Está inquieta. Lo que más le preocupa es su madre. Llama a su padre para preguntar cómo está, pero él nunca responde. Se pregunta: ¿Estará todo bien?. Mira por la ventana de su habitación, mientras espera ansiosa a que su padre regrese a casa. Pero nada. No hay rastros de él, por ninguna parte. Los minutos pasan y se convierten en horas. Las horas pasan y se convierten en días. ¿Qué estará pasando? Se pregunta. Sale de la habitación. Camina por el pasillo y se detiene. Mira a su izquierda. En la pared hay colgado un cuadro de una mujer muy bella. Es su madre. Se acerca y acaricia su imagen. De sus ojos salen pequeñas lágrimas.
Quiere llorar, pero no puede. Hace un esfuerzo y se contiene. Escucha que alguien abre la puerta. Se apresura. Es su padre. Llega a dónde está él, y lo saluda con un Hola y un beso en la mejilla. Le pregunta si todo está bien. El le dice que su madre sigue en terapia, pero que muestra signos de mejora. Eso a Luisa se alegra, ya que tiene la esperanza de que su madre salga adelante. Sin embargo, su padre no se ve muy convencido de eso.
Aún tiene dudas. Pero no se lo cuenta a su hija. No quiere que se preocupe más de lo que está. Por lo que le da un beso en la frente y sube las escaleras. Camina hacia la habitación y cierra la puerta. Mientras tanto, Luisa va a la cocina y prepara una comida deliciosa para los dos. Sirve la comida a la mesa y espera a que su padre salga de la habitación.
Con respecto a ella, sigue feliz por la noticia que acaba de recibir. Porque piensa que aquello es una buena señal. Una señal de que su madre muy pronto estará de nuevo en casa.
*****
Se pone una ropa cómoda y sale del cuarto . Camina por el pasillo. Baja por las escaleras y va a la cocina. Entra en ella y ve a su hija sentada en la mesa. Luego de observar la comida la mira de nuevo a ella y sonríe. Ella le responde de igual manera. No obstante, lo invita a tomar asiento. Una vez sentados, ambos comienzan a disfrutar del almuerzo, pero sin decir una sola palabra. Quizás porque ninguno de los dos, tiene algo que decir. O quizás, porque ninguno de los dos se siente con ánimos de preguntar algo. Es por esa misma razón, que se genera un silencio incómodo. Tampoco se miran. Solo comen en silencio. Victor sabe que algo le preocupa a Luisa.
De seguro piensa que le está ocultando algo. ¿Pero qué? ¿Qué le podría estar pasando? Ante la incertidumbre decide preguntar: ¿Vas a ir de nuevo al hospital?. A lo que su padre le responde: Debo hacerlo. Ella me va a estar esperando. Ante esa sola respuesta Luisa le pregunta si ella también puede ir. A lo que su padre le responde una vez más: que si. Que no hay problema con eso. Luisa se alegra. Se levanta de su asiento y camina hacia su padre. Lo abraza y él mismo le corresponde. Quiere llorar, pero no puede. No puede mostrar debilidad. Mucho menos delante de su hija.
Mucho menos en un momento como este. Es por eso que se contiene. Mientras tanto, Luisa le agradece. Sabe que él está haciendo todo lo posible para que su madre salga adelante. Pero por desgracia no es suficiente. El último diagnóstico, que le dio el médico, no fue bueno. Por eso teme lo peor. Es más, aún recuerda las palabras del médico: “aún es demasiado pronto para estar sentados en la vereda llorando”.
Hace un esfuerzo y se mantiene tranquilo.
Se separa del abrazo. Luisa ocupa de nuevo su lugar en la mesa y siguen comiendo. Cuando terminan se levantan de la mesa. Victor sale de la cocina, sube las escaleras y va a su habitación para descansar. Entre tanto, Luisana, se queda limpiando y ordenando todo lo que ensuciaron.
Al poco tiempo sale de la cocina. Sube las escaleras y entra a la habitación de su padre. Lo arropa con una manta gruesa y le da un beso en la mejilla. Sale de la habitación y va a la suya. Pero no para dormir. No tiene sueño. Su mente no deja de divagar y de dar vueltas en lo mismo. Hasta es posible que se imagine ver a su madre entrando a casa completamente recuperada y esbozando una bella sonrisa.
