Gaia
Un fuerte dolor de cabeza me hace despertar de mi letargo. Cuando abro los ojos mi visión se ve borrosa, pero poco a poco comienzo a recuperarla. Me siento en la cama, adolorida y con una sensación extraña en mi cuerpo. Volteo a mi alrededor y entonces caigo en cuenta de que me encuentro en una cama.
Es en este momento que realmente despierto, observo la cama echa un desastre, mi ropa hecha trizas en el suelo y yo… observo mi cuerpo desnudo, cubierto solo con las sábanas blancas y la sensación de mi entrepierna húmeda y ultrajada.
—No… no, esto no puede estar pasando —digo entrando en pánico.
Me levanto de un salto de la cama y rebusco en la habitación, pero no hay nadie conmigo.
—No puede ser, no puede ser, ¿qué diablos pasó anoche? ¿Qué hice?
Mi corazón late acelerado, llena de pánico y miedo. Corro al baño y me echo el agua fría de los baldes sin importar que me congele la piel. Mientras tallo con insistencia los recuerdos llegan lentamente a mi memoria… el balcón, el hombre misterioso de ojos azules…
—¡Dios mío! ¡Me acosté con ese hombre!
Cubro mi boca con las manos, sin poder creer que yo haya hecho algo así, ¿qué me pasó? ¿Por qué diablos hice algo como eso?
Las lágrimas se arremolinan en mis ojos sin que lo pueda controlar. No puede ser que haya arruinado mi oportunidad de ser libre, pude haberme ido para siempre de este castillo, pero ahora…
“Ahora nada, fingirás que nada pasó y te irás”, dice una voz en mi cabeza.
—Sí, es verdad, tal vez no se den cuenta de que ya no soy virgen —digo para mí misma, tratando de disfrazar la situación.
El Rey Emyr dejó muy claro que ellos lo sabrían, por eso no escogió a Parisa.
Salgo del baño y consigo un vestido sencillo que se encuentra en el cuarto para poder salir. Se supone que partiré a media mañana hacia el reino de Stormwolf. Debo calmarme y mantener las apariencias hasta entonces.
Limpio mis lágrimas y abro la puerta con sumo cuidado. No hay nadie en el pasillo pues parece que todos están limpiando el salón de fiestas por lo de anoche. Me pregunto si se habrán dado cuenta de que me desaparecí.
De alguna forma logro llegar a mi habitación sin que nadie se dé cuenta. Cierro la puerta tras de mí y suspiro de alivio apoyándome contra la pared.
—Buenos días, hermanita.
Pego un grito que sale de lo profundo de mi garganta. No esperaba que Parisa estuviese ahí sentada en el sofá, esperando por mí.
—¡Demonios, Parisa! ¿Qué haces aquí?
—Te estaba esperando, ¿no es obvio? Anoche te desapareciste.
—Ah… no, solo me dio sueño y me fui a dormir, es todo.
—Una lástima, no pudimos anunciarte como la anfitriona de la fiesta, pero la gente se la pasó muy bien, aunque todos se cuestionaban por qué habías sido tú la elegida y no yo.
—Me alegro de que haya salido bien —le digo con una sonrisa falsa.
Parisa me evalúa de arriba abajo, por más que quiera ocultar el vestido roto en mis manos, no puedo esconderlo.
—¿Qué le pasó a tu vestido?
—S-se me rompió —invento—, se atoró en una rama y tuve que cambiarme.
Me doy cuenta de que hay algo en su mirada, un destello de malicia y una sonrisa burlona en sus labios, como si supiera lo que pasó. De todas las personas, ella es quien menos debe enterarse de esto, de otro modo, estoy frita.
—Mmm, interesante, yo habría pensado que tal vez te lo había arrancado un hombre.
—¿Qué?
Parisa se pone de pie y avanza hasta donde me encuentro. Intenta arrancarme el vestido, pero yo lo aparto; aunque no por mucho. Logra arrebatármelo de las manos y enseguida se da cuenta de que esa rotura no pudo haberla hecho una rama.
