Epílogo

La música a todo volumen, comida a rebosar, fuentes de soda y alcohol, definitivamente los hombres lobos saben cómo festejar.

¡Come!, ¡Come!, ¡Come!—todos le dábamos aliento a Alex para que terminara solo toda una bandeja llena de chocolates.

—¡Come Alex, que he apostado por ti!— le gritaba Alan

—No creo que termine—hablo Dylan, que apostó contra Alan.

—Dylan creo que perderás tu dinero, lo he visto comer mucho más—dijo Matt.

Alex se terminó el último chocolate, se levantó victorioso y sonrió mostrando todos sus dientes manchados.

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