—No lo sé, piensa que tal vez estoy siendo un hombre responsable, si no hubiera frenado el automóvil a tiempo la situación pudo ser mucho peor. Además, te ofrecí dinero como compensación y no lo aceptaste, entonces piensa que te lo estoy entregando por partes.Ella apretó los labios, aun así sus ojos brillaron por la humedad, pero asintió.En definitiva él era una buena persona, le había dado la mano en el momento en que más lo había necesitado, y poco a poco se estaba convirtiendo en un ángel tanto para ella como para su bebé.—Por favor, no llores, no tienes que llorar por algo como esto, lo que deberías hacer es sonreír —agregó, pero para Naia aquella solicitud resultaba un poco difícil de conceder.Curtis le había quitado muchas cosas, sus sueños, su esperanza, su amor propio y entre todo ello su sonrisa despreocupada y sincera.—Gracias señor Garner, de alguna forma usted me está devolviendo la fe en la humanidad. Él frunció su entrecejo sin comprender.—Señora encontré este ve
Sin pensarlo dos veces Matthew se levantó y salió del vestier dejando a Naia ahí para encargarse de lo que hubiese sucedido.— ¿Cuál es el problema?, ¿En dónde está el bebé? —preguntó muy preocupado al ver que ella no lo tenía en sus brazos.—Él está bien, pero es que...— ¡Hable! —Su tono fue enérgico. —Sí, lo que sucedió es que cuando estábamos cuidando del bebé, una mujer se acercó para mirarlo, incluso intentó cargarlo por un momento, pero el niño vomitó su ropa. Ahora ella está histérica exigiendo se le devuelva el dinero de su ropa —dijo con preocupación.— ¡Qué tontería!, ¿en dónde está esa mujer? Si sólo se trata de dinero puedo devolverle el triple de lo que valga, además no tenía por qué cargar a un bebé que no es suyo. ¡Usted tampoco debió permitirlo! —exclamó enojado.— ¿Matt? ¿Eres tú?—Oh, ahí está ella—intervino la empleada, ubicándose entre ambos—. Su hijo vomitó sobre la ropa de la señora, es ella quien solicita una compensación.— ¿Su hijo? —Indagó la mujer con exp
— ¿Es grave? —indagó temerosa.—No, para nada, es algo natural que se adelantó en el pequeño.— ¿A qué se refiere doctor? —indagó Matthew acariciando la espalda de Naia.—El bebé está a pocos días de cumplir seis meses. Es natural que a esa edad empiecen el proceso de dentición. Así que el caso de Leo es que se adelantó un poco.— ¿Se refiere a los dientes de leche?—Sí, tal vez aún no lo haya notado, pero en la encía superior hay una parte más dura e incluso de una coloración más rosada, pronto erupcionará un pequeño diente.— ¿Por eso tiene fiebre y está inquieto? —Indagó Matthew, quien no tenía ningún tipo de información sobre niños pequeños.Los únicos niños que hubo en su casa fueron él y sus hermanos, luego de eso ninguno de los tres se había interesado en formar una familia propia, esto era lo que más molestaba a sus padres.—Así es. Le recetaré un medicamento suave que ayudará con la fiebre. Él niño intentará morder todo para rascarse, hace parte de su instinto, por lo cual r
Mattehew se maravilló con aquella sonrisa, que aunque pequeña era más honesta que cualquier otra que hubiese visto antes en ella. Además, ofrecía una imagen diferente y mucho más hermosa de aquella mujer. Aún no lograba entender el porqué de su poca autoestima, cuando para cualquiera resultaría muy evidente que se trataba de alguien con una belleza única y atractiva.Ahora, se empezó a preguntar por la que sería su vida hasta llegar a esta ciudad. Antes no se lo había cuestionado o no le había despertado interés, pero en este preciso instante quería saber más, mucho más sobre ella.—Este ese el baño de mujeres —aclaró una mujer que acababa de ingresar.Ambos la miraron, él sin preocupación, pero ella con vergüenza de que pensara ellos estuviesen haciendo algo morboso ahí dentro.—Lo siento —expresó Naia antes de tomar la mano de Matthew para salir de ese lugar.En el pasillo llevó la mano a su pecho y luego río como si hubiesen cometido una travesura. La sonrisa ahora era más amplia y
