CAPÍTULO 7

Sale del bar. Se sube al auto y emprende el viaje hacia la casa de Lois. Su hermana. Llega. Estaciona el auto. Se baja de él. Toca el timbre de la puerta y espera a ser atendido. Se abre la puerta. Ella le sonríe y lo saluda con un fuerte abrazo. El lo corresponde. Lo deja pasar y le pregunta cómo ha estado a lo que Dominique le responde que ha estado bien. Ella se pone contenta al oír eso. Lo invita a pasar a la sala. Le ofrece una taza de café con galletas recién horneadas.

El lo acepta. Mientras toman el café con galletas, Lois le pregunta cómo le estaba yendo en el trabajo esta semana. Dominique le dice que le fue bien. Que a pesar de todo los problemas que pudo haber, le fue bien. Ella le sonríe y le responde: “Que bueno”. Dominique le agradece y mira a su alrededor. Le pregunta dónde está Alex a lo que ella le responde que estaba en el trabajo cubriendo a un compañero que estaba enfermo. Por lo que se encuentra sola en la casa con cachorro. Dominique se alegra al saber que ambos están bien. 

Lois no tarda en notar que algo extraño le sucede a su hermano, por lo que decide preguntar. Dominique le cuenta que la razón de porqué está tan preocupado, es por la hija de su jefe. Luisa. Le cuenta que la joven Omega esta enamorada de un Alfa que es dueño de una de las empresas más grandes de la Ciudad. Cuya empresa elabora autos de última generación. Pero ese no es el problema. El problema radica en que él sigue estando de pareja con una Omega de 15 años de edad. Se lo dijo a Luisa, pero ella no le creyó. Lois siente mucha pena al escuchar eso. E intenta convencer a su hermano de que hable de nuevo con ella. Dominique le dice que eso no va a funcionar. Si No le creyó a la primera, mucho menos lo hará a la segunda. 

Lois: “Debes hacerlo. Debes hacer que abra los ojos, y que entienda que ese Alfa no es para ella. O de última, dile la verdad a su padre”. comenta, a lo que Dominique responde: “No puedo. Hice un trato con ese Alfa. Le dije que no le diría nada a su padre sobre su relación con esa cachorra, si me dejaba salir con Luisa. Al final. Creo que lo eché a perder. Porque…le termine diciendo la verdad a ella. Más estupido no puedo ser. No sé por qué lo hice, pero al final todo…”.

Luisa lo entendía. Ella sabe las cosas que pasan por la mente de su hermano. Es por eso que le dice lo siguiente: “Una parte de ti siente algo por ella. Y no puedes ver que otro la lastime. Pero…te sientes en la obligación de contradecir a ese alfa y decirle la verdad a tu jefe. Si te soy sincera. Deberías decirle la verdad. Solo así estarás tranquilo contigo mismo”.

Dominique, ante la duda, no está seguro de querer decirle la verdad a su jefe. Pero sabe que si no se lo dice, las represalias con él pueden ser peor. Lo piensa. Tiene miedo. Las dudas cada vez se hacen más grandes. Y los sentimientos y emociones le comienzan a jugar en contra. Entonces, ¿qué debe hacer?. Lo sigue pensando y finalmente decide obedecer a su hermana. Por el contrario. Para ponerle un punto final a la conversación, pregunta su sobrino. Lois le cuenta que está durmiendo en su habitación. Dominique pide permiso para ir a verlo. Luisa: “Claro. No hay problema”.

Lo lleva hasta la habitación del pequeño. Una vez ahí, se acerca a la cuna. Se enternece al ver que está dormido. Le acaricia su cabeza con amor. Y le da un beso en la mejilla. Voltea a ver a su hermana con una leve sonrisa. Ella le responde de igual manera. Ambos salen de la habitación. Se dirigen a las escaleras. Mientras bajan, Lois le pregunta si se va a quedar a cenar. Dominique le dice que no cree que lo haga, ya que tiene que volver a la mansión a seguir trabajando. 

En eso se abre la puerta de entrada. Es Alex, quien se sorprende al ver a su cuñado en la casa. Lo saluda estrechando su mano con la de él. Álex: “Dominique. Que sorpresa. La verdad no esperaba verte en casa”. Lois responde diciendo: “Vino de visita. Pero al aparecer ya se tiene que ir”. Álex no esperaba esa respuesta, por lo que se aflige:”O que lastima. La verdad esperaba que pudiéramos hablar de aquel tema que nos quedó pendiente, ¿te acuerdas? Lo que yo te dije sobre…Bueno, ya sabes”.

