Gaia
Una terrible enfermedad aqueja a mi madre desde hace varios meses y los doctores solo me dan la esperanza de que sobrevivirá si reemplazamos su riñón, pero algo así es muy arriesgado, la medicina del palacio es la más avanzada y aun así, el procedimiento podría no funcionar.
Me acerco a su lado y tomo su mano suavemente, ella a penas y puede voltear a mirarme.
—Mamá, mamá, es posible. Te donaré mi riñón y te pondrás mejor —susurro conteniendo las ganas de llorar al verla así. Dejo un suave beso en su frente, ella me sonría con dulzura.
—Gaia, hija, no es necesario que hagas esto, yo… —hace una mueca de dolor, sé que está sufriendo—… ya estoy por morir.
—No, no. Me niego a que eso pase. El Rey me dio el visto bueno para hacer esto, dijo que me daría a los médicos necesarios para curarte, así que no te preocupes por nada, mejor descansa.
La gente en el castillo corre de aquí para allá, agitados y en preparativos, pero nada de eso es por mí o mi madre. Ella y yo solo somos unas sirvientas en el castillo, a pesar de mi estatus de hija ilegítima del mismo Rey de Miridian. En realidad todo este alboroto es porque al parecer, un Rey de otro reino viene buscando esposa. Por supuesto, será mi hermana mayor la elegida para esa tarea.
Mientras todos corren en dirección a la entrada del palacio para recibir al visir mensajero del reino de Stormwolf; del que nunca había escuchado, yo voy en la dirección opuesta hacia la sala de operaciones donde mi madre ya me espera para el trasplante.
El médico me recibe al igual que el resto del equipo y me dan una ropa especial para colocarme, ya me ha explicado el procedimiento y asegura que no sentiré dolor, aunque no me importaría sufrir si con eso salvo a mi madre.
Un metal frío me recibe erizando cada vello de mi piel. Ella se encuentra a mi lado, nos damos las manos un momento, antes de que la anestesia comience a hacer efecto en mi cuerpo.
—Nos veremos del otro lado, madre.
Ella asiente con una sonrisa, sé que está nerviosa, pero no puede impedir que le dé parte de mí si con eso consigo tenerla conmigo un poco más. Tal vez sea egoísta de mi parte desear algo así, mas, no puedo perderla.
Cierro los ojos y antes de caer en la inconsciencia, le rezo a Dios porque esto resulte. «Por favor, no la dejes morir».
En la oscuridad de mis sueños no siento dolor, todo parece un mar de negro, hasta que de pronto veo a lo lejos una figura de cuatro patas. Pronto me doy cuenta de que es un lobo blanco, me da la espalda, pero al percatarse de mi presencia, se voltea directamente hacia mí. Debería sentir miedo, pero, lejos de eso, el lobo blanco me hace sentir tranquila. Su intensa mirada de ojos azules se fija en la mía y un extraño magnetismo me hace desear acercarme al majestuoso animal.
Estiro mi mano para alcanzar su suave pelaje, sin embargo, el lobo comienza a alejarse más y más de mí, hasta que…
—¡Mamá! —exclamo. Abro los ojos de golpe e intento sentarme, pero entonces siento un dolor punzante en mi abdomen que me hace volver a acostarme en la camilla. Miro a todos lados sintiéndome confundida, ¿dónde están todos?
La sala se encuentra vacía, me han dejado aquí a la deriva y mi madre no se encuentra por ningún lado.
—¡Hola! ¡Ayuda, por favor! —grito. Los minutos pasan, pero nadie viene.
No sé qué ocurre, simplemente tengo el presentimiento de que algo no está bien. Hago el intento de volver a sentarme, el dolor en mi abdomen es ligero, pienso que no podré hacerlo, mas, con mucha dificultad consigo sentarme en la camilla. Reviso el lugar que me duele y, como esperaba, tengo una venda que sin dudas debe cubrir una sutura.
—Ya debieron operar a mi madre, tengo que ir a buscarla —digo para mí misma.
