CAPÍTULO 5: LA DESPEDIDA DE SOLTERA

CAPÍTULO 5: LA DESPEDIDA DE SOLTERA

Gaia

Las tres semanas previas a la boda pasaron tan rápido que ni siquiera lo noté. Durante ese tiempo han estado preparándome con todo lo que se supone que debí aprender durante dieciocho años. Es demasiado para aprender en tan poco, pero al menos creo que he logrado captar lo básico.

Por otro lado, mi hermana se ha estado comportando… como se supone que debería ser una hermana, pero, es que Parisa nunca me ha tratado así.

Ha organizado una gran fiesta para mí, invitó a gente de todos lados, excepto, por supuesto, al reino de Stormwolf. Se supone que me voy mañana para no volver a verlos nunca más, y esta noche será la fiesta.

Ahora mismo me encuentro en la habitación preparándome para bajar. La fiesta es con temática de máscaras, así que me pongo una que Parisa ha dejado para mí con plumas negras y detalles dorados realmente preciosos.

A veces pienso que todo esto no es más que una trampa de su parte, pero ¿qué podría hacer al respecto? Quizá solo está feliz de que por fin se deshará de mí como tanto ha querido.

Me coloco la máscara que cubre mi rostro y suspiro profundamente. Salgo de la habitación con una especie de revoltijo en el estómago, estoy nerviosa, no solo por la fiesta, sino por lo que ocurrirá conmigo después de esta unión. Solo espero que sea un buen hombre.

Cuando llego al salón de fiestas, ya hay algunos invitados danzando al ritmo de los violines y el piano y los sirvientes que antes habían sido mis únicos amigos, ahora están sirviendo para mí. Uno de ellos se acerca y me ofrece una copa con una bebida de color rosado.

—Para usted, señorita —dice con amabilidad.

Él no parece reconocerme, así que tomo la copa con timidez y le doy un sorbo. El líquido dulce y frío se desliza por mi garganta.

De pronto siento un toque en mi hombro.

—¡Gaia! Te ves espectacular. —Reconozco a Parisa enseguida.

—Gracias, tú también te ves muy bien.

—Espero que disfrutes la fiesta, esta será tu despedida, hermanita.

Le sonrío y acabo de tomar la bebida en mis manos. El tiempo pasa y más personas llegan, cada una más misteriosa que la otra con esas máscaras que cubren los rostros. Se supone que a las doce hay que revelar la identidad.

Varios me ofrecen salir a bailar, pero yo declino las invitaciones dándome el lujo del anonimato.

Sin embargo, empiezo a sentir que algo extraño sucede en mi cuerpo. Un fuego abrazador arde en mi vientre y desciende hasta mis muslos enviando un cosquilleo incontrolable que me obliga a apretar los muslos. Tengo calor y ganas de arrancarme este vestido de una vez. Necesito que alguien apague este deseo que crece dentro de mí.

No entiendo qué me sucede. Busco alejarme de allí, salgo al balcón para tomar algo de aire, pero mi mente parece nublarse con la idea de tener un encuentro íntimo con alguien. ¿Qué me pasa?

De pronto escucho pasos detrás de mí. Giro y entonces mi corazón se paraliza y al mismo tiempo las pulsaciones se aceleran tanto que puedo escuchar mis propios latidos. Un hombre alto, fornido e imponente y sobre todo, con una aura seductora y misteriosa aparece de la nada.

¿Quién es este sujeto? ¿Y por qué de pronto siento que el deseo dentro de mí se ha multiplicado por mil?

—Buenas noches, señorita —saluda con voz profunda.

El fuego en mi interior es como si el bosque se estuviera deforestando por completo. Aprieto mis muslos con más fuerza, pero eso solo empeora la situación.

—Buenas noches —digo tragando grueso.

No puedo evitar mirar hacia abajo, un bulto grande sobresale de sus pantalones y juro por Dios que solo quiero que ese miembr0 se introduzca en mí y me calme.

—¿Se encuentra bien? Pareciera que está a punto de estallar —dice y no sé si lo hace en doble sentido o qué, pero no puedo controlarme. Una mujer diferente se apodera de mí.

Camino hacia él con actitud seductora, me acerco demasiado, acaricio su pecho sin pudor ni vergüenza.

—Tal vez sí, estoy a punto de estallar —susurro acercando mi boca a su oído.

Sin esperar tal reacción, él me toma de la cintura y me carga en sus brazos. Mis piernas se enrollan en sus caderas y nuestras bocas se funden en un beso intenso y apasionado.

No sé qué estoy haciendo, pero no quiero parar.

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