Las semanas siguientes fueron maravillosas. Los días pasaron tan rápido que ni siquiera me di cuenta cuando entré a la recta final de mi embarazo. Pasaba mis días siendo consentida por Alex, quien todos los días tenía algo nuevo para sorprenderme, desde una receta nueva de un postre innovador hasta un baile de striptease, además, no dejaba de ver videos de canciones infantiles y pasaba horas tarareándolas hasta aprendérselas y como un futuro padre responsable, veía tutoriales sobre cómo cambiar pañales y dormir bebés.
La compañía de Mell y Javi me hacía tanto bien, desde que se mudaron no existía la soledad para mí, incluso, parecía que vivíamos los cuatro en la misma casa y la emoción por la llegada de mi bebé nos tenía a la expectativa. Por fortuna, mi amiga había logrado estabilizarse en cuanto a los s&iacut
Javi conducía mientras Alex me abrazaba en el asiento trasero, ya su nerviosismo había cesado un poco y se dedicaba a darme amor y ánimos asegurándome que todo saldría bien y recordándome lo mucho que nos amaba y que él estaría junto a mí en ese momento inolvidable. Aunque el doctor Smith atendía en un hospital público, había aceptado que Alex me acompañara en el parto, después de los ruegos e insistencias de mi novio y al ver lo mucho que le emocionaba la llegada al mundo de mi bebé. La ciudad vacía y las calles solitarias nos acompañaron en el trayecto hasta el hospital, el reloj daba las cinco y diez de la mañana cuando arribamos los estacionamientos. Con la ayuda de Javi y Alex fui trasladada a la sala de urgencias y después de llenar algunos papeles y de pasar por una rápida, pero incómoda revisión que dictaminó mis tres centímetros de dilatación, finalmente sería conducida hacia esas temibles puertas que acogían en su interior a más mujeres que estaban a punto de dar a
—¿’On ‘ta bebé? —preguntó Alex al mismo tiempo que tapaba su rostro con ambas manos.Mi pequeño bebé lo miraba fijamente y sonreí al ver como sus labios se curvaban cuando el rostro de su papá salía del escondite. Una y otra vez repetían el juego y yo amaba ver como sus ojitos bailaban al compás de los movimientos que Alex hacía y era feliz al ver como brillaban cuando él sonreía. No había dudas de que Alex y él estaban hechos el uno para el otro.Estábamos los tres acostados en la cama, disfrutando el calor y la brisa marina, habíamos dejado entreabierta la ventana y nos acompañaba el sonido de las olas. Era la mañana soleada de un sábado. Y a pesar de tener una cuna a su disposición, nuestro hijo prefería la cama y el regazo de sus padres.—Amo despertar así —murmur&
Mi vida como mamá era hermosa, pero también complicada. Se me hacía difícil organizarme para llevar todo bien, pero sabía que sólo sería cuestión de acostumbrarme a mi nueva vida, para volver a organizar todo como antes. El último mes y medio había estado cargado de nuevas experiencias, de nuevas vivencias y sobre todo, de muchas emociones y sensaciones.Suspiré al ver a mi bebé dormido y sonreí con ternura porque tan solo unas horas atrás, habíamos ido a su segunda cita de control de crecimiento y desarrollo y el pediatra nos había felicitado por tener un bebé sano y fuerte y me sentía sumamente feliz y agradecida que así fuera, además, ya había empezado a acostumbrarse poco a poco a las rutinas de baño, comida, descanso y recreación.Me senté en la sala con un libro entre las manos, quería relaj
Me miré en el espejo y sonreí de forma involuntaria. Me sentía bonita. Acomodé el gorro bohemio en mi cabeza y me di una rápida mirada de suficiencia, orgullosa de lo que veía en el cristal, mi rostro al fin no lucía tan cansado y las ojeras finalmente habían desaparecido, después de dos meses y medio de maternidad y de luchar contra las crisis de sueño de mi pequeño Alex, todo estaba volviendo a la normalidad. —Date prisa, princesa —exclamó Alex apresurado y su voz resonó en las paredes del baño porque me hablaba desde la habitación—. Te esperamos afuera. No tardes mucho, ya eres hermosa.—Ya voy, cariño —respondí y una sonrisa afloró en mis labios al escuchar sus palabras. Me apresuré a terminar de guardar los cosméticos en la maleta y de acomodar las últimas piezas de ropa de mi beb&ea
