Capítulo 03: Mi Alfa el villano.

—¡POR FAVOR! ¡DÉJENME SALIR DE AQUÍ! ¡NO ME DEJEN AQUÍ, SE LOS SUPLICO! —gritaba la pobre joven entre lágrimas, hasta que el exceso de cansancio que tenía la hizo seder y terminar sentada en ese piso de madera, abrazando sus piernas.

No entendía qué sucedía.

Dónde estaba, quién le quitó la vida a su padre o quién atacaba a su recién encontrada madre, misma que su padre la hizo pensar que estaba muerta.

Los minutos se convirtieron en horas y Maray comenzó a escuchar grandes estruendos que causaron que ella reaccione alerta.

Poniéndose de pie, apoyó su mano derecha en medio de sus pechos, sintiendo su corazón latir aceleradamente como si quisiera escaparse de su pecho, ella comenzó a temblar.

¡CRAN!

Tras un fuerte estruendo que causó que el piso bajo ella se tambaleara, Maray se apoyó a una de las paredes gritando con todas sus fuerzas.

—¡¡¡AAAAHHHH!!!

Justo en ese instante la puerta cedió colapsando.

Maray en una esquina, entre lágrimas y temblorosa de miedo, veía cómo un enorme lobo de un oscuro pelaje rodó hasta el interior de la habitación rompiendo la pared junto con la puerta.

Habían manchas de sangre por doquier y ella inmóvil impactada veía la escena, cómo a ese lobo herido otro de un pelaje rojizo que también se veía bastante herido, se le lanzó encima.

¡Ella aprovechó el caos y salió corriendo de ahí!

Corrió lo más rápido que pudo entre escombros, sin detenerse, buscando alejarse de ahí.

Fue cuando la venda en su muñeca izquierda se cayó y Maray notó que su "marca de nacimiento" se veía más borrosa y en mal estado.

¡ESO JAMÁS LE HABÍA PASADO!

¿Por qué una marca de nacimiento estaría desapareciendo?

Esa pregunta cruzó por la mente de la joven, que comenzó a sentir nuevamente un dolor punzante en su muñeca, tras un grito de dolor, ella cayó de rodillas agarrando con su otra mano la muñeca.

Maray luchó contra el dolor y se levantó lentamente, yéndose en busca de su madre; atravesando la zona boscosa frente a esa mansión, hasta llegar a un pequeño pueblo, uno que observó a distancia sumido en el caos.

Lobos de dos manadas diferentes luchando entre sí a muerte.

Ella temblando con sus pies descalzos y heridos, bajó la colina acercándose al pueblo.

Maray comenzó a oler una aroma en el frío aire que llenaba sus pulmones.

Era la primera vez en su vida que podía oler algo a tal distancia y… La primera que un aroma estremecía todo su ser.

Su corazón comenzó a acelerarse, su respiración entrecortada, ella tragó saliva sintiendo cómo todo su ser le gritaba que corriera en esa dirección.

Con sus piernas tambaleando, su bata color crema rota, llena de lodo y hojas de los arbustos que tuvo que atravesar… Ella se dirigió lo más rápido que pudo hacia ese adictivo olor.

Sin embargo, entre más se acercaba su muñeca más dolía, más brillaba y ese brillo se extendía a todo su débil cuerpo.

—AAY~ —soltó ella un pequeño grito de dolor, mientras seguía caminando, hasta que metros frente a ella vió a dos enormes lobos.

Maray perdió el equilibrio y cayó sentada en la tierra húmeda.

Los estruendos en el cielo anunciando una pronta tormenta eran acompañados de los sonidos que esos dos lobos producían con cada feroz ataque.

Maray vió con sus propios ojos cómo la loba enorme de pelaje rojizo fue atacada y lanzada a tal distancia contra una destruida cabaña al punto que volvió a su forma humana.

—¿Ella es… Mi madre…? —susurró Maray viendo que era la misma mujer que la consoló hace solo unas horas atrás.

En su forma humana, la mujer parecía agonizante frente a ese enorme lobo de un pelaje oscuro azulado.

¡Maray se levantó lo más rápido que pudo yendo hacia esa mujer!

—¡NOOOO! ¡NO LA MATES! —gritó ella entre lágrimas sin querer perder a ese familiar que recién encontró.

Llegando ante Alfa Ginne, Maray se arrodilló a su lado.

Esa joven sostenía el cuerpo herido de su madre agonizante, Maray lloraba desconsolada, sintiendo la mezcla de dolor físico por la marca y sus heridas, así como la interna de su corazón entristecido.

El lobo enorme la veía a una distancia considerable. Sorprendido por el extraño brillo que parecía cubrir a esa aparente humana.

Sí…

Desde donde él estaba, podía olfatear el aroma de… Una humana cualquiera.

—¡¿Por qué lo hiciste, monstruo?! —le gritó Maray, clavando como afiladas dagas sus ojos celestes llenos de furia contra ese enorme lobo Alfa.

Fue cuando ella notó esa mirada gris de él, esa que brillaba como si estuviera viendo la luna misma…

De pronto, supo de dónde provenía esa adictiva aroma y un escalofríos recorrió todo su cuerpo, comenzando a sentir un aumento de temperatura que la confundía creyendo que era por el brillo de la marca.

—AAAY~ —gritó Maray sin darse cuenta del momento en el que su madre, le tomó de la mano izquierda y la mordió justo donde tenía esa borrosa marca desgastada.

Poco a poco la marca fue desapareciendo junto a ese extraño brillo y Alfa Ginne, sonrió viendo a su tan atesorada hija.

—Perdóname, Maray. La vida que llevarás a partir de ahora será difícil, pero siempre estaré en tus memorias para guiarte.

Con esas últimas palabras, la vida de Alfa Ginne…

Terminó.

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