—Porque estaba enojada. Estoy harta de tener que lidiar con esas mujeres rondándote, son como moscas. ¿Cómo crees que te sentirías tú en mi lugar? Tener que soportar hombres que dicen haber estado conmigo, cruzarte con alguno en cualquier esquina, que me miren como si tuviera un letrero en la frente
—Eso es cruel. —Entonces hazlo. —No es que no quiera, pero son demasiados contactos. —¿Qué? —se sulfuró aún más—. ¿Con cuántas mujeres te has acostado?. Él vaciló, notando cómo sus ojos se estrechaban, cada vez más furiosos, como si estuviera a punto de lanzarse sobre él. —No tantas... al meno
|POV: Alaric Kaiser| Sus ojos me dicen nada y todo a la vez. El líquido tibio se acumula en su párpado inferior, amenazando con derramarse una vez más. Lágrimas solitarias escapan, deslizándose por el rabillo de sus ojos, siguiendo el contorno de su sien antes de perderse en la raíz de su cabello a
Intenta pelear conmigo cuando me acerco, tratando de apartarse, de esquivar mis labios que sólo quieren devorarla. Pero sé exactamente cómo domarla, cómo reducir su resistencia a cenizas, y no pienso detenerme hasta tenerla completamente rendida debajo de mí. Las palabras suaves ya no funcionan, mis
|POV: Aisling Renn| No ha dicho nada desde que le solté aquellas palabras. Va al volante, conduciendo de regreso a la mansión. No parece molesto, pero su silencio me resulta inquietante. En otro momento, ante mi advertencia, habría respondido de alguna forma, siempre buscando ir un paso adelante de
Alaric no responde, y sus ojos tampoco me revelan nada. En cambio, se inclina y me besa suavemente en los labios, como si estuviera probando algodón de azúcar, dulce y etéreo, que se disuelve al contacto. Sus labios permanecen sobre los míos unos segundos más, largos y pausados, como en una escena d
Lo vi marcharse. Alaric solo se inclinó, depositó un beso en mi frente y se despidió. Subió a ese auto junto a su asistente y algunos de sus hombres, sin mirar atrás. Me quedé plantada en la puerta de la mansión con Kate a mi lado, observando cómo la nube de polvo que levantaban los neumáticos se de
«Malditos intrusos, justo en la mejor parte». Bajo las escaleras a toda prisa. Una sirvienta estaba a punto de abrir la puerta, pero la detengo justo a tiempo. Mis padres no están en casa; siempre llegan en la tarde después del trabajo, y si ya hubieran llegado, entrarían con sus llaves, no tocando