26. Quién manda aquí

26

Magnus

Estaba en constante dolor. Sin importar que siempre estaba allí, a veces se hacía insoportable de aguantar. El médico me daba medicina, pero no era suficiente. No podía respirar sin sentir el vacío en el pecho. Quería que ella regresara.

—Alfa —llamó Orión, preocupado, mientras el médico me inyectaba algo en el brazo—.

—Estoy bien —murmuré con voz ronca, aunque los dos sabíamos que era mentira.

—La manada está muy contenta con la ida de la luna y quieren que usted dé una fiesta y un discurso.

Mi mandíbula se tensó. Un rugido bajo vibró en mi pecho.

—No haré esa mierda. Yo no la saqué. No me dejó limpiar su nombre —gruñí, lanzándole una mirada asesina a mi beta.

Orión no apartó la vista, aunque su expresión se endureció.

—Alfa, me preocupa su salud. ¿No es mejor aceptar el rechazo?

Mis colmillos asomaron al empujar la silla hacia atrás con un golpe seco. Me levanté, sintiendo la furia latir en mis venas.

—Eres un buen beta, Orión. De hecho, excelente… pero todo tiene un límit
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