—No es lo que crees —digo apresuradamente.
—Por supuesto que es lo que creo. Ya no eres virgen, hermanita.
—¿Q-qué? N-no, claro que lo soy, ¿por qué dices eso?
—Vamos Gaia, no intentes ocultar lo obvio. Sé muy bien lo que hiciste anoche con ese hombre desconocido. Aunque debo reconocer que, de todos los que estaban en la fiesta, escogiste al que se veía más… apetecible.
—No sé de qué estás hablando —niego, y lo seguiré negando hasta el final.
—Claro que lo sabes, pequeña put4 —dice tomándome del brazo—, yo me encargué de que eso sucediera.
Aparto mi mano de ella con la mirada desconcertada. ¿Qué está diciendo?
—¿Qué tú qué? ¿Qué hiciste?
Parisa sonríe de oreja a oreja. Toda esa fachada de la hermana arrepentida se cae en un segundo. Debí saber que había intenciones ocultas detrás de su mentira, nunca debí confiar en ella.
—Simplemente te quité la única cosa que te hacía útil. Ahora solo eres una pobre bastarda joven y desvirgada. —Suelta una carcajada y vuelve a mirarme con desdén.
El nudo en mi garganta vuelve a emerger, las lágrimas me corren por las mejillas, pero más que decepcionada y traicionada, me siento furiosa.
—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡¿Por qué me odias tanto?!
Parisa me da una bofetada con el dorso de su mano que deja mi cara enrojecida.
—Porque una asquerosa bastarda como tú no va a convertirse en la reina de nada. Mucho menos antes que yo. Buena suerte con tu examen de virginidad en Stormwolf. Vamos a ver cuánto demoran en echarte a patadas como lo que eres: una basura.
Parisa sale de la habitación sabiéndose victoriosa. Caigo de rodillas en el suelo y dejo que el llanto sin control se apodere de mí. Pensé que había sido una tonta que se dejó llevar, pero ahora sé que no fue mi culpa.
Sin embargo, nada de eso importa, si en Stormwolf se dan cuenta de mi nueva condición, me echarán.
Me quedo llorando hasta que mis lágrimas se secan, encogida en mi propio cuerpo sin saber qué hacer. Me entregué a un desconocido y ahora ni siquiera sé qué futuro me espera.
“No seas tonta Gaia, levántate, ve a ese reino, y si no funciona, de todos modos podrás irte para siempre de Miridian”.
De nuevo, esa voz en mi cabeza, a veces pienso que estoy loca, porque no creo que mi propia conciencia me conteste de esa manera. Aun así, la voz es la única con sentido común.
Sea cual sea el resultado, es mil veces mejor que estar aquí. Acabo arreglando mis cosas, me cambio de ropa y a la media mañana estoy lista para tomar el carruaje que me llevará a un destino incierto, pero nuevo.
Mientras me subo al carruaje, observo a Parisa mirarme con una sonrisa burlona mientras me dice adiós con la mano. Le sostengo la mirada y de pronto ella se detiene. Ojalá no la vuelva a ver nunca más, porque nada podría ser peor que esto, ¿o sí?
