Francesco tomó el móvil y llamo a su padre, no sabía a qué comandancia habían llevado a Allegra y necesitaba la dirección, no dejaría pasar un día más para verla, debía tenerla cara a cara y decirle todo lo que se le atragantó en la escalera del castillo, todo aquello que no pudo decirle.
— Está bien papá, solo iré a decirle unas cuantas verdades…
— Pero no es necesario Francesco, no te expongas a los chismes de la prensa.
— A esta altura poco me importa papá, entiende que debo cerrar este maldito ciclo — Giorgio sonrió de satisfacción al escuchar hablar así a su hijo, eso demostraba que había logrado que él la odiara sin la menor duda.
Francesco no tardó mucho en llegar a la comisaría, estaba un poco nervioso, pero inspiró profundo antes de entrar, se dijo a s&iacut
Fiorella no era la única que estaba escuchando el arrebato de Francesco, Ginevra también lo estaba, no era difícil suponer el porqué, el muy idiota todavía sentía algo por Allegra, eso era obvio, pero era confuso para él y para todos, la odiaba, pero también la extrañaba, y por lo que estaba sucediendo en casa en ese instante, Ginevra supo que era en extremo peligroso.Peligroso que él descubriera que todo ese infierno que llevaba dentro era que aún la amaba, a su manera, como un poco troglodita, pero como tal, peligroso al fin, tanto para ella como para sus planes.Debía asumir el control de la situación, abrió cuidadosamente la puerta de su habitación para ver por una pequeña hendija, lo suficientemente grande como para darse cuenta de que Fiorella seguía de pie en el pasillo frente a la puerta de la habitación de su hijo.Esperó
Francesco se recostó en la cama luego de que Ginevra saliera de habitación, pensó que él había sido injusto con la manera en como trataba generalmente a su cuñada, con cierto recelo, ella era una víctima, si no la más afectada, y él no había tenido nunca una verdadera cortesía con ella más que sacarla del agua aquella noche.Tan pronto puso la cabeza en la almohada, se quedó dormido. Al cabo de una par de horas los retorcijones de estómago lo despertaron trasudando frío y con unos temblores en el cuerpo que no podía controlar, le dolía terriblemente la cabeza y el abdomen estaba intocable.Se levantó torpemente y zigzagueó hasta la puerta del lavabo, al mirarse al espejo estaba demacrado y sudoroso, sintió unas arcadas imposibles de ignorar y cuando se dio cuenta estaba de cabeza en el retrete devolviendo todo el cont
Esa mañana temprano en casa de los Ferrini:— ¿Iremos a verla hoy? — Arianna preguntó a su esposo mientras seguía poniendo notitas adhesivas con rótulos a los documentos del expediente de Allegra — Creo que ya debe estar mejor, lo suficiente como para que pueda describir al atacante…— Sí, deberíamos ir más tarde… — Contestó guardando la esperanza de verla…a ella… — ¿Qué lograste con el juez?Arianna levantó la mirada de los papeles y respondió con aire de triunfo.— Logré que Antonella Sposti se interesara en el caso, me dijeron que le lleve todo esto bien organizado para que ella lo revise, y luego me dirá como actuar…— ¡Eso es maravilloso!— Sí, puede ayudarme mucho orientándome, pero no estoy segura de que le den el caso a ell
Aquella máquina seguía sonando como si estuviera poseída por un demonio.Francesco, sintiéndose totalmente inútil para hacer algo por ella, ¿Cómo podía contener los temblores de su cuerpo?, salió a llamar a una enfermera, alguien debía estar afuera para poder ayudarlo. Corrió por el pasillo dando voces y una mujer de blanco vino en su ayuda.— ¿Qué le sucede señor?Encontró a la mujer a medio pasillo y la abordó con el rostro desencajado.— Usted, por favor, ¿Puede ayudarme? Ella está teniendo un ataque, no sé qué hacer, por favor, venga conmigo.— ¿Quién?— ¡Allá! ¡Por favor ayúdela!La mujer vestida de blanco caminó a paso rápido hacia la habitación y al ver a la paciente totalmente en shock, preguntó con
