Alfa, Tu Rebelde Luna Regresó Y... ¡Tiene Mellizos!
Alfa, Tu Rebelde Luna Regresó Y... ¡Tiene Mellizos!
Por: Yosebeth Kaori 💚
Capítulo 01: La loba en mí.

Dentro del espesor del verdoso bosque en las afueras de un pueblo humano, Maray acompañaba a su padre, Douglas, que salió de cacería a abastecer su pequeño negocio.

Las copas de los frondosos árboles se mecían suavemente con la brisa de la fría mañana, una que anunciaba que podría comenzar a llover más tarde.

Entre más se adentraban en la espesura del bosque, un extraño silencio dominó el ambiente; la tensión se sentía en el aire y su padre detuvo los pasos.

Él volvió a ver atrás por encima de su hombro a su frágil y hermosa hija de 18 años.

Un llamativo cabello pelirrojo ondulado hasta el largo de su cintura y unos grandes ojos celestes que resaltaban en su tez blanca y pequeña carita bien definida, luciendo hermosa, adorable y recordándole a Douglas con cariño la belleza de su "difunta" esposa.

—¿Miras el clima, May? —le preguntó el hombre alerta— Será mejor que regresemos. Hoy no hará buen día.

—¿Qué?, no papá. Dijiste que era necesario venir hoy~ sigamos un poco más, no hagas que haya venido a ayudarte en vano~ —hizo ella un mimado puchero animando a su padre a continuar.

El hombre a pesar de sus instintos que gritaban:

¡PELIGRO!…

Continuó su camino montaña arriba.

Pronto se escuchó un gran estruendo.

¡CRAAANK!

Un fuerte sonido alertante, cómo si un árbol colapsara metros por delante; tanto padre como hija, se congelaron ante aquel sonido.

De entre la penumbra de los frondosos arbustos de un verde oscuro, una sombra negra se alzó, una bestia que no distinguieron a primera vista, qué era exactamente.

¡Unos ojos que brillaban con una luz amarillenta que helaba la sangre!

Ojos que Douglas y su amada hija Maray, veían petrificados.

Antes de que ellos pudieran reaccionar, la bestia se dirigió a gran velocidad hacia Maray.

—¡¡NOOO, HIJA!! —gritó Douglas, que soltó su arma y empujó con todas sus fuerzas a Maray, misma que fue a dar unos metros lejos, golpeándose con el tronco de un árbol.

POF~

—¡AY! —gritó Maray de dolor, para quedarse helada ante la escena frente a ella— ¡¡AAAAAAAHHHHH!! —un grito de angustia y desesperación hecho con todas sus fuerzas, resonó en el bosque, ahuyentando hasta a las aves a distancia.

La criatura resultó ser un feroz lobo enorme, de un pelaje tan oscuro como la noche. El animal atacó ferozmente a Douglas, que soltaba gritos de dolor, mientras su piel era horrorosamente desgarrada y él veía a su hija con desesperación.

—¡HUYE MARAY! ¡VETE HIJA! ¡¡CORREEE!!

¡Maray se quedó paralizada por el miedo!

Ella observaba impotente, cómo su padre luchaba por su vida entre un pintoresco carmesí de su sangre…

En ese momento, una punzada de dolor atravesó su muñeca, donde una misteriosa "marca de nacimiento" del dibujo de una llama de fuego, comenzó a brillar intensamente.

—¡AAAY! —gritó Maray, despertando de su shock, gracias a ese dolor.

Un dolor abrumador; pero pronto una voz susurró en su mente, con una urgencia inquietante:

« Déjame actuar. »

El brillo en su muñeca se intensificó, extendiéndose por todo su cuerpo, mientras el dolor se convertía en una sensación de quemazón.

—¡AAAY! —Maray se retorcía del dolor, sintiendo que algo dentro de ella se agitaba, ansiando ser liberado.

Finalmente… Cedió ante la voz que le susurraba.

Su cuerpo empezó a transformarse, su piel se cubrió de pelo, sus manos se convirtieron en garras afiladas, y su rostro se alargó en un hocico, volviéndose una hermosa loba de un sedoso y llamativo pelaje pelirrojo, con ojos afilados y rojizos como joyas de rubíes.

Con un gruñido aterrador, la loba de Maray se lanzó hacia el lobo que atacaba a su padre.

¡La bestia enemiga se apartó sorprendida, pero ella no dudó en atacarlo!

¡Sus instintos salvajes la impulsaban a proteger a su padre a cualquier costo!

Sus garras se hundieron en la oscura piel del lobo, y sus dientes desgarraron con sus afilados colmillos la piel de una de las patas, viendo cómo ese lobo que tenía unos llamativos ojos dorados que ella jamás olvidaría, aulló de dolor.

La bestia retrocedió, herida y desconcertada sin saber porqué demonios quemaba tanto la mordida de esa pequeña loba.

Solo segundos después de haberla empujado con fuerza, ese lobo de pelaje oscuro, huyó.

La loba pelirroja comenzó a toser y toser sangre, la marca aún seguía en su pata y brillaba dolorosamente, causándole un colapso.

En el frío suelo de tierra, cubierto con césped y hojas secas, ella volvía a su forma humana.

Maray, con la última vista frente a ella, de su padre desangrándose a distancia…

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