Dominique lo lamenta: “Si, me acuerdo. Y lo lamento. Otro día vendré y lo podremos hablar con más calma”. Álex no se queda muy convencido, porque era algo que esperaba poder conversar en esos momentos. 

Lois mira a Dominique y le dice: “Creo que lo mejor es que te quedes a cenar y hables con él. Porque lo creas o no, Alex no estará tranquilo hasta que ambos hablen de lo que tienen que hablar”. Al sentirse acorralado entre la espada y la pared, Dominique lo acepta.

Lois y Alex se ponen felices. Lois: “Muy bien. Mientras ustedes hablan yo voy a preparar una cena deliciosa para nosotros”. Va a la cocina, mientras que Alex invita a Dominique a la sala. Estando ahí, le ofrece beber un vaso de whisky. Ambos toman asiento y comienzan a hablar sobre la nueva oferta de trabajo que desde hace meses Álex la tiene reservada para Dominique.

Pero que solo se la dará, si él deja el trabajo que tiene con la mafia. Dominique: “Sabes que no puedo hacer eso. Tú mismo sabes como es la mafia, cuando intentas salir de ese mundo”. Álex: “Lo sé. Pero vale la pena intentarlo. Y más porque…puedo ver que algo de ese mundo te tiene preocupado. O…¿Porque estás tan pensativo?. Puedes decirme con toda confianza”. 

Dominique le explica la razón de porqué está así, tiene que ver con la hija de Víctor. Álex no puede creer lo que escucha. Jamás pensó que Luisa pudiera caer tan bajo. Es decir: negarse a escuchar y creer en las palabras de Dominique, cuando él siempre estuvo con ella cuando más lo necesitaba era algo difícil de aceptar. Sobre todo, cuando se trata de estar en las manos de alguien que lo único que quería era divertirse con ella, sin importarle en lo más mínimo sus sentimientos. 

*****

Termina de cenar y regresa a la mansión. Luisa está ahí. Se acerca. La toma del brazo pero ella lo rechaza. La vuelve a sujetar, pero ella reacciona una vez más y le da una cachetada. No tiene interés en hablar con él. El le dice que es necesario que lo escuche. La vida que le espera junto a ese alfa no es buena. Ella se niega a escuchar y sigue su camino. Dominique la sigue, pero es interrumpida por Víctor. Le pide que lo siga a su despacho.

Dentro, ambos toman asiento. Víctor le pregunta por tanta insistencia en hablar con ella. Dominique piensa, lo recuerda, pero no puede seguir ocultando más aquello que sabe. Decide hablar. Es más, le cuenta todo lo que acaba de pasar. También le dice las razones por las que quiere que Luisa se aleje de Raul. Víctor aún no lo entiende. Le pregunta: A ver, ¿Me puedes decir, que es lo que sucede?. Dominique lo piensa una vez más y le responde: Raul no quiere Luisa. Él está en pareja con una cachorra. Y solo está con Luisa por diversión. Víctor: ¿Eres consciente de lo que dices?

Dominique: Si. Porque fue él quien me lo dijo, respondió, como también fue él, quien me pidió que no se lo dijera a usted, confesó. Victor no sabe qué decir. Lo que se acaba de enterar es muy grave. Su hija está en manos de alguien que solo juego y se burla de sus sentimientos. No puede más con su molestia y enojo y llama a uno de sus soldados. Rafael. Llega al despacho. Se pone a las órdenes del Rey, quien le pide que busque a Raul y lo traiga ante él. Rafael acata la orden y sale del despacho dispuesto a cumplir con su cometido.

Mientras tanto, Dominique sale del despacho. Se dirige a su habitación. Pero antes de seguir se detiene. Escucha una conversación por teléfono. Es Luisa. Está hablando con Raúl. Harto de su actitud entra a la fuerza a la habitación. Ella le pregunta qué hace. El no dice nada y toma el celular. Lo revienta contra el suelo. Luisa se queda impresionada. No entiende porque Dominique hizo eso. Ella intenta recriminarle, pero él reacciona y la arroja a la cama. Se acerca y la mira a los ojos con rabia y enojo.

Dominique: ¿Por qué? ¿Me preguntas? Porque no puedo creer lo fácil que es entregar un Alfa que no vale la pena. Y que solo te utiliza. Tal como me lo dijo a mi. Porque…seamos sinceros. El único que no te ve como un objeto, y que te ha apoyado siempre, soy yo. Tu mejor amigo de la infancia, responde, mientras Luisa lo mira a los ojos teniendo los suyos llenos de lágrimas.