— Aquí me tienes, debe ser muy jugoso el chisme para hacerme venir en persona Carmina, espero no perder mi tiempo ni haberme equivocado contigo… — Dijo venenosamente mientras se humedecía los carnosos y seductores labios con el costosísimo vino Sassicaia. — No acostumbro a hacer perder el tiempo a nadie Ginevra, si te he pedido venir hasta aquí es porque lo que tengo que decirte es realmente importante, además, quiero que lo tomes como un presente de buena voluntad, así como el que me diste al entregarme esa información que me ayudó a… ¿Cómo fue que lo calificaste?, ¡Ah, sí! A sacar de circulación a Allegra Rici. — Gracias, querida, ¡En verdad fue todo un gusto! Me encantaría que entraras a formar parte de la familia, así que solo te di un empujoncito, lo demás corre ya por tu cuenta, si sabes aprovechar las oportunidades puedes ser el paño de lágrimas de Francesco en este momento. — Gracias por ese… “empujoncito” — ¿Pero qué es lo que tienes para dec
Francesco tuvo entradas intermitentes al hospital esa semana, Fiorella no permitió que el tal doctor Locantore lo viera en la casa, por lo que investigó y casualmente uno de los mejores médicos de Florencia trabajaba en el Hospital San Giovanni di Dio.Sus malestares eran intermitentes, un día sí, y otro no, un día más fuertes y otro más débiles, ella pasó en ese plan toda la semana y también la siguiente, teniendo la maleta lista para irse de la mansión en cualquier momento pero sin poder hacerlo en vista del estado de salud de su hijo.— ¡Fiorella! — Ella escuchó los gritos estentóreos de su marido que venían desde el despacho — ¡Fiorella!— Dame un momento que tu papá está como loco.— No vallas mamá, déjalo que grite… — Le dijo Francesco tomándola de la mano &
Fiorella por fin tomó sus maletas y se marchó de la mansión, cuando Lorenzo, su guardaespaldas, acomodó el equipaje en el auto, la mujer no pudo contener más las lágrimas, él se ofreció a dejarlo todo e ir con ella, pero ella no aceptó. — No puedo permitir que te vayas ahora Lorenzo, sé que lo que te voy a pedir es muy egoísta de mi parte, pero te necesito aquí… Él la miro condescendiente, sabiendo que ella había tenido una vida dura en la mansión, y que todavía tenía cosas que resolver. Lorenzo asintió con la cabeza mientras cerraba la cajuela del auto de Fiorella. — Haré lo que me pidas Fiorella. — Gracias Lorenzo, te pido que no dejes solo a mi hijo, algo raro está pasando, lo sé, lo presiento, pero no puedo quedarme más tiempo aquí, mi nieto me necesita… — Haré lo posible por pasar a verlo con frecuencia. — Usa las cámaras, ve con el joven que maneja el circuito cerrado y dile que yo te envío, él sabe que debe darte acceso
Cuando El Teniente Russo entró en el consultorio, Carmina no se dio cuenta, estaba tan embelesada mirándose al espejo para retocarse su maquillaje que apenas si notó que alguien había pasado por su lado.Todas las mujeres presentes en la salita lo siguieron discretamente con la mirada, disfrutando del espectáculo visual que era ese hombre, menos ella, que estaba con las narices metidas en su bolso de maquillaje.— ¿Teniente Russo? — él no se esperaba verlo allí.— Señor Romano.— Él es de quien le hablaba, señor Romano, tal parece que ustedes dos se conocen bien… — Observó el galeno.— Sí, el Teniente es quien… bueno, es un conocido…— Mmm… puedo verlo, como le decía señor Romano, en vista de lo que hallé en su sangre no podía dejarlo pasar por alto, esto