Cristian se levantó y caminó hacia la puerta, me indicó con un gesto que me escondiera en el baño.
Con los ojos llenos de lágrimas, recogí rápidamente mis cosas y me dirigí al baño. Cerré la puerta y eché el pestillo, quedándome quieta y conteniendo la respiración. Podía escuchar los latidos de mi corazón resonando en mis oídos mientras intentaba no hacer ningún ruido. Desde mi escondite, escuché cómo Cristian abría la puerta. Los pasos pesados de Luke se escuchaban mientras se adentraba en la habitación. —¡Cabronazo! Anoche me dejaste tirado. —Lo siento, Luke. Anoche conocí a una chica despampanante y no pude rechazarla. Luke bufó, claramente molesto. —Eso no se hace, tío. Era mi despedida. —Bueno, tú estabas acompañado. No creo que me echaras en falta. Te vi muy acaramelado con esa pelirroja. ¿Por qué le haces esto a tu mujer? —¿Y a ti qué te importa? Métete en tus asuntos. —Emily es una buena chica. —Ya lo sé. Pero la pelirroja lo hace muchísimo mejor. Al escuchar a mi marido, sentí una ola de furia recorrer mi cuerpo. Deseaba con todas mis ganas salir del baño y abofetear a Luke, pero me obligué a mí misma a respirar profundamente para intentar calmarme. —¿Estás acompañado? —Sí, estoy acompañado. Si no te importa hablamos en otro momento. La habitación huele al perfume de mi mujer —dijo Luke. Contuve la respiración, esperando que Cristian pudiera manejar la situación sin que Luke descubriera mi presencia. Cada segundo que pasaba parecía durar una eternidad. —¿Por eso te liaste con esa chica misteriosa? ¿Porque te recuerda a Emily? —No digas gilipolleces, Luke. —Mira, Cristian, nunca lo hablamos, pero sé que estabas enamorado de mi mujer. Cristian se quedó en silencio por un momento, evaluando la situación. Finalmente, rompió el silencio. —Otra vez con el mismo tema. Nunca me fijé en tu mujer. Y sobre el perfume, es casualidad. ¿Qué pasa, que nadie más puede llevar el perfume que usa tu mujer? Por favor, vete. Estoy ocupado. Ya hablaremos más tarde. —Cristian, ni se te ocurra contarle a nadie lo que pasó anoche. —No diré nada, vete ya. —Capullo, a mí no me engañas, sé que estabas enamorado de mi mujer, por eso te fuiste a Londres. Seguía escondida en el baño, me quedé petrificada. ¿Cristian había estado enamorado de mí? ¿Cuándo? ¿Por qué no me lo había dicho? Mi mente estaba llena de preguntas y mi corazón latía con fuerza. Sentía una mezcla de confusión, sorpresa y una pizca de tristeza. Mientras seguía en el baño, recordé momentos pasados con Cristian. Siempre había sido un buen amigo, alguien en quien podía confiar. Pero nunca había sospechado que pudiera tener sentimientos por mí. ¿Había señales que se me había pasado? ¿Pequeños gestos o miradas que ahora parecían tener un nuevo significado? La confusión me abrumaba. Por un lado, me sentía traicionada por no haber sabido antes. Por otro, no podía evitar sentir una extraña sensación de alivio al saber que alguien me había querido de esa manera. Pero, ¿qué significaba todo esto ahora? Cristian había dicho que no estaba enamorado de mi, pero ¿era eso cierto? ¿O simplemente lo decía para evitar problemas con Luke? Me senté en el suelo del baño, abrazando mis rodillas y tratando de calmarme. Respiré profundamente, intentando ordenar mis pensamientos. Sabía que tenía que hablar con Cristian, pero no estaba segura de cómo abordar el tema. ¿Debería confrontarlo directamente? ¿O esperar a que él me dijera algo? La situación con Luke también me preocupaba. Si él descubría que estaba allí, las cosas podrían ponerse muy