—¡Quítate del medio, m*****a sea! —gruñe furioso. —¡No me muevo! —le grito, enfrentándolo con una determinación suicida—. ¡Ya basta, Artem! Déjalos ir. ¿No te dijeron que fui yo quien se les lanzó encima? Si alguien merece el tiro, soy yo, no ellos. Sus ojos chispean con un odio visceral, su mand
|Aisling Renn| El sol de la mañana se filtra por la ventana. Abro los ojos y parpadeo, moviéndome hacia un lado para tantear la cama, esperando encontrar a Thea todavía dormida, quizá con la misma ropa de anoche en lugar de pijama. Para mi sorpresa, estoy sola. Me incorporo en la cama justo cuand
—¿Sin importarte siquiera lo que dijo esa mujer ayer? —inquiero con curiosidad. El tema me afectó personalmente, y estoy segura de que a ella mucho más—. No quiero ser entrometida, pero me tomó por sorpresa. —Me afectó, es verdad —admite con naturalidad—, y, de cierta forma, tú ya me lo habías adve
Un olor extraño, áspero y desconocido invade el aire. El frío cala en mi piel, haciendo que los vellos se ericen como púas. Tengo la garganta seca, irritada, como si cada respiro arrastrara brasas. Mi nariz arde; la sensación es tan intensa que parece fuego contenido en mis fosas nasales. Mis párpa
Los pasos se detienen justo frente a la puerta. Mis ojos no se apartan de ella, esperando, cada segundo más largos que el anterior. La estructura de hierro deja escapar un chirrido metálico cuando la llave entra en la cerradura. El sonido de la llave girando se amplifica en el silencio absoluto, y m
—Estás loco... —murmuro, temblando. —Lo sé, nena —responde con un deje de satisfacción mientras acerca el vaso a mis labios—. Ahora, bebe un poco de agua. Te ves sedienta. Lo miro con ojos afilados, cada célula de mi cuerpo buscando una forma de resistir. Artem, notando mi intención, sonríe de lad
Me encontraba tan destrozado emocionalmente por la avalancha de problemas que me agobiaban, que terminé refugiándome en mi bar privado. Bebí varias copas, intentando ahogar ese sabor amargo que el dolor había dejado en mi pecho. Pero incluso con el alcohol corriendo por mis venas, no podía apartar a
Pero me negaba a aceptarlo. No deseaba a Margaret de esa manera, como mujer, no podía ser posible. ¿Cómo había sucedido esto?. Sin embargo, las pruebas eran irrefutables. Las marcas recientes en su cuello, las heridas en sus labios, todo indicaba que había ocurrido la noche anterior. No podía negar