CAPÍTULO 8: LA PRUEBA DE VIRGINIDADGaiaEl sol del mediodía incide con furia sobre nuestras cabezas. El carruaje finalmente se detiene frente al imponente palacio de Stormwolf y si antes creía que Miridian tenía un gran castillo, ahora sé que es una choza en comparación a esta monstruosidad.Las torres son tan altas que se pierden al mirar hacia arriba con el reflejo del sol y el terreno se extiende hasta atrás por tantos kilómetros que pareciese que no tiene fin.Un sirviente abre la puerta de mi carruaje y me ofrece la mano para bajar. Mi corazón late desaforado, estoy muy nerviosa, en especial por lo que dijo Parisa. ¿De verdad me harán una especie de prueba de virginidad? ¿Cómo podrían saberlo?—Bienvenida al reino de Stormwolf, señorita Gaia —dice con solemnidad.—Gracias —respondo con una sonrisa nerviosa.—Antes de conocer al Rey, deberá pasar por nuestro ritual de luna para saber si es apta —explica.—¿Ritual de luna?—Así se llama a la tradición, la Luna del reino debe ser u
CAPÍTULO 9: ¿CUÁNTAS CASUALIDADES PUEDEN SUCEDER EN UNA NOCHE?NikolaiUn par de hermosas lobas se encuentran a mi lado complaciéndome, las dos mujeres tienen buena destreza con la lengua en mi fal0, provocando que tense mis músculos. Cierro los ojos y de pronto la imagen de la humana de la noche anterior aparece en mi mente sin que lo pueda controlar; lejos de que eso sea un problema, acaba por excitarm3 más… sim embargo, de la nada, mi madre irrumpe en la habitación abriendo las puertas de par en par y arruinando por completo mi momento privado. Las dos chicas se levantan de mi entrepierna con vergüenza y cubren sus rostros, apresurándose a ponerse algo de ropa. —Madre, ¿es que acaso no sabes tocar? —Saca a tus perr4s de aquí ahora mismo —ordena mientras yo me levanto de la cama y cubro mi cuerpo con una bata negra. Le hago una seña con la cabeza a ambas lobas para que se vayan, no sin antes guiñarles un ojo para recordarles que pronto tendrán que volver. —¿Qué necesitas, madre?
CAPÍTULO 10: ¿SOY TU CONCUBINA? GaiaNo puedo salir de mi asombro, esto es mucho peor que una pesadilla. No puede ser que el hombre al que me entregué anoche sea el mismo con el que debía casarme. Todo lo que dice carece de sentido para mí, ¿cómo es posible que esté embarazada? Y sobre todo ¿Cómo es que él lo sabe? ¿Y por qué se refiere al supuesto bebé como un cachorro? Nada de esto tiene sentido, estoy aterrada y todo lo que quiero es huir de este lugar ahora mismo. Sus ojos azules que anoche me miraron con deseo hoy me ven con un desprecio que no creo merecer.—No puedes encerrarme aquí, por favor, yo no he hecho nada malo —suplico intentando apelar a algún lado bueno de él. Sé que éramos unos desconocidos anoche, pero sé que él sintió la misma conexión que yo, al menos debería tenerme algo de compasión.—Te quedarás aquí porque yo lo ordeno. Y te lo advierto, no te conviene que nadie se entere de esto. No voy a matarte si es lo que crees, serás… mi placer culposo si es que hay
CAPÍTULO 11: BUSCA OTRA ESPOSANikolaiLa pequeña lubina es un problema con el que no contaba. No solo es la mujer con la que estuve hace dos noches, sino que además lleva en mi vientre a mi primogénito. Sé que tal vez es un error mantenerla cautiva y en secreto, pero si mi madre descubre la verdad sobre el cachorro en su vientre, enloquecería. Haría que la chica lo abortase y luego la mataría. Yo en cambio tengo otros planes para Gaia.Ese cachorro debe nacer, todo lo que me importa es tener un heredero y quién sabe cuándo mi madre podrá encontrar otra Luna apta.Sin embargo, para el resto del palacio, Gaia debe desaparecer.Llego al ala de descanso donde mi madre y mi padre se encuentran conversando. Ambos viven y mi padre fue Rey de estas tierras por muchos años, pero ya es un viejo lobo que no podría dar batalla si algún otro Alfa de reinos rivales quisiera reclamar este reino. Por eso ahora yo soy el gobernante, el Rey Alfa de todos los lobos de Stormwolf.—Madre, padre —saludo c