Sentarme en la camilla fue una cosa, pero jamás imaginé que levantarme y andar fuese a convertirse en una tarea titánica. Acabo arrodillándome en el piso a causa del dolor. No lo entiendo, ¿por qué me dejaron aquí?
Con todas mis fuerzas consigo llegar a la entrada, la venda que cubre mi herida empieza a sangrar, pero no me importa. Afuera tampoco hay nadie, lo que me hace pensar que quizá ocurrió algo malo.
La angustia por saber qué pasó con mi madre me impulsa a llegar hasta su habitación. Cuando entro le encuentro allí acostada, con un semblante peor que antes.
—¡Mamá! —exclamo.
Ella despierta y con sus pocas fuerzas eleva su mano hacia mí.
—Gaia… no resultó.
Mi corazón da un vuelco, no puede ser, esto debe ser una pesadilla, o parte de un sueño angustiante del que pronto voy a despertar.
—No, madre, ¿qué estás diciendo? Eso no puede ser.
—No te sacaron el riñón, Gaia. Detuvieron la operación antes de que pudiesen hacerlo.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto con angustia.
—No lo sé, creo que… ya no hay nada que salvar dentro de mí.
Esta vez no puedo contener las lágrimas, dejo que se derramen por mis mejillas mientras me aferro a su mano con fuerza.
—No, no digas eso, todo va a estar bien. Iré a traer a esos doctores aquí y así tenga que obligarlos, te operarán.
Mi madre, Liora, empieza a negar con la cabeza insistentemente.
—No, Gaia. Puedo sentirlo, ya no me queda mucho tiempo. Hija, por favor, escúchame, tengo que decirte algo importante.
—No mamá, no digas que vas a morirte porque no lo soportaría, por favor —suplico.
Dos lágrimas escapan de sus ojos, me suelta la mano para acariciar mi mejilla con un gesto maternal.
—Mi dulce Gaia, mi princesa...
Sostengo su mano entre la mía con ternura.
—No me digas así, sabes que nunca seré una princesa de verdad.
—Para mí siempre lo serás. Tienes que ser fuerte, debes reponerte y… Gaia, tienes que saber la verdad.
Abro los ojos, sin comprender a qué se refiere mi madre. Tengo miedo de que estas sean sus últimas palabras, de que esta sea la despedida a la que tanto le he huido. Niego una vez más, y limpio mis lágrimas con determinación en la mirada.
—No, no me lo dirás ahora. Me lo dirás después de que hayas recibido mi riñón. Espera aquí, iré a buscarlos.
—NO, Gaia, no —dice mi madre, pero yo no le hago caso. Salgo corriendo, sin cuestionarme cómo es que de pronto ya no siento dolor en la herida de mi abdomen, y llego hasta la zona del palacio que ya no pertenece al ala del hospital.
Pronto me doy cuenta de que parece ser que todos se encuentran en el ala de las habitaciones, más específicamente, donde duerme mi hermana mayor.
