Capítulo 07: ¡Déjame ir, por favor!

Apenas Maray cruzó el desvío del pasillo, chocó con alguien.

¡PUF!

—¡AUSH! —exclamó la joven pelirroja que terminó cayendo sentada en el piso.

Ella levantó su mirada, posando sus hermosos y grandes ojos celestes claros en ese alto hombre de rasgos similares al Alfa que le hizo helar la piel.

Maray tragó saliva nerviosa, viendo a ese desconocido e imponente hombre acercarse a ella.

—¡Beta, no la dejes ir, por favor! —gritó una de las mujeres que llegó rápidamente seguida de la otra.

—¡Si Beta, hay que volverla a encerrar, son órdenes del Alfa! —le dijo la otra mujer.

Beta Aiden se sorprendió al ver lo demacrada que lucía esa mujer después de 3 días encerrada.

Rápidamente, su expresión de sorpresa cambió a una seria y se agachó tomando del antebrazo a Maray y haciéndola levantada con fuerza.

—Yo me ocuparé de ella. Alfa las necesita, estamos siendo atacados —expresó Beta Aiden a ambas mujeres que asintieron agradecidas y se marcharon rápidamente.

Apenas ellas se marcharon.

¡PUM!

Sonó la espalda de Maray al ser empujada con brusquedad contra la pared, ese Beta acorralando su pequeño y débil cuerpo.

En los ojos de esa pelirroja, estaba marcado el temor y la incertidumbre de lo desconocido. En los de ese hombre, el asco y la furia contra esa híbrida.

—Así que tú eres la patética que quiere el lugar de la futura Luna~ —expresó él con un tono irónico, inclinándose hacia Maray tomándola de la barbilla—. Solo mírate, estás hecha una desgracia. No eres ni la mitad de digna que Tabitha~

Nuevamente ese nombre.

Maray volvía a escuchar el famoso nombre de la prometida de su Mate.

Sin embargo, ya no le importaba.

—¡NO ME IMPORTA! ¡QUE ÉL SE QUEDE CON ESA TAL TABITHA! —gritó Maray cansada de las comparaciones.

¡PLAF!

El sonido de la bofetada que le dió ese Beta resonó en todo el solitario pasillo.

"Tabitha no puede perder con alguien como tú. Alguien indigna, que no es de los nuestros y que no sabe absolutamente nada. Una niña estúpida"

Pensó Beta Aiden frunciendo el ceño.

"¡Tabitha merece ser nuestra Luna!"

—No tienes que preocuparte por eso, Alfa se quedará con ella~ tú morirás. Es tu destino —le dijo ese Beta, altivo.

Seguidamente él tomó distancia de Maray que temblaba acorralada sin mover ni un músculo tras recibir ese fuerte golpe.

Él la agarró con firmeza de la muñeca y se la llevó caminando rápidamente.

—¡Déjame ir, por favor! —gritó Maray mientras sus piernas dolían de lo rápido que la hacía caminar.

—¿Dejarte ir? ¡No digas estupideces!

—¡Me odian! —gritó Maray sollozando—. ¡Todos me ven con desprecio!, nadie me quiere aquí y… Yo tampoco quiero seguir aquí… Así que, por favor…

Beta Aiden detuvo sus pasos y volvió a ver hacia atrás a esa pelirroja.

Ese color de cabello que tanto odiaba, ese que indicaba que provenía de la manada Noche Carmesí, que tanto daño les hizo.

« Deberíamos dejarla ir. Que se vaya lejos para siempre… Eso le dejaría el camino libre a Tabitha » , susurró el lobo de Beta Aiden.

Una expresión de desagrado se mostró en el rostro de ese hombre de cabello oscuro rizado, que rápidamente ignoró a Maray y continuó caminando.

……

Minutos más tarde, llegaron a unos calabozos, en una prisión de la primera planta de esa mansión.

—AAAH~ —gritó Maray cuando fue empujando con fuerza dentro de la fría celda de piedra, terminando golpeada con la pared.

CLACK~

Beta Aiden cerró la celda y con su mirada gélida clavada en ella, susurró:

—Quizá lo haga.

Seguidamente ese hombre se marchó de ahí y Maray sorprendida, quiso aferrarse a ese mínimo rayo de esperanza.

"¿Me dejará ir?"

Pensó ella que terminó sentada en ese frío piso.

Los minutos pasaban y con ellos los estruendos se escuchaban a la distancia.

Maray asustada se puso de pie, estando aún descalza se aferró con sus manos a las barras de la celda.

—¡¡Déjenme salir, por favor!! ¡AYUDAAA! ¡Por favor, déjenme ir! —gritó Maray una y otra vez sin que nadie viniera en su auxilio.

Temía que algo grave estuviera pasando, y no lograr huir a tiempo, terminando por morir en esa sucia celda.

Ella continuó intentando salir, golpeando, gritando, empujado…

Inclusive volvió a buscar tomar su forma lobuna, pero estaba tan débil debido a que no había comido nada en 4 días, que su loba interior le dijo que no lo hiciera por el bien de ambas.

Maray cayó de rodillas desconsolada sin tener idea de qué crímen cometió en la vida para sufrir desgracias tras desgracias.

"Quizá ese Beta mintió… No me ayudará… ¿Por qué lo haría?, probablemente quieren que muera aquí…"

Pensó ella en su tristeza.

Sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas y en medio del desconsuelo escuchó unos pasos pesados y firmes acercarse.

Una alta silueta de un encapuchado que abrió la celda. Uno cuyo rostro estaba cubierto por una máscara.

—Ven conmigo, Maray.

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