Pasan los minutos y Luisa se queda profundamente dormida. Sueña. En el sueño ve a su madre. Está completamente recuperada. O al menos eso parece. Ella le sonríe Lleva puesto un vestido largo de seda de color rojo. Su cabello ondulado se mece con el viento. Detrás de ella hay unas antorchas. Están ubicadas alrededor de un objeto que está puesto en el centro. Pero, ¿Qué clase de objeto es? Al parecer tiene una forma rectangular. ¿Acaso es lo que está pensando? ¿Acaso ese objeto es…?. Mientras trataba de responder a esas preguntas, su madre se acerca a ella. No puede evitar derramar lágrimas por ella. Y más al ver las condiciones en las que se encuentra.Se deja abrazar por ella y le dice lo siguiente al oído: “Cuídate mucho, mi pequeña. Y recuerda que mamá te quiere mucho”. Luisa no puede creer lo que está escuchando. ¿Acaso eso es una despedida?. Suena la alarma. La imagen de su madre desaparece delante de sus ojos. Los abre. El siguiente sonido que escucha es el de su celular. Sigue so
Víctor se acerca a su hija. Le dice que es hora hacer los trámites del funeral. Luisa se separa del cuerpo de su madre, se seca las lágrimas y mira a su padre: “Está bien” responde. Salen de la morgue. Se suben al auto y se dirigen a la mansión. Buscan los papeles. Entre ellos los del seguro de vida. Salen de la mansión, se suben al auto y se dirigen a la sala velatoria.Mientras Luisa termina de hacer los trámites, Víctor le avisa a los familiares, parientes, amigos y conocidos que su mujer ha fallecido. Una vez que está todo listo, el personal de sepelio va al hospital a buscar el cuerpo. Luisa y su padre también van para allá. Quieren estar presentes cuando saquen el cuerpo de la morgue. Allí se encuentran con los demás. Ellos les dan sus condolencias. Entre tanto, él cuerpo de Rose es retirado de la morgue. Lo ponen en el cajón y lo cierran. Lo suben a la combi y se lo llevan. Todos los presentes van a la sala velatoria. Poco a poco van llegando más personas. Se acercan, le dan sus
Llegan a casa. Victor sube las escaleras para ir a descansar a su habitación. Luisa va a la cocina. Se sirve un vaso de agua. Sale de la cocina. Sube las escaleras y va a su habitación. Entra en ella y se sienta a orillas de la cama. Bebe el agua. Deja el vaso sobre la mesa de luz. Hay un portaretrato con la foto de ella y de su madre. Lo agarra y mira la foto. Sonríe levemente. Recuerda con cariño aquel día. Su madre la tenía cargada en brazos.Eran felices. Víctor también lo era. Y a pesar de todo lo sigue siendo. Deja el portarretratos sobre la mesa de luz. Se acuesta boca arriba en la cama. Mira el techo. Su mente divaga unos momentos. La imagen de Raul se refleja en sus pupilas. Aunque no solo su imagen. El aroma de aquel alfa sigue estando presente en sus fosas nasales. Le gusta. La excita. Tanto que siente la necesidad de tocarse. Pero esa necesidad tiene que ver con su celo. Lleva su mano derecha a su entrepierna.Desea tener un pene dentro de ella. Si su padre entrara a la hab
Llega a la casa. Toca el timbre. El sonido pone en alerta a Víctor. Se levanta. Acomoda sus pantalones y se asoma por la ventana. Es Raul. No esperaba verlo tan pronto. Sale de la habitación. Baja las escaleras. Abre la puerta. Raul lo saluda. Le pregunta si puede pasar a ver a Luisa. Víctor le dice que no. Trata de convencerlo diciendo que salió y que no sabe a qué hora va a regresar. Raul duda de su respuesta. Puede olerla. Es ella. Está en la casa y por alguna razón Víctor no quiere que la vea. Se pregunta por qué. ¿Qué es lo que esconde? ¿Acaso tiene que ver con la inesperada muerte de Rose. No lo cree. Siente que eso ya está formando parte del pasado.Aun así, no entiende porque Victor está tan nervioso. ¿De qué o quién se está escondiendo? No logra entenderlo. Mientras tanto el aroma de la joven no tarda en llegar hasta sus fosas nasales. Se da cuenta de que está en celo. Ahora entiende todo. Víctor la quiere para él. Eso a Raul le molesta. No se lo puede permitir. Empuja a Vícto
