Por favor no llores

Estaba demasiado nerviosa por la situación. Me dejé llevar y parecía que él lo disfrutaba.

No dejo de regañarme mentalmente por haber sido una completa idiota. ¿Qué rayos me sucede? ¿Por qué lo he besado? ¡Soy una idiota!

Cómo Mía es aún muy pequeña, debía quedarme a su lado. Insistí para que él se fuera, pero ha sido imposible. Es muy testarudo. Al final, pasamos la noche en aquella habitación.

Al despertar, me sentí un poco desorientada y cuando he conseguido recordar que estábamos en pediatría, estaba por reaccionar cuando de la nada lo escucho hablar. Cierro mis ojos de nuevo y como dice mi abuela, alzo la oreja para escuchar todo lo que él dice.

—Eres una pequeña con suerte. Aunque no me simpatizas, eres suertuda. Tu madre se ha preocupado por ti, pronto seremos familia, espero que no me des dolores de cabeza. Esto será un secreto entre tú y yo.

Quería reírme, pues había descubierto su secreto. Así que, el cavernícola tiene su lado cursi, no lo creí posible, pero parece que si es
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