Un nuevo día iniciaba, y el anterior había sido ajetreado, la medicina surgió poco efecto en Leo, porque parecía molesto y continuaba llorando, a causa de eso no pudo salir de su habitación para realizar alguna tarea que le permitiera ayudar a la señora Pressly con el cuidado de la casa. Además, por más que esperó el regreso de su jefe, éste no apareció, incluso se quedó dormida con la ropa puesta mientras aguardaba para hablar con él. Sin embargo, hoy sintiéndose descansada, viendo a Leo más tranquilo, esperaba fuese todo diferente. Bajó la mecedora eléctrica, en donde colocó al bebé, para que la observara mientras empezaba su nuevo trabajo. Hasta ahora no había tenido una inducción adecuada, no sabía en realidad cuáles eran las tareas que debía desempeñar. Sin embargo, había algo que podía hacer muy bien y que deseaba demostrar a los habitantes de esta casa. Eso era cocinar, por lo cual pensó es sorprenderlos con un rico desayuno, aprovechando que ninguno daba señales de vida. Revi
—Gertrude, explica lo que está sucediendo.—No te entrometas Fred, intento limpiar lo que ha hecho esta mujer.Los ojos de Naia se inundaron de lágrimas, aceptaba que no le agradara, pero ¿cómo podía desquitarse con la comida? Tomó el cuarto plato con la mano que tenía libre, intentaba protegerlo de ser arruinado.— ¿Cómo pudo?...Fue lo único que le expresó a la mujer mayor, quien se agachó para recoger los pedazos quebrados. Por más que había intentado no llorar un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, pero ella no tenía ninguna mano libre para limpiarlas. Caminó a prisa para salir de ahí, subió los escalones hasta la segunda planta y se encerró en la que ahora era su habitación. Colocó al bebé sobre la cama, mientras ella se sentó en el mismo lugar con el plato sobre su regazo. Tomó la arepa trozando un pedazo que metió en la boca. Un hipido reverberó en su pecho y luego de esto más lágrimas se deslizaron en su rostro. Probó los huevos y una mezcla de risa con llanto la i
—Señor Garner, el abogado McGregor está al teléfono, lo necesita urgente— dijo la señora Pressly al otro lado de la puerta.—Entre —ordenó enérgico.Lo cual ella hizo, lo miró con atención y también a la joven mujer a su lado, incluso pasó sus ojos por la pequeña mecedora en la que se entretenía el pequeño.— ¿Usted le ordenó a Naia venir aquí y también le dio más trabajo cuando le dije que no la importunara?Con actitud estoica ella respondió:—No señor, hoy no he hablado con la señorita.— ¿Qué? ¡Eso no es cierto! —exclamó Naia.—Señor he estado ocupada limpiando la casa, porque soy la única que lo hace a pesar de que ahora hay una nueva empleada.— ¿Por qué miente? —cuestionó la más joven. —Lo siento señorita, pero la única que miente aquí es usted, no sé con qué intensión ingresó en esta habitación.Matthew observaba entre ambas mujeres.—Señora Pressly explíqueme qué es lo que está sucediendo —exigió.—No lo sé señor Garner, desde que trajo a esa mujer a esta casa no sé qué es
— ¿Y ahora qué pasará? —murmuró limpiándose la lágrima furtiva que se deslizó por la mejilla.Por un instante Naia sintió como si sobre ella hubiese caído una especie de maldición que no le permitía ser feliz. Tal vez no había ido lo suficiente a la iglesia cuando podía, su madre y abuela iban cada domingo a misa, pero ella a veces prefería quedarse en casa a dormir un poco más. Quizá Dios se había enojado con ella por eso, pensó intentando encontrar una explicación al no poder darle una buena vida a su pequeño. A ella no le importaba hacer cualquier tipo de trabajo, con tal de protegerlo, darle un techo y comida para que estuviese sano.Ahora Leo era su única familia, el único con el que podía estar y al cual deseaba proteger con todas sus fuerzas. Dudó de la decisión que acababa de tomar, tal vez si se arrodillara frente a esa mujer... no, no podía seguir humillándose, debía ser fuerte, tenía que buscar otra alternativa para vivir cada día.—Naia he hablado con la señora Pressly —di