CAPÍTULO 65

Apenas entramos al consultorio siguiendo los pasos del doctor, mi nerviosismo aumentó al saber que otra vez vería a mi bebé. Mi corazón rebosaba de alegría y mis palpitaciones eran intensas. Alex dejó un beso en mi cabeza y sonreí emocionada por lo que estábamos a punto de vivir juntos.

El cuestionario habitual fue formulado por el médico e intenté en toda la estancia no mirarlo directo a los ojos, me daba vergüenza ser tal vez su paciente más problemática. Procedí a responder las preguntas usuales y minutos más tarde, me encontraba acostada sobre la camilla y frente a una enorme pantalla que habían recién instalado con las remodelaciones del hospital.

A mi lado Alex se mantenía tan o más emocionado que yo, cada movimiento de mi rostro y de mi cuerpo eran admirados por él, como si contemplar el más mínimo detalle fuese

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