—¿En se...? —preguntó Mell, pero no me quedé a escucharla porque ya me había ido por la misma dirección en la que esa chica, en busca de una respuesta. —¡Andrea! —exclamé en un grito, llamando la atención de los demás comensales que obviamente era gente adinerada e importante. Ella siguió caminando a grandes zancadas hasta meterse a una puerta que decía "Baños para empleados. No pase, solo personal autorizado" Por lo menos estaba en español, de haber estado en francés ni hubiese entendido. Pero... ¿Qué rayos me importaba si decía baños o que no podía pasar? En inglés, francés, español, chino, vietnamita, africano o japonés, de igual manera no me importaba. Entré con un portazo y decidida a ser lo más mordaz posible caminé hasta uno de los baños. Intentó cerrar la puerta, pero la detuve empujándola y evitando que lo lograra. Al abrirse la puerta, la divisé refugiada en una esquina. —¡No me hagas nada! —vociferó implorando misericordia—. Te lo suplico,
Quince años atrás…Terminé de peinar mi muñeca y sonreí satisfecha. Había logrado por primera vez en mis ocho años, hacerle dos trenzas parejas y bien tejidas; me había costado mucho, pero al fin lo había logrado.Flexioné sus piernas de hule y la senté en un carrito, estaba lista para ir de compras, pero antes de que pudiera conducirla por la pista, un ruido proveniente de la puerta me hizo sobresaltar y de inmediato me asusté, llevaba varios días escuchando ruiditos similares y temía que fuese cierto las leyendas de mi tía sobre cosas sobrenaturales que rondaban nuestra granja.Mi corazón comenzó a latir de prisa y mi rostro adoptó un color pálido, mi reflejo a través del espejo no era nada grato y mis expectativas no eran alentadoras. No obstante, me
Tú, sí tú, belleza. Que en esta aventura has reído, llorado, odiado, amado, te has enamorado y te has desilusionado, que has gritado y quizá suspirado. Sí, a ti, guapura.Que odiaste a James desde el primer capítulo (y sigues odiándolo), que amaste a Mell con sus locuras y tonterías, que amaste y te enamoraste de Alex con su romanticismo, dulzura y ternura, que odiaste a Bella por amar y confiar en James y luego la amaste y admiraste por su perseverancia y sus ganas de seguir adelante. Sí, a ti, dulzura.Quiero agradecerte con mi alma entera el haber llegado hasta aquí, el haber leído cada letra y cada palabra que salían de mi corazón. El haber seguido esta historia de principio a fin. Por darme la oportunidad de regalarte momentos de felicidad y a veces de dolor. Por darle un espacio en tu corazón y regalarle de tu valioso tiempo, por hacer un espacio en tus historias y darle la oportunidad de quedarse. Gracias por ser parte imprescindi
—Diez minutos más —supliqué con voz ronca y el corazón pendiendo de un hilo. Tenía un nudo en la garganta, sentía como un hormigueo recorría cada centímetro de mi piel y la angustia se apoderaba de mi cuerpo con cada segundo que transcurría. Los presentes me observaban con gran expectativa y en algunos rostros notaba una pizca de comprensión. La expresión de mi rostro definitivamente no era la mejor ni la más cordial, mis músculos tensados, mis mejillas empapadas en lágrimas y mi mirada puesta en la entrada delataba mi espera por un milagro. Ahí estaba yo, en el supuesto mejor día de mi vida, con el vestido más hermoso que pude haber elegido con la ayuda de mi mejor amiga: ceñido al cuerpo en la parte alta; en la baja una radiante caída esponjada que contrastaba con el encaje blanco; la cinta ataba mi cintura y moldeaba mi figura. Era realmente hermoso, desde el primer instante que lo vi, me enamoré y supe que sería el que usaría para unir mi vida a la de mi amado no