La giro bruscamente y la empujo contra la puerta. Mi boca no se aparta de la suya, hambriento, invadiéndola como si no existiera un mañana. Mis dientes atrapan la curva de su hombro desnudo, dejando marcas mientras mis manos trabajan rápido en el cinturón. Lo desabrocho y bajo el pantalón lo justo p
|Aisling Renn| Hoy es el día de nuestro regreso a Berlín. Pensé que sería un día demasiado triste, pues tendría que despedirme de mi nueva familia, pero Alaric me ha dado el mejor regalo de todos: permitir que se vayan con nosotros para comenzar una nueva vida en la ciudad. La casa queda intacta,
Allí, en la zona de arribos, varios autos negros nos esperan. Al frente, con su inconfundible figura recta, está Gerd, quien al vernos alza una mano para saludarnos. —¡Bienvenidos de vuelta! —exclama con entusiasmo mientras se acerca. —Gerd, ¡qué gusto verte! —respondo, estrechándolo en un abrazo.
Me dejo caer sobre la cama, exhausta. Cierro los ojos con fuerza, intentando frenar la sensación de vértigo que persiste incluso estando acostada. Es un malestar insoportable. Quiero volver al baño, pero mis fuerzas no me lo permiten. Sin darme cuenta, me quedo profundamente dormida. Cuando despier
Dorothea asiente, saludándolos con cortesía. —Y a ustedes, permítanme presentarles a Dorothea, mi mejor amiga —añado con orgullo. Todos intercambian saludos cordiales, aunque la conversación queda en lo básico. —Después te cuento los detalles —le susurro al oído, tocando suavemente su brazo para t
Ella se queda en silencio un momento, asintiendo despacio. Luego, como si hubiera recordado algo importantísimo, se incorpora de golpe y saca un pequeño paquete de su bolso. —¿Quieres? —me pregunta, sosteniendo frente a mí lo que parece ser... ¿un paquete de cecina cubierta de algo brillante?. —¿Q
El procedimiento no toma mucho tiempo, pero cada segundo parece una eternidad. Dejo el test sobre el lavabo y me siento en el borde de la bañera, mirando el pequeño dispositivo como si fuera una bomba a punto de explotar. —¿Ya? —grita Thea desde el otro lado de la puerta—. ¿Qué dice?. —¡Aún no lo
|Dorothea Weber| Volver a casa con el secreto del embarazo de Aisling atorado en mi garganta es lo peor del mundo, pero encontrar a mi tío Tito en la sala de estar, justo donde solía esperar antes, lo mejora todo. Está sentado junto a mi padre, conversando sobre algo que no alcanzo a escuchar. Un