―¿Es en serio? ―Enola miró a su esposo con gesto duro. ―Se suponía que llegarías más tarde, no más temprano. ―Le reclamó. ―Ok… ok… escuchen esto. ―Se apresuró a tomar asiento frente a su esposa y los niños. ―Una chica se nos acercó al bar e hizo conexión inmediata con Andrés, ¿Y adivinen qué? ―Los
Felicidad, esa es la palabra con la que Enola describiría la última semana, sus hijos han traído de vuelta las risas y la diversión, ella finalmente piensa en algo más que su salud y está dispuesta a seguir luchando hasta el final para encontrar a la única mujer que le puede explicar lo que le está
―¿Sabes? Hay algo con ella que no me deja quieta… ―Se puso pensativa. ―Es hermosa, sé que tiene buen corazón, pero esa mirada tiene muchas cosas. ―Miró a su hombre a los ojos. ―Si algo tenemos los Dioses es que podemos descifrar todo lo que una persona es y siente con solo mirarla a los ojos y por m
Los niños no se preocuparon por el tema de los chicos que pretendían hacerlos sus esclavos porque según ellos era su territorio, pero pronto cambió todo. Dos hombres con cara de asesinos acompañados de los tres chavales llegaron a la casa de Enola y Tanok.―Quiero que se queden aquí, ¿Entendido? ―Ta
―Andrés, necesito que te quedes aquí, debo ir por mis hijos. ―El hombre apenas podía hablar, ¿Cómo es que esos dos niños pudieron desaparecer así sin más y al otro le esté saliendo un cálido resplandor de las manos? ¿Qué es lo que estaba pasando? Se preguntó mirándolo todo atónito. ―Papá, necesito
―Solo queremos a mamá de vuelta. ―Huilén la miró con lágrimas en los ojos. ―Tienes humanidad, simplemente la reprimes porque temes que te vuelvan a dañar. ―Se acercó más a ella. ―Por favor… devuélvela y yo me iré contigo. ―¿Qué? ―Tanok miró a su hija perplejo. ―Ella dijo que deseaba tener una apre
―Eres el mejor padre que les pudo tocar a esos niños. ―Lo miró molesto por su tontería. ―Le has regresado a su madre, ¿Crees que de tener una oportunidad como esa yo no hubiera renunciado a lo que sea por devolverle la madre a Valentina? Tu hija lo dijo, es mejor sin ella ocho años, a estar sin su m
―Deberíamos estarnos preparando para recibir a nuestra hija. ―Tanok no la escuchó, le arrancó la blusa. ―Tanok, no… no… ―Lo señaló a par que retrocede, pero su hombre está hambriento de ella y sabe muy bien que no va a retroceder. ―¡Tanok! ―Chilló al verse contra la cama y su hombre aprisionándola p