Dominique se aleja un poco de ella. Luisa agacha la cabeza y piensa en lo que ha pasado. Luego mira a Dominique y dice lo siguiente: Yo sé que Raul está con ella. Pero decidí confiar en que pronto se van a separar y seremos felices. Ahora tú me dices esto. Dices que viene de boca de Raul. Y ahora te pregunto: ¿En quién de los dos debo creer?, pregunta. Dominique espera unos segundos antes de responder lo siguiente: …En mi. Tu mejor amigo…

*****

Luisa no dice nada. Permanece callada. Dominique sale de la habitación. Se dirige a la suya, pero se detiene. Se oyen gritos desgarradores afuera. Baja las escaleras, Sale de la mansión. Rafel consiguió dar con Raul. Dominique ve como se lo llevan a la fuerza ante el Rey. Víctor lo mira. No dice nada. Solo ve como intenta escapar de las garras de sus hombres. Piensa: “Es inutil. Ellos no te soltaran”. Dominique sigue prestando atención a lo que pasa.

Nadie se percata de su presencia. Víctor procede a ser mano dura con el Alfa. Se pone a su altura y le dice lo siguiente: ¿Creíste que no me iba a enterar? Error. Porque no todos los que están aquí son tus amigos. Y te lo voy a demostrar, dijo y ordena a sus hombres a que lo golpeen, abusen de él y lo encierren en una celda, donde pasará hambre y nunca más volverá a ver la luz del sol. Raul grita y suplica pidiendo que  lo suelten, lo perdonen e incluso promete que no lo volverá a hacer. 

Los soldados se ríen y se burlan de él. Víctor tan solo observa la escena al igual que Dominique. En eso llega Luisa. Ve lo que pasa. Quiere ir corriendo tras de Raul. Pero Víctor se lo prohíbe. Le dice que no lo intente. Qué es inutil. Que como Alfa tiene que pagar por lo que hizo. Luisa lo defiende diciendo que es un buen Alfa. Que si se ha equivocado es por su culpa, porque ella no lo sabe complacer. Y es por eso que sigue de pareja con esa Omega. Su padre no le cree y ordena a uno de sus soldados que la regresen a la habitación.

Ella se resiste: Por favor, padre. Tienes que creerme. ¡Raul me ama!, ¡Yo soy la culpable de todo!, ¡Es a mi a quien debes castigar!, ¡Padre, por favor!. Nada de lo que dice lo hace cambiar de opinión. Ni siquiera la imagen desgarradora de ella clamando piedad por la vida de Raul. 

En cuanto a Dominique, permanece callado. Sabe que es inutil pedirle al Rey que lo deje en libertad. No se quiere arriesgar a perder su trabajo. O lo que es peor, no se quiere arriesgar a perder la vida, por ponerse a favor del “enemigo”. Por lo que solo deja que sus colega la lleven a la habitación (Ya habrá tiempo para hablar con luisa después), piensa el y sigue su camino. Esta vez, su recorrido lo lleva a parar en la entrada del laberinto. Muchos se perdieron en él, pero muy pocos salieron de allí con vida. Mientras piensa en dar una vuelta por el interior del laberinto, siente la presencia de uno de sus colegas a su lado.

Dylan. Sonríe al ver lo interesado que está su amigo por aquel sitio. Pero no es solo eso lo que lo lleva a esbozar una sonrisa. Sino el nivel de empatía que tiene por Luisa. Dylan: Vaya problema en el que te metiste mi amigo. Ya todos saben, que has estado encubriendo al enemigo. Y no se si lo sepas, pero eso amerita un castigo. Jeje, traidor.

Dominique no le responde. Sigue mirando el laberinto. Avanza hacia la entrada. Se detiene. Se da la vuelta, mira a su colega y dice lo siguiente:

Dicen que muy pocos salieron con vida de este lugar. Y que otros se perdieron. Ahora yo te pregunto: si entro a este lugar, ¿Me perdería o moriría?. Porque viendo lo cruel que es este mundo, ¿crees que me importaría ser considerado un traidor y recibir un castigo por eso?. No estoy huyendo. Lo que quiero decir es que: a esta altura de mi vida. Y con todas las cosas que me pasaron aquí, no me importa lo que pase conmigo, siempre y cuando la persona que quiero tanto, esté bien. Y esa es…Luisa…

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