CAPÍTULO 2: LOS SECRETOS SE VAN A LA TUMBAGaiaAlgunas compañeras de limpieza están llevando mantas a la habitación. Al asomarme, noto enseguida que todos los médicos se encuentran allí. ¿Será que le pasó algo a Parisa?Avanzo para entrar en la habitación cuando uno de los médicos me ve, abre los ojos con sorpresa y rápidamente sale para impedir que pase.—Señorita Gaia, ¿qué hace aquí? Y de pie, debería estar acostada en la camilla.—¿Qué hago yo? ¿Qué hacen todos aquí? ¿Por qué me dejaron abandonada en la sala de operaciones y no le hicieron el trasplante a mi madre?—Lo lamento señorita Gaia, pero fueron órdenes del Rey. Su hermana Parisa se puso mal y mandó a que todos los médicos viniésemos a evaluarla para no afectar el compromiso con el Rey de Stormwolf.—¿Qué? ¿Acaso es una broma? ¡Mi madre está muriendo! —Alzo el tono de mi voz sin importarme si alguien más me escucha.—Lo lamento, de todos modos, no se puede trasplantar el riñón a su madre. El daño es demasiado, lo rechazarí
CAPÍTULO 3: EL CAMBIO DE COLOR EN MIS OJOSGaiaUnos cuántos días después…Descargo contra el piso mis frustraciones. El cepillo acaba por abrirse en dos mitades y sin darme cuenta he tallado tanto que la madera ha comenzado a rayarse. Los brazos me arden y siento las manos acalambradas. Suelto el cepillo un momento y exhalo un profundo suspiro.Han pasado cuatro días desde la muerte de mi madre. No pude evitarlo, ella simplemente murió en mis brazos y a nadie le importó.Solo las sirvientas del castillo me ayudaron a darle una sepultura digna en el panteón detrás del palacio. Pensé que el Rey me daría aunque fuese algunas condolencias, pero ni siquiera se ha aparecido por el pasillo de casualidad para decirme que lamenta la muerte de mi madre.Todos siguen muy ocupados en lo del fulano matrimonio con ese Rey que nadie ha visto nunca.Derramo un poco de agua en el piso para seguir tallando del otro lado. Intento no pensar demasiado en Liora, porque si lo hago, inundaré el suelo, pero c
CAPÍTULO 4: LA ELEGIDA ES… GAIAGaiaGastón abre las puertas del salón del trono. Un lugar en el que solo he estado unas pocas veces. Mi padre, el Rey Emyr Silverrose III de Miridian se encuentra sentado en su gran silla de oro con la mirada perdida. Por primera vez en mucho tiempo le noto realmente preocupado. ¿Será que tal vez se dio cuenta de que cometió un error al dejar morir a mi madre?Al menos espero una disculpa de su parte. O tal vez me ha llamado aquí porque sabe que es mi cumpleaños dieciocho.Parisa y yo avanzamos ante él, quien al vernos deja su pose pensativa para mirarnos directamente.—Padre —saluda Parisa con una leve reverencia.—Hija mía —le dice él abriendo los brazos. Enseguida Parisa sube los escalones del trono y corre a abrazarlo.Esa es una muestra de cariño que nunca ha tenido conmigo.—¿A qué se debe tu llamado, padre? —pregunta mientras yo me mantengo en silencio frente a ambos.—Como sabrás hija mía, hace poco hemos concretado un acuerdo para salvar al pu
CAPÍTULO 5: LA DESPEDIDA DE SOLTERAGaiaLas tres semanas previas a la boda pasaron tan rápido que ni siquiera lo noté. Durante ese tiempo han estado preparándome con todo lo que se supone que debí aprender durante dieciocho años. Es demasiado para aprender en tan poco, pero al menos creo que he logrado captar lo básico.Por otro lado, mi hermana se ha estado comportando… como se supone que debería ser una hermana, pero, es que Parisa nunca me ha tratado así.Ha organizado una gran fiesta para mí, invitó a gente de todos lados, excepto, por supuesto, al reino de Stormwolf. Se supone que me voy mañana para no volver a verlos nunca más, y esta noche será la fiesta.Ahora mismo me encuentro en la habitación preparándome para bajar. La fiesta es con temática de máscaras, así que me pongo una que Parisa ha dejado para mí con plumas negras y detalles dorados realmente preciosos.A veces pienso que todo esto no es más que una trampa de su parte, pero ¿qué podría hacer al respecto? Quizá solo
