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Capítulo 4. Una visita inesperada

Cristian se levantó y caminó hacia la puerta, me indicó con un gesto que me escondiera en el baño.

Con los ojos llenos de lágrimas, recogí rápidamente mis cosas y me dirigí al baño. Cerré la puerta y eché el pestillo, quedándome quieta y conteniendo la respiración. Podía escuchar los latidos de mi corazón resonando en mis oídos mientras intentaba no hacer ningún ruido.

Desde mi escondite, escuché cómo Cristian abría la puerta. Los pasos pesados de Luke se escuchaban mientras se adentraba en la habitación.

—¡Cabronazo! Anoche me dejaste tirado.

—Lo siento, Luke. Anoche conocí a una chica despampanante y no pude rechazarla.

Luke bufó, claramente molesto.

—Eso no se hace, tío. Era mi despedida.

—Bueno, tú estabas acompañado. No creo que me echaras en falta. Te vi muy acaramelado con esa pelirroja. ¿Por qué le haces esto a tu mujer?

—¿Y a ti qué te importa? Métete en tus asuntos.

—Emily es una buena chica.

—Ya lo sé. Pero la pelirroja lo hace muchísimo mejor.

Al escuchar a mi marido, sentí una ola de furia recorrer mi cuerpo. Deseaba con todas mis ganas salir del baño y abofetear a Luke, pero me obligué a mí misma a respirar profundamente para intentar calmarme.

—¿Estás acompañado?

—Sí, estoy acompañado. Si no te importa hablamos en otro momento.

La habitación huele al perfume de mi mujer —dijo Luke.

Contuve la respiración, esperando que Cristian pudiera manejar la situación sin que Luke descubriera mi presencia. Cada segundo que pasaba parecía durar una eternidad.

—¿Por eso te liaste con esa chica misteriosa? ¿Porque te recuerda a Emily?

—No digas gilipolleces, Luke.

—Mira, Cristian, nunca lo hablamos, pero sé que estabas enamorado de mi mujer.

Cristian se quedó en silencio por un momento, evaluando la situación. Finalmente, rompió el silencio.

—Otra vez con el mismo tema. Nunca me fijé en tu mujer. Y sobre el perfume, es casualidad. ¿Qué pasa, que nadie más puede llevar el perfume que usa tu mujer? Por favor, vete. Estoy ocupado. Ya hablaremos más tarde.

—Cristian, ni se te ocurra contarle a nadie lo que pasó anoche.

—No diré nada, vete ya.

—Capullo, a mí no me engañas, sé que estabas enamorado de mi mujer, por eso te fuiste a Londres.

Seguía escondida en el baño, me quedé petrificada. ¿Cristian había estado enamorado de mí? ¿Cuándo? ¿Por qué no me lo había dicho? Mi mente estaba llena de preguntas y mi corazón latía con fuerza. Sentía una mezcla de confusión, sorpresa y una pizca de tristeza.

Mientras seguía en el baño, recordé momentos pasados con Cristian. Siempre había sido un buen amigo, alguien en quien podía confiar. Pero nunca había sospechado que pudiera tener sentimientos por mí. ¿Había señales que se me había pasado? ¿Pequeños gestos o miradas que ahora parecían tener un nuevo significado?

La confusión me abrumaba. Por un lado, me sentía traicionada por no haber sabido antes. Por otro, no podía evitar sentir una extraña sensación de alivio al saber que alguien me había querido de esa manera. Pero, ¿qué significaba todo esto ahora? Cristian había dicho que no estaba enamorado de mi, pero ¿era eso cierto? ¿O simplemente lo decía para evitar problemas con Luke?

Me senté en el suelo del baño, abrazando mis rodillas y tratando de calmarme. Respiré profundamente, intentando ordenar mis pensamientos. Sabía que tenía que hablar con Cristian, pero no estaba segura de cómo abordar el tema. ¿Debería confrontarlo directamente? ¿O esperar a que él me dijera algo?

La situación con Luke también me preocupaba. Si él descubría que estaba allí, las cosas podrían ponerse muy feas. Sabía que tenía que mantener la calma y confiar en que Cristian manejaría la situación. Pero la incertidumbre y la tensión eran casi insoportables.

Finalmente, escuché los pasos de Luke alejándose y la puerta cerrándose. Solté un suspiro de alivio, pero mi mente seguía llena de preguntas y emociones encontradas. Sabía que las cosas nunca volverían a ser las mismas, y que tendría que enfrentar la verdad, por dolorosa que fuera.

De repente, escuché unos golpes suaves en la puerta y la voz de Cristian, calmada.

—Ya puedes salir, ya se ha marchado.

Me levanté del suelo con las piernas temblorosas y caminé nerviosa hasta la puerta. Quité el pestillo y agarré la manivela, sintiendo un nudo en el estómago. Estaba tan nerviosa por enfrentar a Cristian que casi no podía pensar con claridad.

Abrí la puerta lentamente y me encontré con Cristian, que me miraba preocupado.

—¿Estás bien?

Asentí, aunque no estaba segura de cómo me sentía realmente.

—Sí, estoy bien.

Cristian dio un paso hacia mí, pero se detuvo,

Lo miré a los ojos, buscando respuestas.

—Cristian, ¿es cierto lo que dijo Luke? ¿Estabas enamorado de mí?

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