Hoy vendrá. No dormí en toda la noche pensando en su regreso. La emoción se me notaba tanto que incluso Dorothea empezó a sospechar de mi comportamiento. Pero no me importó; estaba feliz, por fin Alaric se quedaría conmigo en Berlín, y no tendría que volver a irse. Me arreglo frente al espejo mient
De repente, mis pulmones arden. Me falta el aire, y el corazón me sube hasta la garganta. Un sentimiento extraño e inquietante me araña el pecho. Veo a Gerd y a los hombres de Alaric aparecer, no solo con su equipaje, sino también con otro conjunto de maletas, de un tono que coincide con el estilo
Paso junto a Thea como una bala. Se levanta de un salto del sofá al escucharme jadear. —¿Lin? —me mira, confundida, y comienza a seguirme escaleras arriba—. Aisling, ¿qué pasa? ¿A dónde vas? ¿Y Alaric? No respondo. Solo oír su nombre me provoca una mezcla de rabia y dolor. Cruzo el corredor rápida
Mis lágrimas vuelven a brotar al recordar cómo cambió todo en un instante. La promesa en su mirada, la ternura que pensé haber visto… todo desmoronándose con la aparición de esa mujer a su lado, su prometida. —¿Sabes lo peor? —digo, tragando el nudo en mi garganta—. Creo que me enamoré de él. Me du
|Aisling Renn| Algo me pica en la barbilla. Muevo la cabeza y hundo la mejilla en la almohada, pero mis ojos arden por la luz de la habitación. Abro lentamente los párpados, aún pesados, y lo primero que veo es una maraña de cabello. Thea está tumbada sobre mí, con su cara hundida en mi cuello, su
El atuendo es un conjunto de dos piezas: un crop top blanco de tirantes anchos con lazos en los hombros y un escote en “V” que me abraza al cuerpo, resaltando cada curva. La parte inferior es una falda plisada azul oscuro, corta y adornada con cadenas plateadas en un costado. —Tengo marcas aún visi
—Buenos días —saluda Thea con una sonrisa radiante, sosteniendo mi mano mientras nos dirigimos hacia la mesa. —Buenos días —responde Margaret con dulzura en su marcado acento inglés—. Pensé que no iban a bajar, chicas. Creí que mi presencia les incomodaba. —Oh, vamos, no deberías pensar de ese mod
La tensión en el ambiente es palpable, casi tangible. Veo cómo la vena en el cuello de Alaric late con rabia contenida, un latido que parece a punto de romper el silencio que él intenta mantener solo porque su prometida está presente. Pero sus ojos son otra historia, en ellos se dibuja una tormenta.