Aquella máquina seguía sonando como si estuviera poseída por un demonio.
Francesco, sintiéndose totalmente inútil para hacer algo por ella, ¿Cómo podía contener los temblores de su cuerpo?, salió a llamar a una enfermera, alguien debía estar afuera para poder ayudarlo. Corrió por el pasillo dando voces y una mujer de blanco vino en su ayuda.
— ¿Qué le sucede señor?
Encontró a la mujer a medio pasillo y la abordó con el rostro desencajado.
— Usted, por favor, ¿Puede ayudarme? Ella está teniendo un ataque, no sé qué hacer, por favor, venga conmigo.
— ¿Quién?
— ¡Allá! ¡Por favor ayúdela!
La mujer vestida de blanco caminó a paso rápido hacia la habitación y al ver a la paciente totalmente en shock, preguntó con
— Aquí me tienes, debe ser muy jugoso el chisme para hacerme venir en persona Carmina, espero no perder mi tiempo ni haberme equivocado contigo… — Dijo venenosamente mientras se humedecía los carnosos y seductores labios con el costosísimo vino Sassicaia. — No acostumbro a hacer perder el tiempo a nadie Ginevra, si te he pedido venir hasta aquí es porque lo que tengo que decirte es realmente importante, además, quiero que lo tomes como un presente de buena voluntad, así como el que me diste al entregarme esa información que me ayudó a… ¿Cómo fue que lo calificaste?, ¡Ah, sí! A sacar de circulación a Allegra Rici. — Gracias, querida, ¡En verdad fue todo un gusto! Me encantaría que entraras a formar parte de la familia, así que solo te di un empujoncito, lo demás corre ya por tu cuenta, si sabes aprovechar las oportunidades puedes ser el paño de lágrimas de Francesco en este momento. — Gracias por ese… “empujoncito” — ¿Pero qué es lo que tienes para dec
Francesco tuvo entradas intermitentes al hospital esa semana, Fiorella no permitió que el tal doctor Locantore lo viera en la casa, por lo que investigó y casualmente uno de los mejores médicos de Florencia trabajaba en el Hospital San Giovanni di Dio.Sus malestares eran intermitentes, un día sí, y otro no, un día más fuertes y otro más débiles, ella pasó en ese plan toda la semana y también la siguiente, teniendo la maleta lista para irse de la mansión en cualquier momento pero sin poder hacerlo en vista del estado de salud de su hijo.— ¡Fiorella! — Ella escuchó los gritos estentóreos de su marido que venían desde el despacho — ¡Fiorella!— Dame un momento que tu papá está como loco.— No vallas mamá, déjalo que grite… — Le dijo Francesco tomándola de la mano &
Fiorella por fin tomó sus maletas y se marchó de la mansión, cuando Lorenzo, su guardaespaldas, acomodó el equipaje en el auto, la mujer no pudo contener más las lágrimas, él se ofreció a dejarlo todo e ir con ella, pero ella no aceptó. — No puedo permitir que te vayas ahora Lorenzo, sé que lo que te voy a pedir es muy egoísta de mi parte, pero te necesito aquí… Él la miro condescendiente, sabiendo que ella había tenido una vida dura en la mansión, y que todavía tenía cosas que resolver. Lorenzo asintió con la cabeza mientras cerraba la cajuela del auto de Fiorella. — Haré lo que me pidas Fiorella. — Gracias Lorenzo, te pido que no dejes solo a mi hijo, algo raro está pasando, lo sé, lo presiento, pero no puedo quedarme más tiempo aquí, mi nieto me necesita… — Haré lo posible por pasar a verlo con frecuencia. — Usa las cámaras, ve con el joven que maneja el circuito cerrado y dile que yo te envío, él sabe que debe darte acceso
