez sobre mi cama.

—¿Contento? —cruzó los brazos con la misma sonrisa.

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