47 La culpa...

Fiorella se quedó en las sombras por un rato hasta que su hijo desapareció entre las calles de Vernazza de la mano de su amante de turno. Era ridículo ver como esa mujer lo manipulaba a su antojo, pensó que correría a Florencia al menos para seguir haciéndole la vida imposible a Allegra, pero ni siquiera había tenido los ánimos de hacerlo, sino que se quedó en su fin de semana romanticón con Carmina.

De pronto sintió unas pesadas manos sobre sus hombros que la hicieron saltar del susto.

— ¡Aquí estás! Escurridiza, ¿Dónde diablos te habías metido todo este tiempo? — La voz de Don Giorgio Romano sonó áspera y profundamente molesta para Fiorella que ya no lo soportaba en absoluto, ni siquiera su voz era capaz de soportar.

— ¿Giorgio? ¿Pero qué haces aquí?

— ¿Qué c

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