CAPÍTULO 6

Bebe el último trago de cerveza. Deja la botella sobre la mesa y sale de la cocina. Sube las escaleras y se dirige a la habitación de su hija. Está dormida. Entra a la habitación. Se acerca y acaricia su cabeza. Mientras lo hace le descubre una marca de mordida en su cuello. Frunce el ceño. No le gusta la idea de que Luisa le pertenezca a Raúl, por ello aprieta sus puños con fuerza. Sale de la habitación. Vuelve a bajar las escaleras y sale de la casa. Se sube al auto y emprende el viaje hacia la mansión. Acaba de tomar una decisión. Dejará que Raul viva en esa casa con su hija. Mientras que el, vivirá en la mansión junto a sus soldados y demás empleados.

Llega a la mansión. Estaciona el auto frente a la entrada. Se baja del auto. Es recibido por uno de sus empleados y uno de sus soldados. Él los saluda. Entra a la mansión. La mucama hace una reverencia y dice: Bienvenido, señor. Me hace feliz verlo de nuevo por aquí. A lo que él responde: Muchas gracias. Le pide que le prepare un baño de agua caliente. Ella le dice que enseguida lo hará. El sube las escaleras y va a su habitación. Se desnuda. La mucama entra a la habitación con el permiso de él y le entrega la ropa en sus manos. Victor se lo agradece. La mucama sale de la habitación y él se mete a bañar. Entre tanto, en la casa, Luisa se despierta.

Mira a Raul y sonríe.

Se levanta con cuidado de la cama para no despertarlo. Sale del cuarto. Llama a su padre, pero no hay rastros de él por ninguna parte. Lo busca por toda la casa, pero no está. Lo único que está, es el aroma de sus dulces feromonas. En eso Raul baja las escaleras. Encuentra a la joven en la sala. La misma está cubierta con unas sábanas blancas de seda. El se acerca y le rodea con sus brazos sus cintura. Pega su cuerpo al suyo. La besa en el cuello. Le pregunta qué es lo que pasa, a lo que ella le responde que está preocupada.

Él le pregunta por qué. A lo que ella responde, por su padre. No sabe a donde está. No sabe si está en un bar, en el parque. O bien, en la mansión. Si es así, no logra entender el motivo de porqué se fue a ese lugar. Aunque una parte de ella puede que se lo imagine.

Raul le pide que no se preocupe por él, porque de seguro está bien. Lo más probable es que esté en la mansión, pensando y reflexionando sobre lo que estuvo a punto de hacer con ella. Luisa todavía no lo puede creer. Le aterra la idea de pensar, que su primera vez, pudo ser con su padre. Se siente avergonzada de ella misma. Sobre todo, cuando piensa en lo que pudo haber pasado si Raúl no llegaba a tiempo para impedirlo.

Al ser consciente de ello se pone nerviosa y se asusta. Raul le dice que se quede tranquila. La abraza para que se sienta segura y protegida. Le promete que las cosas se van a arreglar. Ella no lo cree así. Está convencida de que la relación con su padre no volverá a ser la misma de antes. Incluso puede llegar a ser peor que ahora…

*****

Sale de la ducha. Se seca el cuerpo con la toalla. Lo mismo hace con el cabello y la espalda. Va al cuarto y se pone la ropa. Sale del cuarto. Camina hasta su despacho. Tiene una conversación privada con uno de sus soldados. Le pide que mantenga vigilado a Raul. El soldado se impresiona. No acostumbra a hacer ese tipo de trabajo. Generalmente lo hace Francisco. Pero Francisco no está. Tuvo que salir de urgencia al hospital. Y no hay otro que pueda reemplazarlo. Así que tendrá que ser el. Se pregunta: ¿Quién es Raul?.

Victor parece haber leído su mente. Le cuenta que es un empresario y que está saliendo con su hija. El soldado se queda una vez más impresionado. Jamás pensó que Luisa pudiera estar saliendo con alguien. Siempre tuvo la esperanza de ser él, el encargado de engendrar a sus cachorros en ella. Aunque eso a su jefe no le gustara la idea.

Se imaginaba tener toda una vida con ella. Con sus cachorros. Todos viviendo en una enorme mansión. O en cualquier lugar que les fuera acogedor. Nunca fue exigente en eso. Lleva años viviendo en un departamento. No es grande. No es la gran cosa. Pero al menos tiene donde dormir. Los vecinos están algo molestos. Pero eso no le importa. El casi no habla con ellos. No porque no quiera. Cada uno está metido en sus cosas y no tienen tiempo para socializar o para llevarse bien con los demás. Dominique es uno de ellos. Además el costo del alquiler no es tanto. Es más bien accesible. Contrario a eso, permanece en silencio y presta atención a cada una de las palabras que dice su jefe.

Está más que listo para realizar su trabajo. A Victor le complace saber que lo ha aceptado. A su vez le informa que ya se puede ir. Dominique se levanta de la silla y sale del despacho. No le avisa a nadie a donde va. Solo se sube al auto y emprende el viaje hacia la Ciudad. Llega y estaciona el vehículo en dos casas que están más antes de la de su jefe.

Apaga el motor. Desde esa distancia y por el parabrisas, puede ver a Luisa despidiéndose de Raul con un beso en la mejilla. Incluso la ve cuando entra a la casa y cuando Raul se mete en su auto. Es hora. Pone de nuevo el coche en marcha y sigue a Raul hasta un bar. Allí descubre que le está siendo infiel a Luisa con una chica. Es joven y bonita, pero no tiene más que solo 15 años de edad. Ante la ley, Raul puede ir preso por eso. A no ser que la marque. En ese caso, ante la ley, la cachorra le pertenece a él. Porque en ese caso, ella ya es considerada mayor de edad, aunque no sea así.

Llama a su jefe para informarle lo que acaba de ver. Al oír eso, Víctor se enfurece y le pide que lleve a Raul lo más antes posible a la mansión. Dominique acata la orden. Solo tiene que esperar a que esté solo. Eso puede llevar mucho tiempo. Quizás una o dos horas más. O puede que incluso un poco más. ¡Quién sabe!. Sin embargo, no le importa esperar. Sobre todo cuando sabe que hay una jugosa recompensa de por medio.

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