CAPÍTULO 6: LA CURIOSIDAD MATÓ AL LOBONikolai—¿Está seguro de lo que va a hacer esta noche, Alteza?—Por supuesto que sí, Darryl, no me lo cuestiones y más bien, asegúrate de que no se den cuenta de que me fui. Esta noche voy a divertirme un rato en el palacio de Miridian.Darryl, mi Beta y mano derecha, asiente con solemnidad y se retira mientras yo termino de arreglar la máscara que cubre mi rostro.Me enteré de la fiesta de despedida de soltera que harán en el reino de Miridian para mi futura esposa, y es la oportunidad perfecta para buscar un poco de diversión antes de que me condenen al matrimonio. El hecho de que le hayan preparado una fiesta de soltera me hace sospechar que tal vez no es tan pura como dicen. De todos modos eso es algo que le importa más a mi madre que a mí.Yo solo quiero pasar un buen rato con alguna humana, tal vez mis últimas horas de soltería con un cuerpo caliente a mi lado complaciéndome hasta el hartazgo.Salgo a través de la ventana con mi transformac
CAPÍTULO 7: YA NO ERES VIRGEN, HERMANITAGaiaUn fuerte dolor de cabeza me hace despertar de mi letargo. Cuando abro los ojos mi visión se ve borrosa, pero poco a poco comienzo a recuperarla. Me siento en la cama, adolorida y con una sensación extraña en mi cuerpo. Volteo a mi alrededor y entonces caigo en cuenta de que me encuentro en una cama.Es en este momento que realmente despierto, observo la cama echa un desastre, mi ropa hecha trizas en el suelo y yo… observo mi cuerpo desnudo, cubierto solo con las sábanas blancas y la sensación de mi entrepierna húmeda y ultrajada.—No… no, esto no puede estar pasando —digo entrando en pánico.Me levanto de un salto de la cama y rebusco en la habitación, pero no hay nadie conmigo.—No puede ser, no puede ser, ¿qué diablos pasó anoche? ¿Qué hice?Mi corazón late acelerado, llena de pánico y miedo. Corro al baño y me echo el agua fría de los baldes sin importar que me congele la piel. Mientras tallo con insistencia los recuerdos llegan lentam
CAPÍTULO 8: LA PRUEBA DE VIRGINIDADGaiaEl sol del mediodía incide con furia sobre nuestras cabezas. El carruaje finalmente se detiene frente al imponente palacio de Stormwolf y si antes creía que Miridian tenía un gran castillo, ahora sé que es una choza en comparación a esta monstruosidad.Las torres son tan altas que se pierden al mirar hacia arriba con el reflejo del sol y el terreno se extiende hasta atrás por tantos kilómetros que pareciese que no tiene fin.Un sirviente abre la puerta de mi carruaje y me ofrece la mano para bajar. Mi corazón late desaforado, estoy muy nerviosa, en especial por lo que dijo Parisa. ¿De verdad me harán una especie de prueba de virginidad? ¿Cómo podrían saberlo?—Bienvenida al reino de Stormwolf, señorita Gaia —dice con solemnidad.—Gracias —respondo con una sonrisa nerviosa.—Antes de conocer al Rey, deberá pasar por nuestro ritual de luna para saber si es apta —explica.—¿Ritual de luna?—Así se llama a la tradición, la Luna del reino debe ser u
CAPÍTULO 9: ¿CUÁNTAS CASUALIDADES PUEDEN SUCEDER EN UNA NOCHE?NikolaiUn par de hermosas lobas se encuentran a mi lado complaciéndome, las dos mujeres tienen buena destreza con la lengua en mi fal0, provocando que tense mis músculos. Cierro los ojos y de pronto la imagen de la humana de la noche anterior aparece en mi mente sin que lo pueda controlar; lejos de que eso sea un problema, acaba por excitarm3 más… sim embargo, de la nada, mi madre irrumpe en la habitación abriendo las puertas de par en par y arruinando por completo mi momento privado. Las dos chicas se levantan de mi entrepierna con vergüenza y cubren sus rostros, apresurándose a ponerse algo de ropa. —Madre, ¿es que acaso no sabes tocar? —Saca a tus perr4s de aquí ahora mismo —ordena mientras yo me levanto de la cama y cubro mi cuerpo con una bata negra. Le hago una seña con la cabeza a ambas lobas para que se vayan, no sin antes guiñarles un ojo para recordarles que pronto tendrán que volver. —¿Qué necesitas, madre?