CAPÍTULO 12: AL COSTO QUE SEAParisaHan pasado varios días desde que la tonta de Gaia se fue a Stormwolf para casarse con el Rey, sin embargo, creía que regresaría con la vergüenza de haberlos engañado y sería desechada como lo que es, una bastarda que no vale nada.Pero eso no ha ocurrido, de hecho, no sabemos nada de ella y eso me pone nerviosa. No puede ser que haya logrado salirse con la suya y casarse con un Rey de otro reino, sobre mi cadáver dejaré que algo así suceda.Mi padre ha estado tranquilo pues recibió la dote que le prometieron y ahora el reino podrá pasar bien el invierno. No obstante, yo no puedo quedarme de brazos cruzados. He escuchado que en tierras más lejanas existen cosas que escapan de nuestra comprensión, magia, criaturas sobrenaturales. No creo en nada de eso y nunca he visto algo parecido, pero estoy desesperada y necesito encontrar una solución; Gaia no puede ser quien se case.—Princesa, ¿está segura de lo que va a hacer? Es muy peligroso internarse en
CAPÍTULO 13: YO SERÉ LA ELEGIDAParisaEl camino hacia el reino de Stormwolf es largo, pero voy confiada en que conseguiré mi objetivo. Mi padre no quiso darme su bendición pensando que lo que voy a hacer es una locura, pero le aseguré que Gaia no se ha casado aún con el Rey y que la traeré de vuelta demostrándole que la bastarda le mintió. El carruaje me lleva a buen ritmo y al parecer llegaremos para el atardecer. Mi dama, Wise, me acompaña.—No puedo creer que sea real, que lo haya conseguido —me dice.La rosa blanca que me dio la bruja ahora hace parte del tocado de mi cabello, la mantendré siempre cerca para asegurarme de que funcione.—Bueno, eso lo veremos al llegar.—¿Y si Gaia ya se casó con el Rey?No le contesto enseguida, dirijo mi vista hacia la ventana para observar el paisaje. Si la bastarda ha logrado su cometido, entonces tendré que inventar alguna excusa para quedarme en el palacio y arruinarle el matrimonio de alguna forma. —No tiene idea de lo que soy capaz, me r
CAPÍTULO 14: NOCHE DE LUNA LLENAGaiaYa he perdido la cuenta de cuántos días he pasado aquí encerrada. Solo la sirvienta, que luego supe que se llama Karine, viene a traerme comida y agua durante el día, mientras que en las noches Nikolai se acerca a mi prisión y se dedica a verme durante toda la noche. No entiendo su comportamiento, no me toca, no se acerca, simplemente me mira dormir, o al menos el cree que estoy dormida, porque lo único que hago es fingir. El miedo me paraliza y la incertidumbre de no saber si esa noche me hará algo o no, no me deja conciliar el sueño.Aun así, he tratado de seguir el consejo de Karine. Mantenerme sumisa y callada al menos me ha librado de que Nikolai me tome por la fuerza, pero no sé cuánto tiempo más me va a durar la suerte.Hoy puedo ver el sol ocultarse en el horizonte y después con el paso de los minutos, la oscuridad cubre el cielo y la luna llena emerge desde el otro lado, redonda y perfecta. Siempre me ha llamado la atención mirarla, per
CAPÍTULO 15: LA NUEVA PROMETIDA NikolaiMis ojos se tornan rojos mientras me miro al espejo en mi habitación. La noche que acabo de pasar con Gaia ha sido mucho más de lo que esperaba, nunca había sentido una conexión tan fuerte y un llamado tan intenso para tener a una loba entre mis brazos como con ella. No sé ni cómo pude controlar a mi lobo para evitar que saliera, la luna llena influjo demasiado en mí y ella estaba en celo, tampoco pudo resistirse a mí.A pesar de eso, creo genuinamente que Gaia no tiene idea de lo que es, pero tampoco pienso decírselo.“Nikolai, no puedes ignorar lo que sientes por ella, es una lubina, sabes que no se transformará hasta que despierte a su loba”, habla Maheegan en mi mente. —No digas estupideces Maheegan, no puede ser que después de ciento cincuenta años, la diosa luna me haya dado una Mate en una loba que ni siquiera sabe lo que es. ¿Quién sabe cuál será su linaje?, además, debe ser una Omega. Un Rey como yo jamás podría tener de Mate a una Om