feas. Sabía que tenía que mantener la calma y confiar en que Cristian manejaría la situación. Pero la incertidumbre y la tensión eran casi insoportables. Finalmente, escuché los pasos de Luke alejándose y la puerta cerrándose. Solté un suspiro de alivio, pero mi mente seguía llena de preguntas y emociones encontradas. Sabía que las cosas nunca volverían a ser las mismas, y que tendría que enfrentar la verdad, por dolorosa que fuera. De repente, escuché unos golpes suaves en la puerta y la voz de Cristian, calmada. —Ya puedes salir, ya se ha marchado. Me levanté del suelo con las piernas temblorosas y caminé nerviosa hasta la puerta. Quité el pestillo y agarré la manivela, sintiendo un nudo en el estómago. Estaba tan nerviosa por enfrentar a Cristian que casi no podía pensar con claridad. Abrí la puerta lentamente y me encontré con Cristian, que me miraba preocupado. —¿Estás bien? Asentí, aunque no estaba segura de cómo me sentía realmente. —Sí, estoy bien. Cristian dio un paso hacia mí, pero se detuvo, Lo miré a los ojos, buscando respuestas. —Cristian, ¿es cierto lo que dijo Luke? ¿Estabas enamorado de mí?Cristian suspiró y se pasó una mano por su cabello, claramente incómodo. —No, Emily. No es cierto. Para mí eras una niña, muy guapa, pero nada más. Pero mi hermano siempre me molestaba porque creía que tú me gustabas, pero solo es eso. En aquel momento, sentí una profunda tristeza. En el pasando, yo estaba realmente enamorada de él, pero era un amor inalcanzable. La diferencia de edad y la insistencia de mi madre en que Luke era la mejor opción, ya que solo podía salir con alguien de nuestra misma situación económica, y Cristian era la oveja negra de la familia. Era tan ingenua que, por agradar a mi madre, le hice caso. Con el tiempo, empecé a querer a Luke, pero creo que jamás estuve verdaderamente enamorada de él. O tal vez sí, la verdad es que estaba hecha un lío. Cambié de tema, no quería seguir pensando en el pasado. —Vamos vístete, nos vamos —le ordené. —¿A dónde vamos? —Después te lo digo, tengo una idea. Vamos, mueve ese culo precioso. —Quiero dormir —protestó. —De
Llegamos al hotel y, sin haber revisado mi móvil, me sentía tranquila. Pero al mirarlo, me llevé las manos a la cabeza. Tenía veinte llamadas perdidas de mi madre y treinta de mi marido, además de una avalancha de mensajes. La gran mayoría eran ofensivos.Dudé por varios segundos antes de abrir los mensajes de Luke, pero la curiosidad pudo más que yo.“¿Dónde estás?”“¿Dónde puñetas estás?”“Emily, te estás pasando. ¿A qué coño estás jugando?”“Tu madre no para de llamarme.”“Tienes que cumplir con tu deber.”El último mensaje fue devastador, era un insulto tras otro. Respiré hondo y escribí un mensaje idéntico tanto a mi marido como a mi madre: “Estoy bien, no me busquéis.”—¿Todo bien? —preguntó Cristian intrigado.—Todo perfecto —respondí, intentando sonar convincente.Cristian se sentó a mi lado y me obligó a mirarlo a los ojos.—Mi hermano es un gilipollas. No sabe la mujer que tiene. Eres dulce, hermosa y muy sexy. Él no te merece y espero que esto no te hunda. Tienes que ser f
