Sintió cuando alguien a tomo con fuerza por la cintura y la arrastró hacia atrás alejándola de Arianna, ella tomó sus manos y la sujetaba con todas sus fuerzas, pero aquellas manos grandes eran más fuertes y la arrancaron con violencia de las de su amiga.— ¡No, déjenme, suéltenme! ¡Necesito buscar a Francesco, debo buscar a Francesco!— El señor Francesco estará con usted dentro de poco, así que se le cumplirá el deseo — Ladró, uno de los hombres que forcejeaba con ella para sacarla del lugar.— ¡No, no entiende! ¡Mi bebé, mi bebé!— ¿Cuál, el que usted mató? — Continuó el tipo alto y musculoso como uno de esos jugadores de la UFC.— ¡Arianna, mi bebé, no dejes a mi bebé! ¡Te lo ruego! — Sus ojos se clavaron desesperados
Fiorella buscó un taxi y le ofreció una suma ridículamente buena al chofer para que la llevara hasta la villa, la esperara, y luego la volviera a traer hasta el pueblo. Necesitaba poner a salvo al pequeño Francesco junior y luego regresar a Vernazza porque estaba segura de que Giorgio mandaría a por ella, así que por el momento no era bueno tentar más al diablo.Carmina la siguió y tomó fotografías de ella con el niño y del auto en el que se fue, si tenía que quedarse un poco más de tiempo en Vernazza lo haría, pero tenía que descubrir quién era ese niño, y sobre todo a donde lo habían llevado.Allegra se aferró a la ventanilla de la patrulla a medida que el vehículo avanzaba fuera hacia Florencia, su corazón se hacía pedazos al ver a su pequeño a la distancia, los ojos se le nublaron y no pudo hacer más que verlo de la mano de Fiorella.En medio de tanto dolor, al menos había algo con lo que tranquilizarse, el niño había aparecido, la estaba matando, el pensar que la habían aprendido
Fiorella se quedó en las sombras por un rato hasta que su hijo desapareció entre las calles de Vernazza de la mano de su amante de turno. Era ridículo ver como esa mujer lo manipulaba a su antojo, pensó que correría a Florencia al menos para seguir haciéndole la vida imposible a Allegra, pero ni siquiera había tenido los ánimos de hacerlo, sino que se quedó en su fin de semana romanticón con Carmina.De pronto sintió unas pesadas manos sobre sus hombros que la hicieron saltar del susto.— ¡Aquí estás! Escurridiza, ¿Dónde diablos te habías metido todo este tiempo? — La voz de Don Giorgio Romano sonó áspera y profundamente molesta para Fiorella que ya no lo soportaba en absoluto, ni siquiera su voz era capaz de soportar.— ¿Giorgio? ¿Pero qué haces aquí?— ¿Qué c
Arianna decidió mantener su distancia hasta saber lo que estaba ocurriendo, esperó a que don Giorgio estuviera lo suficientemente distanciado como para acercarse a Fiorella. En cuanto pensó que era conveniente, la abordó de inmediato.— Fiorella… ¡Fiorella! — La llamó desde la esquina, la mujer alcanzó a escucharla y se dio la vuelta, Arianna levantó la mano para que la viera — ¡Aquí!La mujer se devolvió con premura aprovechando que su marido ya había cruzado al otro lado y no la estaba mirando.— ¿Arianna? ¿Niña, pero qué haces aquí? ¡Acabas de contraer matrimonio, por Dios santo!— No podía con la depresión, ¡Sé que todo esto es mi culpa! Si no le hubiera dicho a Allegra que viniera, ella no…— ¡No Arianna! No te culpes, lo que está por
El infierno apenas comenzaba, con ese interrogatorio comenzaría una nueva etapa en la vida de Allegra, los agentes asignados al caso no tendrían tanto cuidado con ella como Russo, de hecho, él no estuvo presente. Luego de dejar a la detenida en la salita de interrogatorios, le ordenaron que se marchase, que las órdenes superiores eran tratar la situación sin él.— ¡Pero es mi caso! — Protestó Russo en cuanto lo sacaron de la sala como si no nada tuviera que ver con Allegra — He manejado este caso desde que la señora Ginevra dio su declaración, ¡De hecho, yo mismo fui quien la tomó!— Son órdenes de arriba Russo, si ellos piden que saltes, ¡Tú solo debes preguntar hasta donde! No estamos aquí para criticar las decisiones de los jefes, solo para cumplirlas, yo me encargaré de hacer el respectivo interrogatorio, así que ya pued
Ruso miró su reloj una vez más, estaba intrigado por lo que estaba sucediendo allá dentro en la sala de interrogaciones, se habían tardado mucho más del tiempo reglamentario, en realidad, ya tenían al menos cuatro horas en la faena y no era para normal, se suponía que a esa hora la detenida estuviera ya durmiendo en su celda, no había razón para tenerla tanto tiempo allí, ni que hubiera volado el palacio presidencial.Tuvo el impulso de ir a ver lo que estaba pasando, pero luego se dijo a sí mismo que no era su problema, quizás el nuevo no sabía cómo hacer su trabajo y por eso estaba tardando tanto, pero en todo caso, las órdenes eran que él quedaba fuera del caso, así que mejor le valía quedarse aburrido en su escritorio hasta que fuera la hora de cumplir su turno del día e irse a casa a descansar, esas malditas jornadas de fin de semana enferm
El policía debió darse de codazos con los reporteros para salir del atolladero en el que lo acorralaron. Había trabajado en casos de renombre, con algún tipo reconocido o temas de corrupción política, de esos que les encantan a los de la prensa y les sacan punta hasta sangrar, pero esto era más de lo que esperaba por la mujer de un empresario.Bueno, había que reconocer que el delito por el cual se le acusaba era bastante sórdido, pero en lo personal, después de llevar el caso durante casi tres años, y ahora luego de haber conocido personalmente a Allegra Rici, no estaba muy seguro de que ella fuera la misma mujer que se describía en ese expediente…La Allegra del caso era una mujer despiadada, un monstruo capaz de quitarle la vida un inocente bebé que ni siquiera había visto la luz del sol, pero la mujer que aprehendió en Vernazza, la mujer con
El domingo por la mañana el Teniente Russo tenía en su mano el informe del Doctor Locantore, en él se demostraba como la paciente Allegra Rici había cruelmente golpeada hasta ocasionarle lesiones delicadas que ameritaban cuidado, Russo no se molestó en tener el mínimo de tacto para esperar hasta el lunes y llamar a las autoridades competentes, sino que tomó el móvil y de inmediato llamó a todo aquel que le debía favores. En cuestión de media hora ya estaban todos informados y con una copia del informe en su casilla de correo electrónico, pidió por supuesto que nadie diera su nombre como la persona que había facilitado la información y se guardó una copia para él. Cuando hizo el cambio de guardia le hizo jurar al siguiente agente que no la dejara sola en ningún momento. — Debo irme ya, no la dejes con nadie, si viene el “nuevo” no le permitas entrar, ¿Está claro? — Como diga Teniente. — Confío en ti, por eso cambié los turnos del