Paso saliva. Mi corazón empieza a latir más rápido de lo normal. —Kukla —se acerca y se sienta en la camilla—. ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste?. —No —respondo, seca. —Qué linda. Yo, mucho más —besa mi mejilla vendada sin pedir permiso—. Mira lo que traje. Un regalo. Bajo la mirada hacia las orquíde
—No he pedido la opinión de nadie. Voy a replicar, pero algo llama mi atención: el anillo de bodas que siempre llevaba ya no está en su dedo. Levanto la mirada, y sus ojos ya estaban fijos en mí. Azules, intensos, tan fríos como el acero. —¿Ya te has divorciado? —pregunto en voz baja. Él sonríe.—N
¿Follarme a mi tío? ¡Qué asco!. Empujo a Artem con fuerza, y el beso se rompe con un chasquido. Sus ojos, encendidos de furia, dejan claro que quiere volver a intentarlo, pero no le doy oportunidad. —¡Es mi tío! —grito antes de que se acerque—. ¿Por quién me tomas, bastardo? ¡Quítate de encima!.
Me zafo como puedo, sujetando sus muñecas con fuerza y empujándola hacia la cama. Queda allí, con el cabello desordenado, la respiración entrecortada y una furia que la desborda. Parece una completa loca. —¿Qué demonios crees que haces? —le espeto, furioso—. ¿No te basta con todo lo que has provoc
Me responden casi al instante, y se nota en su voz lo emocionados que están por el desastre que están a punto de desatar en los medios. *** |Aisling Renn| "Escándalo: Boda del magnate Alaric Kaiser cancelada tras revelaciones sobre su prometida, Margaret Adams. La esperada boda entre el magnate
|Alaric Kaiser| El regreso a la mansión fue un reto. Los periodistas bloqueaban la entrada, hambrientos de más información, aunque ya había respondido lo necesario. No tengo intención de añadir nada más; lo único que deseo es dejar este asunto atrás, terminar con todo de una vez. Sin embargo, ap
Ambos fruncen el ceño. No están de acuerdo. Era obvio. —Nuestra hija no debe ir a la cárcel —declara el señor Adams—. Podemos llegar a un acuerdo, pero exigimos que Margaret no sea procesada. Hay otras maneras de reparar los daños sin arruinar su vida. —¿No ser procesada? —mi tono es frío mientra
Saco la grabadora de mi bolsillo y reproduzco la grabación editada donde Chiara declara en contra de ella. —Esta grabación lo confirma todo —digo, deteniéndola en el momento justo—. ¿Aún pretendes culparme? Lo que te hizo esa gente no es mi responsabilidad. —¡Estás mintiendo, maldito! —Margaret es