CAPÍTULO 67

Después de almorzar, nos quedamos un rato más recordando nuestros momentos vividos en la infancia. Las risas y las emociones reinaban entre nosotros, sus miradas eran tan dulces y sus palabras siempre lograban encajar a la perfección con la llama que se encendía en mi corazón.

—¿Sabes? —dijo de pronto, seguido de un suspiro y levanté una ceja con mucha curiosidad por lo que iba a decirme—. Tuve algunas novias y…

—No me extraña, eres muy guapo, romántico y dulce —interrumpí con una sonrisa.

—¿Ah sí? ¿Te parezco guapo? —cuestionó divertido.

Asentí y solté una risita nerviosa. Me sonrojé porque sus ojos se posaron en mis labios y mordió los suyos como si intentara controlarse.

—Bueno, déjame decirte que ninguna de mis relaciones funcionó —prosiguió

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