El sonido de pasos resonaba en la enorme casa de Theo, pero ya no había nadie más que él allí.La mansión que alguna vez fue símbolo de su éxito y poder ahora parecía un cascarón vacío, despojado de todo lujo, de toda ostentación. Las paredes, que antes estaban adornadas con cuadros costosos, ahora solo mostraban manchas de polvo donde alguna vez colgaron. Los muebles de diseñador habían sido retirados sin consideración, dejando atrás marcas en el suelo de mármol. Cada objeto de valor había sido confiscado por el tribunal para la liquidación de su bancarrota. Lo único que quedaba era el cuadro que Valeska le había regalado.Theo se quedó de pie en medio de la sala, observando el lienzo con expresión vacía. El rostro de Valeska en aquella pintura le devolvía la mirada con una dulzura que él ya no merecía. No sabía por qué lo había dejado ahí. Quizá porque, de todas las cosas que poseía, era la única que no tenía un valor monetario, sino sentimental. O quizá porque, en el fondo, era un
El sonido del despertador rompió el silencio de la habitación. A pesar de que la noche anterior había sido larga, Valeska se sentó en la cama con determinación. Hoy sería su primer día en el hotel, su regreso oficial al mundo laboral.A su lado, el pequeño Adrián dormía plácidamente en su cuna, con los puñitos cerrados y su respiración tranquila. Valeska se inclinó sobre él y, con cuidado, acarició su mejilla antes de levantarse. Verlo a él era como obtener una descarga eléctrica que le brindaba energía para enfrentarse a lo que el día le aguardaraSe dirigió al vestidor y, con movimientos meticulosos, seleccionó su atuendo. Un elegante traje de oficina resaltaba su porte decidido. Se miró en el espejo y suspiró. Hacía tiempo que no se vestía así, pero la imagen que le devolvía el reflejo le recordó quién era: una mujer capaz, fuerte y lista para tomar las riendas de su vida.Cuando salió del vestidor, Lisandro ya estaba despierto, observándola desde la puerta con una sonrisa torcida.
El viento soplaba con suavidad, revolviendo los mechones sueltos del cabello de Valeska mientras observaba la lápida frente a ella. El entierro de su madre había sido un evento solemne, acompañado por aquellos que la habían querido y respetado en vida. Ahora, el silencio lo envolvía todo, dejando solo la sensación de vacío y la certeza de una despedida definitiva.Lisandro se mantenía a su lado, con una mano en su espalda, brindándole un apoyo silencioso. A pesar de estar preparado para consolarla en medio de un dolor profundo, se encontró con algo que no esperaba: fortaleza.Valeska, en lugar de hundirse en la tristeza, había optado por hacer las paces con la pérdida. Claro que lloró, claro que hubo noches en las que el dolor la despertó sin previo aviso, pero después de unos días, ella se puso de pie con determinación. No permitió que la tragedia la consumiera.—Mi madre vivió plenamente hasta el final —le dijo a Lisandro una noche, cuando él intentó persuadirla de que descansara má
El murmullo en el vestíbulo se redujo apenas Valeska apareció.Su sola presencia tenía la capacidad de cambiar el ambiente, imponiendo un aire de autoridad y seriedad que incluso los más altivos sabían reconocer. Aun así, la tensión en el lugar era palpable.Una mujer elegantemente vestida con un costoso conjunto de diseñador se mantenía erguida con aire de indignación, fulminando con la mirada a una de las empleadas del hotel. La joven, de no más de veinte años, se encontraba visiblemente afectada, con las manos temblorosas y los ojos cristalinos, esforzándose por explicarse entre titubeos.—¡Exijo una compensación inmediata! —protestó la mujer, cruzándose de brazos y elevando la voz con arrogancia—. ¡No solo arruinó mi prenda, sino que además se atrevió a desafiarme!Valeska fijó su mirada en la empleada, analizándola con detenimiento antes de dirigirle la palabra.—¿Qué sucedió exactamente? —preguntó con calma, sin mostrar una pizca de impaciencia en su tono.La joven tragó saliva
