Oscuro, así había iniciado el día para Enola al intentar dar un paso y caer con todo su peso al piso sin poder ponerse en pie nuevamente por su propia cuenta. Los gritos, la desesperación y los insultos no tardaron cuando Tanok la ayudó a ir al baño para hacer sus necesidades. Una inválida, así se
―Es por aquí. ―Tanok empujó la silla y Enola no hacía más que irritarse. ―Es aquí. ―Miró su reloj de pulso. ―Justo a tiempo. ―Pasó de la mirada de su mujer y agrandó la sonrisa al ver lo que estaba buscando. ―Déjame poner el freno o esto se va a poner feo. ―Rápidamente, le puso los frenos a la silla
La mujer de piel oscura, cabello rizado, ojos verdes y sonrisa sensual se centró en Andrés, para Tanok eso fue gracioso, acostumbra a que las mujeres lo noten a él por lo varonil que es. Andrés es un hombre promedio, pelo castaño, piel blanca y no tan atractivo, pero sin duda su personalidad lo es t
―¿Es en serio? ―Enola miró a su esposo con gesto duro. ―Se suponía que llegarías más tarde, no más temprano. ―Le reclamó. ―Ok… ok… escuchen esto. ―Se apresuró a tomar asiento frente a su esposa y los niños. ―Una chica se nos acercó al bar e hizo conexión inmediata con Andrés, ¿Y adivinen qué? ―Los
Felicidad, esa es la palabra con la que Enola describiría la última semana, sus hijos han traído de vuelta las risas y la diversión, ella finalmente piensa en algo más que su salud y está dispuesta a seguir luchando hasta el final para encontrar a la única mujer que le puede explicar lo que le está
―¿Sabes? Hay algo con ella que no me deja quieta… ―Se puso pensativa. ―Es hermosa, sé que tiene buen corazón, pero esa mirada tiene muchas cosas. ―Miró a su hombre a los ojos. ―Si algo tenemos los Dioses es que podemos descifrar todo lo que una persona es y siente con solo mirarla a los ojos y por m
Los niños no se preocuparon por el tema de los chicos que pretendían hacerlos sus esclavos porque según ellos era su territorio, pero pronto cambió todo. Dos hombres con cara de asesinos acompañados de los tres chavales llegaron a la casa de Enola y Tanok.―Quiero que se queden aquí, ¿Entendido? ―Ta
―Andrés, necesito que te quedes aquí, debo ir por mis hijos. ―El hombre apenas podía hablar, ¿Cómo es que esos dos niños pudieron desaparecer así sin más y al otro le esté saliendo un cálido resplandor de las manos? ¿Qué es lo que estaba pasando? Se preguntó mirándolo todo atónito. ―Papá, necesito