Encontrarme con mi amiga Laura era lo que menos deseaba en ese momento, pero no había escapatoria. —¡Emily! ¡Emily! —exclamó Laura—. ¿Cómo estás? —¿De verdad tienes el valor de preguntarme eso? — me acerqué a ella—. Confié en ti, en todas ustedes. Y me ocultasteis que mi marido tenía una amante. ¿Cómo pudisteis? —Emily, no queríamos hacerte daño. Pensamos que era mejor que lo descubrieras por ti misma. —¿Mejor? ¿Para quién? ¿Para vosotras? —me crucé de brazos, tratando de contenerme y no darle una bofetada—. Pensé que éramos amigas, que podía confiar en vosotras. Pero me equivoqué. —Emily, lo siento mucho. No sabes cuánto. Pero no sabíamos cómo decírtelo. Pensé que no me ibas a creer. —Pues deberíais haber encontrado la manera. Porque ahora no puedo volver a confiar en vosotras. Laura bajó la cabeza avergonzada. —Entiendo que estés enfadada. Y tienes todo el derecho. Solo espero que algún día puedas perdonarnos. —Lo dudo mucho —fui a girarme, pero Laura me agarró del brazo y
Estaba caminando hacia la entrada de la discoteca, pero de repente, me detuve en seco al sentir una mano firme agarrar mi brazo. Giré sobre mis talones con cuidado de no perder el equilibrio, y cuando miré a la persona que me estaba sujetando el brazo, solo pude pensar ¡Joder! ¡Cristian! —¿Emily? —Si, esa soy yo.—Princesa, estás preciosa. —Gracias, tú estás más... —no encontraba las palabras adecuadas, pero mi boca solo quería pronunciar palabras como guapo, buenorro, macizo, bombón, cosita linda.—¿Viejo? ¿Más guapo? ¿Más irresistible? —preguntó, mientras se pasaba una mano por su cabello rubio.—Viejo, lo bueno que no estás calvo.—Hasta calvo estaría guapo. Ven aquí y dale un abrazo a tu cuñado.Cristian me envolvió con sus fuertes brazos tatuados. Nueve años sin verle, nueve años habían pasado desde que Cristian me partió el corazón, pero él nunca se enteró de que años atrás me moría por sus huesos.—¿Qué haces aquí, princesa? —me preguntó al oído.—Buscar venganza —respondí,
Cristian había tirado de mí…Mis ojos no tardaron en posarse sobre él. En un momento, pasé de estar en los brazos de un desconocido a estar en los brazos de Cristian. Poco a poco, fue acortando la distancia hasta que nuestros labios se unieron. Sus manos masajeaban mi espalda y yo rodeé su cuello con mis brazos. Y nuestros labios se unieron.¡No podía creer lo que estaba pasando! ¡Me estaba liando con mi cuñado!¡Maldición! No podía separar mis labios de los suyos. Todo parecía indicar que la venganza estaba comenzando.Necesitaba sentirme deseada, y Cristian me hizo sentir así. Me apreté contra él. Su mirada se volvió oscura y su voz ronca cuando me dijo que besaba demasiado bien.Pude saborear sus labios mientras bailábamos. Hacía tanto tiempo que no lo veía. Ya no era aquel chico canijo y tímido que recordaba. Se había transformado en un hombre apuesto y sexy, con una confianza que irradiaba en cada movimiento.—Imbécil, ella estaba conmigo —espetó el muchacho, que minutos antes m
Los rayos del sol entraban por la ventana iluminando toda la estancia, abrí los ojos poco a poco, y miré a Cristian, que estaba abrazándome mientras dormía profundamente. Al mirar a Cristian, pensé que la noche anterior había sido una locura. Sabía que contarle a mi marido, que había pasado la noche con su hermano Cristian sería la manera más devastadora de destruirlo. La sola idea de ver la expresión de traición en su rostro me producía satisfacción. Sin embargo, en el fondo, sabía que no era capaz de hacerlo. No podía arrastrar a Cristian a ese abismo. Él no merecía pagar por mis errores, y aunque mi relación con Luke estaba rota, no quería destruir la vida de mi cuñado. Cristian siempre había sido un buen hombre, y no podía soportar la idea de verlo sufrir por mi culpa.Tenía que encontrar otra manera. Tal vez podría inventar que estuve con otro hombre, alguien desconocido. Pero jamás revelaría su nombre.Guardaría ese secreto para mí misma y buscaría otra forma de hacer sufrir a