Maray abrió sus hermosos ojos celestes, sintiendo de inmediato un dolor recorrer todo su cuerpo de pies a cabeza. —AY~ —soltó ella un gritito, intentando sentarse— ¿Dónde estoy? ¿Dónde estará papá…? —susurró para sí misma sin tener recuerdos más allá de cuando caminaban por el bosque de cacería. En ese instante, el golpe de recuerdos de ese enorme lobo atacándolos, impactó en su mente. Al recordarlo, Maray angustiada sintió su corazón latir aceleradamente. —¡¡¡PAPÁ!!! —gritó ella con voz temblorosa, en llamado de ese hombre humano. Mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas. La sorpresa la invadió, cuando vió la elegante habitación en la que se encontraba. ¡¿DÓNDE RAYOS ESTABA?! Cruzó esa pregunta por su mente. Largas ventanas que mostraban la lluvia del otro lado caer con intensidad. Una habitación de tonalidad oscura y pocos muebles pero bastante hermosa, de madera, así como el piso y las paredes. Ella bajó de la cama, vio que tenía un vendaje
—¡POR FAVOR! ¡DÉJENME SALIR DE AQUÍ! ¡NO ME DEJEN AQUÍ, SE LOS SUPLICO! —gritaba la pobre joven entre lágrimas, hasta que el exceso de cansancio que tenía la hizo seder y terminar sentada en ese piso de madera, abrazando sus piernas. No entendía qué sucedía. Dónde estaba, quién le quitó la vida a su padre o quién atacaba a su recién encontrada madre, misma que su padre la hizo pensar que estaba muerta. Los minutos se convirtieron en horas y Maray comenzó a escuchar grandes estruendos que causaron que ella reaccione alerta. Poniéndose de pie, apoyó su mano derecha en medio de sus pechos, sintiendo su corazón latir aceleradamente como si quisiera escaparse de su pecho, ella comenzó a temblar. ¡CRAN! Tras un fuerte estruendo que causó que el piso bajo ella se tambaleara, Maray se apoyó a una de las paredes gritando con todas sus fuerzas. —¡¡¡AAAAHHHH!!! Justo en ese instante la puerta cedió colapsando. Maray en una esquina, entre lágrimas y temblorosa de miedo, veía cómo
Ginne desapareciendo de la faz del mundo, fue sentida por todos los lobos de su manada, escuchándose los aullidos de dolor en todo el territorio de Noche Carmesí.Las lágrimas caían por las mejillas de esa joven pelirroja, que temblorosa veía a su madre hasta que el impacto de cientos de recuerdos de Alfa Ginne, sacudieron su mente. —¡¡AAAH!!Maray agarró su cabeza con dolor y en ese instante, sin nada más que aprisione a su loba…Quedó expuesta ante ese enorme lobo enemigo, cuando su loba nuevamente emergió. Ese lobo Alfa de "Luna Plateada", sintió una impactante conexión al ver a esa loba de pelaje rojizo que la ligaba a la manada "Noche Carmesí". El aroma de esa hembra, a quien había creído humana minutos atrás, era malditamente embriagador para ese lobo, inundando todos los sentidos de ese Alfa, y despertando un voraz instinto ancestral que sacudió su ser. En ese instante, supo que ella era su destinada. Su Mate. Fue en ese momento cuando esa loba pelirroja se abalanzó sobr
3 días más tarde. En la glamurosa mansión de Luna plateada. Maray despertaba entre la comodidad de las sábanas que esa enorme cama tamaño king le proporcionaba. La hermosa pelirroja al intentar sentarse, sintió un punzante dolor en su cabeza que la hizo gritar. —¡AAAH!, DUELE, AAAY~ Entre el dolor, Maray logró reaccionar…Recordó la pérdida de su amado padre, y su madre, que apenas la conoció así de rápido también la perdió y ahora sí… Por siempre. La hermosa joven pelirroja llevó sus manos a su rostro llorando amargamente. Su cuerpo tembloroso por sus emociones que desgarraban su alma. Había quedado huérfana. Ahora… Realmente estaba sola en el mundo.—¿Siempre eres tan ruidosa? Escuchó Maray una gruesa voz masculina que resonó en lo profundo de su ser. —¡¿QUIÉN?! —gritó ella, volviendo a ver a sus alrededores, hasta que sus bellos ojos celestes claros se posaron en ese hombre de dos metros de alto, que de pie recostado al pilar de la puerta, la veía fijamente, cómo si inspe
