Creí que toda la sangre de mi cuerpo me había abandonado, unas náuseas repentinas me sacudieron entera. Salí corriendo al baño ya que no pude contener el café dentro de mi estómago.Al salir de mi despacho, me encontré con todos mis compañeros observándome. Miré a Rebeca, sin decirle ni una palabra, ella me entendió. En cuestión de segundos, Rebeca mandó a todos a sus puestos de trabajo y a los pocos segundos, ella y yo estábamos las dos solas en mi despacho. Hasta ese momento no había sabido qué era el miedo, hasta ese momento.—¿Qué te pasa?No pude articular ni una sola palabra, señalé hacia el escritorio donde se encontraba el sobre blanco.—¿El sobre?—Si, no lo toques —conseguí decir al fin.—Emily, tengo que ver lo que hay dentro.—No lo hagas —dije mientras me cubría mi rostro rompiendo a llorar.Rebeca se acercó lentamente a la mesa. En su rostro pude ver la angustia que sintió en ese momento.—¡Joder! ¿Quién ha podido mandarte esto?—No lo sé, me imagino que la persona que
—Emily hay tantas cosas que quiero contarte que no se por dónde empezar. Cuando me marché a Londres, pensé me que me ibas a pedir que me quedara contigo.—Te prometo que quería hacerlo, pero el miedo se apoderó de mí, estaba tu familia —mi voz se desvaneció.—Te entiendo, pero tú eres el amor de mi vida y no me da miedo reconocerlo.—¿Y porqué no te quedaste si tanto me querías?Él asintió con la cabeza.—Te acababas de separar de mi hermano, necesitabas sanar, tampoco me dabas la seguridad de que me amabas, no sabía si me querías o fue para vengarte de mi hermano.Me puse en pie, tenía tanto miedo de decirle la verdad que no podía quedarme sentada, me armé de valor y se lo solté.—Quiero ser sincera contigo, la noche que te vi quería venganza, quería buscar a cualquier hombre que se cruzara en mi camino, después apareciste tú, debido que eras su hermano, le dolería más el engaño.Vi el dolor que cruzó su rostro.—¿Todavía estás enamorada de mi hermano?Se me partió el alma al ver que
Miré el reloj, eran las cinco de la tarde. Había salido antes del trabajo porque quería darle una sorpresa a Cristian. Primero, tenía que ir al supermercado a comprar todos los ingredientes para hacerle su cena favorita: lasaña. Mi plan era darle su regalo después de cenar, un viaje para dos personas a Bélgica. Cristian siempre hablaba de visitar la ciudad de Brujas, así que no lo pensé dos veces y reservé el viaje. Hablé con Henry para pedirle que le diera una semana de vacaciones. Tenía suficiente confianza con él, y no hubo problema, pero con una condición, que le trajera un regalito de Brujas. Acepté encantada. Mientras aparcaba el coche en el parking del supermercado, mi mente no dejaba de darle vueltas a nuestra conversación sobre casarnos. Le confesé que me daba miedo y que necesitaba pensarlo. Después de mi respuesta, dejamos el tema por el momento. De repente, sentí un toque en la espalda. Me giré rápidamente y vi a Luke, mi ex marido. —Hola, Emily —dijo él con una sonrisa
Desde el umbral de la puerta de mi dormitorio me quedé observándola. Estaba perpleja. —Estela, ¿Qué haces en mi casa? —tragué saliva forzadamente. —No me llamo Estela, me llamo Emily —dijo mientras acariciaba el cuchillo que sujetaba su mano. Di un paso hacia atrás. —Quédate quieta estúpida. Tienes que entender que esta es mi casa y Cristian es mi novio. ¡Esta mujer estaba completamente loca! Mi respiración se estaba acelerando al igual que mi corazón. —¿Eres tú la persona que me ha estado vigilando? ¿Has estado robando mi ropa? —pregunté confusa, arrugando la frente. —Qué estúpida eres, yo vivo aquí, te crees muy guapa, siempre rodeada de hombres hermosos, todos se preocupan por ti, vas de buena por la vida queriendo ayudar a todo el mundo. No eres ninguna santa, por eso tengo que matarte, en este mundo no puede vivir gente tan falsa como tú, así me dejarás vivir tranquila con Cristian de una puta vez. Sus ojos se habían oscurecido, por cómo me miraba sabía que no entraría en
Miré a Cristian con el corazón destrozado. Esa m*****a lunática había matado a mi bebé, a nuestro bebé, y todo por mi culpa. Por ofrecerle mi amistad a una desconocida, por dejarla entrar en mi vida hasta el punto de destruirla. Jamás me lo iba a perdonar. —Os voy a dejar un momento para que podáis asimilar esta noticia. Volveré más tarde —dijo el doctor, saliendo de la habitación y dejando un silencio estremecedor. Me armé de valor y lo miré a los ojos, buscando en ellos algún indicio de odio o resentimiento. —¿Me odias? —pregunté con la voz quebrada. —Princesa, ¿por qué tendría que odiarte? —respondió él, con una ternura que me desarmó. —Por mi culpa nuestro bebé está muerto —no pude contener el llanto. Anhelaba tanto tener un bebé, ser madre era mi mayor deseo, y cuando me lo arrebataron, caí en un profundo infierno. Cristian me abrazó con fuerza, sus palabras eran un bálsamo para mi alma herida. —Emily, vamos a superar esto. Tú eres fuerte. —No lo sé —dije entre sollozos.
