21. El vínculo

21

Magnus

Un dolor punzante me despertó, dejándome jadeando en la penumbra. Con un esfuerzo desesperado intenté levantarme de la cama, pero la debilidad me traicionó y caí al suelo, sintiéndome miserable. Arrodillado, jadeaba, suplicando oxígeno, mientras mi lobo en mi mente rugía, adolorido y enfurecido.

Dentro de mi mente resonaban las palabras:

“¡Eres un imbécil, idiota!” me regañaba totalmente fuera de sí.

El eco de ese grito interno me dejaba sordo, como si cada palabra perforara mi ser.

Entre la agonía, apenas pude pronunciar un débil:

—Evelyn…

Sin comprender del todo lo que sucedía, el peso de la traición se hacía insoportable. Nos rechazó…

Mina se había ido, y mi lobo, como un cachorro perdido, lloriqueaba con voz quebrada:

“Te odio…”

Horas transcurrieron en esa penumbra de dolor y soledad, hasta que, finalmente, logré recomponerme un poco. Fue en ese silencio, cuando el dolor parecía haber cedido su manto, que escuché, casi imperceptible, el golpeteo de alg
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