—Si querías que fuera el ángel en tu vida —su voz es un susurro desgarrado—, primero debiste crear un cielo para mí. Los ángeles no viven en el infierno, Alaric. Sus palabras caen sobre mí como un golpe final, aplastando lo poco que quedaba de mí. La veo, como si estuviera frente a un reflejo de to
Su agarre se hace más firme alrededor de mi cuerpo, y cuando sus sollozos suaves resuenan en mi espalda, siento cómo mi pecho se contrae. Me doy la vuelta de inmediato y la veo. Está llorando. Retrocede un par de pasos, bajando la mirada como si quisiera esconder las lágrimas que resbalan por sus m
No sé cuánto tiempo pasa. Solo sé que, en algún momento, ha terminado de vendar mis manos, y yo no dejé de mirarla ni un segundo. Ella también se ha dado cuenta. Nuestros ojos se han encontrado un par de veces, y, a pesar de la sangre en mis manos, sus mejillas están sonrojadas, como si fuera la pri
Margaret aparece, sus ojos se abren de par en par al observar el desastre en la habitación, los muebles destrozados, los vidrios en el suelo. Su horror inicial se transforma en desconcierto cuando sus ojos se posan en Aisling, de pie a mi lado, y luego en mis manos cubiertas de vendajes. En su rostr
—Sí, ya… ¡Eso no importa ahora! ¿Qué demonios pasó?. —Alaric destrozó la habitación —le cuento mientras me quito el vestido, arruinado con su sangre—. Deberías haberlo visto; estaba tan enojado como… dolido. —¿Ahora le tienes lástima? Si hubieras visto cómo llorabas esa vez en mis brazos, como si
Bajo la imagen, hay un mensaje: es mía. —¿Sabes que ese tipo casi me mata por tu culpa? ¿Por qué no me dijiste que estabas saliendo con alguien? —no puedo responder; me quedo congelada, sin palabras—. Dejé de llamarte y de enviarte mensajes porque ese tipo me amenazó. Me dijo que dejara de tener co
|Aisling Renn| Han pasado dos días desde el incidente en la cena. He hecho todo lo posible por evitar a Alaric y a su prometida. No he tenido ánimo de salir de la mansión, aunque he mantenido contacto con Marcus, quien ha querido venir a verme, pero lo he disuadido por Alaric. Primero necesito que
—Alaric, por favor... —suplico, sin saber si quiero que se detenga o acelere. —Me deseas —gruñe contra mi mejilla—, tanto como yo a ti, Liebling. Me baja las bragas hasta la mitad de los muslos y hunde sus dedos más profundamente, con una intensidad que hace que gima alto, tapándome la boca para s