Maray abrió lentamente sus ojos, viendo nada más que… Oscuridad."¡¿Ya es de noche?!" Pensó ella. Maray se sentó rápidamente, encontrándose aún sobre esa cama, para de inmediato, soltar un grito de dolor. —¡AAAY! —sintió cómo su cuerpo le dolía, incluyendo su intimidad. Recordó cómo ese Alfa se apareó con ella una y otra vez siendo tan salvaje y feroz que ella terminó inconsciente. De inmediato, las lágrimas comenzaron a brotar deslizándose por sus mejillas, mientras Maray cubría ligeramente su boca con su mano temblorosa, sin poder creer todo lo que ese maldito monstruo le había hecho. Gritó que pare, suplicó que se detenga, una y otra vez entre su llanto soportó el dolor y la nula delicadeza con la que le quitó su virginidad. En la amplia habitación se escuchó el sollozo desgarrador de esa joven pelirroja que se sentía caer en un profundo abismo. Sin padre…Sin madre…Sin un hogar…Prisionera del villano que la tomó como un objeto cualquiera. Ella observó que seguía en la mi
Apenas Maray cruzó el desvío del pasillo, chocó con alguien. ¡PUF! —¡AUSH! —exclamó la joven pelirroja que terminó cayendo sentada en el piso. Ella levantó su mirada, posando sus hermosos y grandes ojos celestes claros en ese alto hombre de rasgos similares al Alfa que le hizo helar la piel. Maray tragó saliva nerviosa, viendo a ese desconocido e imponente hombre acercarse a ella. —¡Beta, no la dejes ir, por favor! —gritó una de las mujeres que llegó rápidamente seguida de la otra. —¡Si Beta, hay que volverla a encerrar, son órdenes del Alfa! —le dijo la otra mujer. Beta Aiden se sorprendió al ver lo demacrada que lucía esa mujer después de 3 días encerrada. Rápidamente, su expresión de sorpresa cambió a una seria y se agachó tomando del antebrazo a Maray y haciéndola levantada con fuerza. —Yo me ocuparé de ella. Alfa las necesita, estamos siendo atacados —expresó Beta Aiden a ambas mujeres que asintieron agradecidas y se marcharon rápidamente. Apenas ellas se marc
—¡Sácame de aquí, por favor! —exclamó ella suplicante. Tras esas palabras, el hombre enmascarado asintió. Maray se encontró corriendo por la oscuridad de esos pasillos de piedra en el sector de los calabozos de esa mansión. El alto hombre que corría frente a ella la iba tomando de la mano con firmeza, dándole seguridad. Ella pensó que se trataba de un enviado por ese Beta de Luna Plateada. Sin embargo… Ese hombre no olía a un lobo de esa manada. Maray temió y se soltó de inmediato. —¡¿Quién eres?! —alzó ella su voz, alerta. Él se acercó sin querer perder el tiempo que era vital y la cargó a la fuerza encima de su hombro. —¡AAH! ¡BÁJAME! —gritó Maray forcejeando con inútiles movimientos por la debilidad de su cuerpo. Entre los estruendos que seguían retumbando en el exterior y el corazón de esa joven que latía aceleradamente, ella comenzó a temer a lo desconocido, sin saber quién rayos la estaba secuestrando. Finalmente se encontraron fuera de la imponente mansión de
Un campo bastante amplio, césped que se mecía con las ráfagas del viento nocturno, mismo que agitaba las frondosas copas de los árboles en los alrededores de ese sector del bosque. Una considerable cantidad de lobos reunidos, todos con el llamativo color del pelaje de la manada "Noche Carmesí". —¡No debió ir solo! ¡Beta Aeron fue demasiado lejos esta vez! —exclamó uno de los lobos adultos y guerreros de la manada, cuyas cicatrices se mostraban con orgullo como trofeos de sus batallas victoriosas. —¡Es el Beta y su imprudencia fue demasiada al arriesgarse por una niña no identificada! —decía uno de los lobos más longevos de la manada. —¿No identificada? ¿Van a seguir negando que es la heredera de Alfa Ginne? —preguntó molesto uno de las lobos del consejo de ancianos. —Estoy de acuerdo. Ella es la elegida, su loba es de la rama principal y la única que puede despertar el don de la diosa en gracia a nuestra manada, tal como Ginne —habló la anciana más longeva de la manada q