Cuando El Teniente Russo entró en el consultorio, Carmina no se dio cuenta, estaba tan embelesada mirándose al espejo para retocarse su maquillaje que apenas si notó que alguien había pasado por su lado.Todas las mujeres presentes en la salita lo siguieron discretamente con la mirada, disfrutando del espectáculo visual que era ese hombre, menos ella, que estaba con las narices metidas en su bolso de maquillaje.— ¿Teniente Russo? — él no se esperaba verlo allí.— Señor Romano.— Él es de quien le hablaba, señor Romano, tal parece que ustedes dos se conocen bien… — Observó el galeno.— Sí, el Teniente es quien… bueno, es un conocido…— Mmm… puedo verlo, como le decía señor Romano, en vista de lo que hallé en su sangre no podía dejarlo pasar por alto, esto
— ¿Sabes que yo ya no debería estar aquí? — Le comentó Graciela a Allegra temprano ese día, cuando desayunaban juntas en la misma mesa del penal como todos los días, Allegra no había podido hacer ninguna otra amistad en el lugar.— ¿No?— No, salí oficialmente hace un par de años… — La anciana le comentó.— ¿Y porque estás aquí entonces? — Allegra continuó preguntando interesada.— Porque soy una vieja Allegra, y el mundo cambio mientras yo estuve aquí encerrada… esto es lo único que conozco, ¿Qué podría hacer una vieja como yo allá fuera? Mi familia me odia por lo que hice, todos vieron con malos ojos que hiciera justicia por mi propia mano, es más, algunos incluso vieron mal que dijera lo que ese hombre me hizo, en su opinión, d
— Teniente… esas mujeres que nos atacaron hoy… ellas… — Se le hizo un nudo en la garganta — Ellas sabían de mi hijo, me amenazaron, me dijeron que ella lo sabe, que ella cobrará ojo por ojo…— Explíquese Allegra, comprendo la mitad de lo que me dice — Sin soltar sus manos.— Ginevra, es Ginevra…— ¿Cómo está tan segura?— Me dijeron que así como ella no lo había visto crecer, yo tampoco lo vería…*** ***— Creo que Allegra está por fin recibiendo su merecido, ¿No crees? — Comentó Carmina de modo natural limándose las uñas.— ¿De qué estás hablando? — Francesco se giró para verla a la cara.— ¿No supiste lo que sucedió esta mañana?
— Toma, aquí están los resultados de la prueba toxicológica de la muestra que me trajiste Russo — Le dijo el analista feliz de poder sacar al Teniente del laboratorio, ya no soportaba tenerlo más ahí, cada vez que venía, Rubí se comportaba torpe, como una total idiota y comenzaba a cometer errores en su trabajo.Ruso abrió el sobre y leyó detenidamente.— ¡Mira lo que tenemos aquí! Entonces si hay altas concentraciones de arsénico en las muestras de hueso de Enrico Romano — Exclamó, y la chica suspiró al escuchar de nuevo su voz profunda, el analista movió la cabeza de lado a lado poniendo los ojos en blanco.— ¡Hay suficiente arsénico ahí como para matar a un elefante! — Enfatizó el analista.— ¡Esto era lo que necesitaba!, muchas gracias, y recuerda, ni una palabra de esto a na
El hombre de seguridad de la mansión de inmediato se comunicó con su jefe ante la presencia de la policía en las puertas de la propiedad.— Don Giorgio, Aquí está el Teniente… ¿Cómo es su nombre Teniente?— Russo, Antonio Russo, el señor sabe quién soy.— El Teniente Russo, dice que necesita entrar para conversar con ustedes… — El hombre hizo silencio y apenas asintió con monosílabos a lo que el jefe le decía desde el otro lado de la línea — Don Giorgio dice que debe esperar, que están cenando.— Dígale a Don Giorgio que eso se llama obstrucción de la justicia, que lo que vengo a conversar con él es muy delicado, y que puede salvarle la vida a su hijo.— Don Giorgio él dice que… — El jefe de seguridad se apartó el auricular del rostro cuando escuch&o