Este grandísimo hijo de su madre cree que tiene el derecho de venir a mi casa a mangonearme con mi padre. Nunca, en la vida, he pretendido ser la niña perfecta de papi y mami, y mucho menos voy a permitir que una bestia igualada y desconocida como Artem Zaitsev se meta en mi vida sin antes haberlo p
POV: Artem Zaitsev Desde la penumbra de la puerta, mis ojos se clavan en ella. La pequeña y atrevida, desvergonzada como ninguna, montando a ese tipo como si no le importara nada. O peor aún, como si le encantara saber que estoy aquí, mirándola. No puedo evitar sonreír, un tanto irónico. ¿Realment
—Cuando esté desocupado, te escucho —le responde su padre con una sonrisa cariñosa. Entonces, ella se vuelve hacia mí nuevamente. —¿Lo disfrutó, señor Artem? —pregunta con un tono inocente. Su padre frunce el ceño. Maldición, ¿qué intenta esta mocosa?. —¿De qué hablas? —pregunta Klaus, algo conf
POV: Aisling Renn Tres días. Han pasado tres días desde que Alaric se fue. Durante este tiempo lo he llamado; a veces está ocupado, y en otras solo intercambiamos frases cortas sobre cómo estoy, conversaciones breves que no llenan el vacío que siento. ¿Lo peor? Siento que nos estamos distanciando,
Hoy vendrá. No dormí en toda la noche pensando en su regreso. La emoción se me notaba tanto que incluso Dorothea empezó a sospechar de mi comportamiento. Pero no me importó; estaba feliz, por fin Alaric se quedaría conmigo en Berlín, y no tendría que volver a irse. Me arreglo frente al espejo mient
De repente, mis pulmones arden. Me falta el aire, y el corazón me sube hasta la garganta. Un sentimiento extraño e inquietante me araña el pecho. Veo a Gerd y a los hombres de Alaric aparecer, no solo con su equipaje, sino también con otro conjunto de maletas, de un tono que coincide con el estilo
Paso junto a Thea como una bala. Se levanta de un salto del sofá al escucharme jadear. —¿Lin? —me mira, confundida, y comienza a seguirme escaleras arriba—. Aisling, ¿qué pasa? ¿A dónde vas? ¿Y Alaric? No respondo. Solo oír su nombre me provoca una mezcla de rabia y dolor. Cruzo el corredor rápida
Mis lágrimas vuelven a brotar al recordar cómo cambió todo en un instante. La promesa en su mirada, la ternura que pensé haber visto… todo desmoronándose con la aparición de esa mujer a su lado, su prometida. —¿Sabes lo peor? —digo, tragando el nudo en mi garganta—. Creo que me enamoré de él. Me du