Abre los ojos y me observa en silencio, levantando ligeramente la cabeza para mirarme de frente. —¿Qué pasa? —pregunto, intrigado por la intensidad de su mirada. No responde de inmediato. Sus ojos se clavan en los míos, explorándome como si buscara algo más allá de lo evidente. Su intensidad me de
Ella entrelaza sus manos con las mías, su mirada llena de preocupación. —Me dijiste que no te apresurarías —me recuerda con suavidad—. ¿Estás segura, mi niña?. —Sí, Nana. Quiero estar con Alaric. Ahora no hay nada que nos impida estar juntos. Sé que... la pasé muy mal a su lado, pero también sé qu
Alaric Kaiser| Esto es peor que una conferencia de prensa llena de reporteros con preguntas imposibles de esquivar. Peor que tener que esquivar paparazzis en cada esquina. Aquí hay ojos curiosos, murmullos que no cesan, miradas pícaras y risitas mal disimuladas de puro cotilleo. Y aquí estoy yo,
Me lavo las manos y salgo, secándome en el delantal. Supongo que para eso está. Sin embargo, al regresar al mostrador, me detengo en seco: Aisling está riendo animadamente con tres chicos. Tres. «Cálmate, Kaiser, aquí no», me repito como un mantra. Sé perfectamente quiénes son. Son sus compañeros
—Oye, donde hay miel siempre hay abejas... o moscas —bromea con una sonrisa burlona—. Mira a Lilith, tiene un montón de pretendientes, pero solo son eso: pretendientes. —¿Y no te molesta? —le pregunto como si acabara de descubrir que tiene superpoderes. —Claro que me pongo celoso a veces, pero no
—No lo sé —dice Robert al final, suspirando—. Es una decisión que se debe de tomar entre todos. Conociendo a Camelia...dudo mucho que quiera. Es una anciana independiente. —De eso me encargo yo —digo con firmeza—. Si puedes convencer a Lilith, yo me ocuparé de Camelia. Será pan comido. —¿Estás se
La giro bruscamente y la empujo contra la puerta. Mi boca no se aparta de la suya, hambriento, invadiéndola como si no existiera un mañana. Mis dientes atrapan la curva de su hombro desnudo, dejando marcas mientras mis manos trabajan rápido en el cinturón. Lo desabrocho y bajo el pantalón lo justo p
|Aisling Renn| Hoy es el día de nuestro regreso a Berlín. Pensé que sería un día demasiado triste, pues tendría que despedirme de mi nueva familia, pero Alaric me ha dado el mejor regalo de todos: permitir que se vayan con nosotros para comenzar una nueva vida en la ciudad. La casa queda intacta,