Capítulo 538
El hombre, como era de esperar, siguió sin responder.

Ariana dejó de intentar hablar y simplemente se ajustó su plumífero, acompañándolo en silencio en el banco de madera fuera de la universidad, soportando el viento helado mientras observaba cómo caía la noche. Solo cuando la oscuridad se hizo completa y las farolas se encendieron una a una, mientras los carteles de neón del distrito comercial comenzaban a brillar, el hombre inmóvil finalmente se levantó.

Ariana se sobresaltó y lo llamó: —¡Oye!

Mateo la ignoró, subió directamente a su coche y se marchó.

En ese momento, Ariana sintió cierta envidia por Lucía. ¿Cómo había conseguido que un hombre tan orgulloso se arrastrara por ella? ¿Y cómo había resistido la tentación de los coches de lujo y los relojes caros?

Había presenciado toda la escena cuando Mateo dejó a Lucía. Aunque estaba demasiado lejos para oír su conversación, la expresión abatida del hombre dejaba claro que Lucía lo había rechazado, y no precisamente con sutileza.

Arian
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