58 Áspid venenoso

Francesco se recostó en la cama luego de que Ginevra saliera de habitación, pensó que él había sido injusto con la manera en como trataba generalmente a su cuñada, con cierto recelo, ella era una víctima, si no la más afectada, y él no había tenido nunca una verdadera cortesía con ella más que sacarla del agua aquella noche.

Tan pronto puso la cabeza en la almohada, se quedó dormido. Al cabo de una par de horas los retorcijones de estómago lo despertaron trasudando frío y con unos temblores en el cuerpo que no podía controlar, le dolía terriblemente la cabeza y el abdomen estaba intocable.

Se levantó torpemente y zigzagueó hasta la puerta del lavabo, al mirarse al espejo estaba demacrado y sudoroso, sintió unas arcadas imposibles de ignorar y cuando se dio cuenta estaba de cabeza en el retrete devolviendo todo el cont

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