El aroma a café recién hecho impregnaba el ambiente de la cafetería, envolviendo cada rincón con ese característico olor cálido y reconfortante. El murmullo de conversaciones flotaba en el aire junto con el sonido de cucharillas tintineando contra las tazas y el suave crujir de los platos al ser colocados sobre las mesas.La atmósfera era serena, pero la tensión entre Lisandro y Valeska rompía con la armonía del lugar.Lisandro removía distraídamente su café con una cuchara, girándola dentro del líquido oscuro sin haber dado un solo sorbo desde que llegó. Sus ojos estaban fijos en la taza, como si en ella pudiera encontrar las palabras adecuadas para lo que estaba a punto de decir.Su expresión era seria, pero había algo en su mirada, un dejo de vacilación que no era común en él. Valeska notó su actitud distante, el ligero fruncimiento de sus cejas, el modo en que apretaba los labios cada vez que parecía debatirse internamente. Finalmente, cruzó los brazos sobre la mesa y, con un aire
El día en que Valeska decidió darle una oportunidad a su padre biológico, se sorprendió a sí misma.Durante toda su vida había vivido con la certeza de que no lo necesitaba, de que su ausencia no le afectaba, de que no tenía lugar en su mundo. Sin embargo, aquí estaba, sosteniendo en su mano el pequeño colgante que él le había regalado a su madre hace tantos años.Su reflejo brillaba bajo la luz tenue de la lámpara de su habitación, y en su mente, se formó la imagen de su padre, el hombre que la miraba con una mezcla de arrepentimiento y anhelo.No era solo un gesto de cortesía ni un acto de piedad. Había algo en la forma en que él la miraba, en la manera en que sus ojos se humedecían cada vez que mencionaba a su madre, que la hacía pensar que tal vez su amor por ella había sido real. Tal vez, después de todo, no había sido solo un hombre egoísta que decidió abandonarlas. Tal vez él también había sido víctima de las circunstancias.Por eso, al día siguiente, Valeska decidió visitarlo e
La noche de la fiesta de cumpleaños de Valeska transcurría con una armonía inesperada, como si, por un instante, el universo hubiera decidido otorgarle una tregua.El salón estaba iluminado con luces cálidas que daban al ambiente un resplandor dorado, reflejándose en las copas de vino y en los ojos brillantes de los invitados. La música de fondo flotaba con elegancia, un suave murmullo de violines que se mezclaba con el sonido de la conversación animada y el leve repiqueteo de los cubiertos contra la porcelana.Valeska, vestida con un elegante atuendo en tonos suaves que resaltaban su piel, se desplazaba con gracia entre los invitados, saludando con una sonrisa medida.Su expresión era serena, pero en su interior, la inquietud palpitaba en su pecho con cada paso que daba. Sabía que la noche traería consigo más de una sorpresa, y aunque intentaba convencerse de que todo estaría bien, una parte de ella no lograba sacudirse la sensación de que algo inesperado ocurriría.Fue su padre, Gor
El ambiente de la fiesta se tensó de inmediato, como si un frío gélido hubiera recorrido la sala, deteniendo cada conversación y silenciando cualquier rastro de celebración.Los familiares de Valeska intercambiaron miradas incómodas, evaluando la situación con expresiones que iban desde la sorpresa hasta la desaprobación. Por otro lado, Mikhail no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona, disfrutando del espectáculo que se desarrollaba frente a sus ojos, como si aquella escena fuera un teatro montado especialmente para su entretenimiento.Valeska, con la mirada afilada y la espalda erguida, reprimió la incomodidad que se arrastraba por su pecho como una sombra pegajosa. Respiró hondo y, sin dejarse llevar por la conmoción del momento, decidió tomar el control de la situación.Con voz firme, preguntó quién era aquella mujer que había irrumpido en su celebración con tanta familiaridad y descaro. Fue entonces cuando Lisandro pareció despertar del trance en el que había caído.Sus ojos, qu