Bebe el último trago de cerveza. Deja la botella sobre la mesa y sale de la cocina. Sube las escaleras y se dirige a la habitación de su hija. Está dormida. Entra a la habitación. Se acerca y acaricia su cabeza. Mientras lo hace le descubre una marca de mordida en su cuello. Frunce el ceño. No le gusta la idea de que Luisa le pertenezca a Raúl, por ello aprieta sus puños con fuerza. Sale de la habitación. Vuelve a bajar las escaleras y sale de la casa. Se sube al auto y emprende el viaje hacia la mansión. Acaba de tomar una decisión. Dejará que Raul viva en esa casa con su hija. Mientras que el, vivirá en la mansión junto a sus soldados y demás empleados.Llega a la mansión. Estaciona el auto frente a la entrada. Se baja del auto. Es recibido por uno de sus empleados y uno de sus soldados. Él los saluda. Entra a la mansión. La mucama hace una reverencia y dice: Bienvenido, señor. Me hace feliz verlo de nuevo por aquí. A lo que él responde: Muchas gracias. Le pide que le prepare un baño
Pasan las horas. Raul se despide de la cachorra con un beso en los labios. Le ayuda a conseguir un taxi. Hace que se suba en él. Le cierra la puerta y luego la despide abanicando su mano. Va a su auto. Abre la puerta del lado del conductor. Es hora. Dominique baja de su coche. Se dirige a la cajuela. La abre y saca un palo de madre. Cruza la calle. Ve que Raul sigue dando la espalda y sin pensarlo dos veces golpea su cabeza con fuerza. Raul cae al suelo. Dominique se deshace del palo y carga a Raul en su hombro derecho.Lo lleva a su auto. Lo recuesta en el asiento trasero. Cierra la puerta y se sube del lado del conductor. Pone en marcha el coche y emprende el viaje hacia la mansión de su jefe. Una vez allí, lo traslada a una habitación del segundo piso. Lo recuesta en la cama y sale de la habitación. Se dirige a la sala del trono donde está su jefe. En ese lugar se encuentra condenando de muerte a uno de sus soldados. El soldado grita y suplica para que no lo mate. Pero Victor hace c
Victor le pregunta si está sorprendido. Raul asiente con la cabeza y le responde que sí. Por su parte Victor sonríe y dice que no es el primero, ni el último en sorprenderse. Que hubo mucho antes que él. Pero no es del cargo de lo que quiere hablar con el. Sino de Luisa. Le comenta que le llegó información importante de que estuvo con una Omega de quince años de edad, luego de haberse acostado con su hija. por lo que le pregunta, si está jugando a dos puntas o le va a decir que esa Omega no significa nada para él. A su vez le pide que lo piense bien antes de responder; ya que no vaya a ser cosa de que mañana amanezca muerto en su cama. O bien desmembrado en algún bar de mala muerte.Donde se juntan los borrachos y los que creen tener poder sobre tierras que no son fértiles. Raul le dice que no hace falta amenazar, porque no va a negar que se estuvo besando con la cachorra. Pero que hay una razón de porqué lo hizo.Victor se muestra interesado y presta atención a lo que el alfa le está
Dominique regresa a su habitación. Se recuesta en la cama y mira el techo. Se pregunta si debería contarle de esto a Luisa. Una parte de él teme que no le crea. Pero la otra parte incita a que lo haga. Mira el celular que está sobre la mesa de luz. Lo agarra. Mira la hora. Es un poco tarde. Puede que Luisa ya esté descansando. Se pregunta si debería llamarla para contarle eso. No lo piensa mas y marca el numero de ella. Luisa le contesta. Se saludan. Dominique aprovecha que el ambiente está más relajado para comentar que salió a dar una vuelta por el centro y lo vio a Raul entrar a un restaurante con una Omega. No le dice su edad. No lo cree conveniente.Sin embargo, Luisa le tiene una noticia. Si sabe sobre la relación que tiene Raul con la Omega. Dominique se sorprende y pregunta: ¿Lo sabías?. A lo que ella le responde: Si. Raul, me dijo que está saliendo con una Omega. Pero que está por terminar su relación con ella. Lo va a hacer para que él y yo podamos estar juntos, asegura. Domi