Lo pensé dos veces, mis dedos jugueteaban nerviosamente con la pequeña cajita dentro del bolso. Finalmente, decidí no dárselo en el restaurante; el ambiente no era el adecuado. Esperaría hasta llegar al hotel, donde la intimidad de nuestra habitación sería el escenario perfecto.La ansiedad me invadía, pero sabía que a veces lo bueno se hace esperar. Cada paso que dábamos de regreso al hotel, cogidos de la mano, sentía cómo mis nervios crecían dentro de mí. La noche era fresca, y las luces de la ciudad creaban un ambiente mágico a nuestro alrededor.Al llegar a nuestra habitación, cerré la puerta detrás de nosotros y, con una sonrisa nerviosa, me giré hacia él. Este era el momento que había estado esperando, el momento en que nuestras vidas podrían cambiar para siempre.Sus labios asaltaron los míos y me rendí a sus encantos haciéndome olvidar todo. Nuestras ropas acabaron desparramadas por el suelo incluso hasta mi bolso, deseé que la cajita no se hubiese dañado, pero la preocupació
Con el paso de las semanas me fui encontrando mucho mejor, alejé de mi mente todo lo relacionado con mi madre, de tan sólo pensar me dolía tanto. Los padres de Cristian nos invitaron a cenar a su casa, pero yo no tenía fuerzas, bastante mal lo había pasado con mi madre para tener que enfrentar a toda la familia de Cristian. No iba permitir reproches, ni amenazas. No estaba dispuesta soportar otra vez lo mismo. Cuando me quedé sola en casa disfrutando de la soledad, me preparé un sándwich de pavo y queso y después me senté en el sofá para ver una película romántica mientras Cristian cenaba con su familia, aunque no me podía concentrar en la película ya que Cristian me escribía cada cinco minutos para preguntarme como estaba o si necesitaba algo. Aunque el último mensaje me puso los pelos de gallina. Cristian: "Le he contado a mi familia las dos noticias" Emily: "¿Me odian, verdad? Cristian: "No te odian, al contrario están deseando verte" Emily: "Siento decirte que no me lo c
—Cristian despierta están a punto de llegar —tiré de las sábanas y para mí sorpresa estaba desnudo—. Tu siempre igual intentando que caiga en la tentación, si no fuera porque tus niños están a punto de llegar... —Si llegan tienen las llaves. Valeria Y Alexander tienen que entender que sus padres tienen necesidades —me sonrió de forma muy sensual. ¡Maldita sea! Aunque había pasado veinte años, seguía siendo adicta a él. Para mí, seguía siendo el hombre más sexy del mundo. En ese momento escuché la puerta. —¿Ahora qué hago con esto? —dijo señalando sus partes íntimas. —Una ducha fría —solté una carcajada—. Vístete, vamos rápido —le ordené y después le lancé un pantalón a la cara. Me di la vuelta y bajé las escaleras apresuradamente. Mis niños, me estaban esperando en el salón y necesitaba urgentemente abrazarlos. —¡Mamá!—me llamó Valeria. La abracé tan fuerte que se quejó, aunque ya había crecido para mi seguía siendo mi preciosa bebé. Era una mujer esbelta, su pelo de color dor