Mia Donovan es una mujer decidida, inteligente y con un profundo deseo de controlar su destino. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando se cruza con Alexander Pierce, un multimillonario carismático y misterioso que parece tener todo bajo control, incluyendo a Mia. Lo que comienza como un juego de poder en el que ella lucha por mantener su independencia se convierte en una batalla emocional que amenaza con desbordarse. Mientras más se adentra en su mundo, más atrapada se siente en su red de intriga, deseo y peligro. Con cada paso, Alexander revela nuevas facetas de sí mismo, y Mia se ve incapaz de resistirse a su poder magnético. Pero, en este juego, no todo es lo que parece, y Mia tendrá que decidir si es capaz de ganar el juego o si está condenada a ser parte de la peligrosa partida que Alexander juega con su corazón.
Leer másMiaCuando recibí el mensaje con la invitación al evento, pensé que se había equivocado.“Gala anual del Grupo Mercier. Asistirás conmigo. Vestido de etiqueta. 20:30. Puntualidad no negociable.”No decía “por favor”. Ni un “confírmame”. Solo una orden, sellada con la frialdad que se le da a un cambio de estrategia en medio de una guerra. Porque eso era esto: una guerra.Y esta noche, era otro campo de batalla.El vestido negro que elegí no fue por vanidad, sino por cálculo. Seda mate, escote sutil, espalda descubierta hasta la línea de la columna. El tipo de prenda que dice sé exactamente lo que valgo, sin suplicar por atención.Y cuando llegué al vestíbulo del hotel, supe que no me equivoqué.Él me estaba esperando junto al auto oficial. Traje negro, corbata perfectamente alineada, el reloj más discreto y caro del planeta asomando bajo el puño de su camisa. Pero lo que me impactó no fue eso.Fue cómo me miró.Como si no esperara eso. Como si, por un instante, yo hubiera ganado la jug
AlexanderEl poder no es un privilegio. Es una defensa.Eso me lo enseñaron a la fuerza.Por eso leo los informes con obsesiva puntualidad. Por eso mando a verificar cada dato, cada nombre. No confío en nadie que no haya intentado traicionarme al menos una vez. Y esta semana, en particular, no puedo dar espacio a errores. Blackstone Inc. está a punto de cerrar uno de los acuerdos más grandes del año. No necesito distracciones.Excepto que ella ya lo es.Mia Donovan.Su nombre no debería estar en mi cabeza a estas alturas. Una simple abogada más. Competente, sí. Insolente, también. Pero reemplazable.Sin embargo…Desde el momento en que me enfrentó en el evento, frente a mis propios socios, se metió bajo mi piel como una astilla. Invisible. Dolorosa.Y por eso estoy leyendo su informe personal por tercera vez. No porque me importe, por supuesto. Sino porque cada debilidad debe conocerse antes de que se convierta en un problema.Una línea resalta entre las demás.“Donovan, Liam. 22 años
MiaLo supe apenas vi el correo."Organizar evento privado de bienvenida para los socios de Blackstone Inc. – esta misma semana. Ubicación a definir. Catering exclusivo, lista de invitados VIP, presentación de resultados del trimestre, sin exceder los 300 mil dólares. Código de vestimenta: elegante, pero no ostentoso. Plazo: 72 horas. Preguntas, dirigirlas a: nadie."¿Una broma?No.Era Alexander Pierce.Y su retorcida forma de decir “bienvenida al infierno”.Apreté la mandíbula mientras cerraba el portátil. No me contrataron como organizadora de eventos. Soy abogada. Magna cum laude, Harvard Law. Podría estar liderando una fusión millonaria en este momento. Pero no. Aquí estoy, buscando floristas de último minuto que no huelan a desesperación.—¿Estás bien? —preguntó Olivia, una analista que había sido asignada como mi “apoyo”.Le lancé una sonrisa tan falsa como el presupuesto de ese evento.—Perfecta. Solo necesito encontrar una locación que esté libre, tenga vista al skyline, teng
AlexanderNunca he creído en las coincidencias.Todo en mi vida ocurre por estrategia, cálculo… o error ajeno. Y Mia Donovan, con su vestido negro ajustado y su mirada imperturbable, no parecía el tipo de mujer que aparecía en mi oficina por accidente.La observé desde la pared de vidrio esmerilado que daba a la sala de juntas. Ni siquiera sabía que ya la estaban presentando al equipo. Estaba puntual, como esperaba, pero sin ese aire de servilismo que suelen adoptar los nuevos cuando pisan Pierce Holdings por primera vez.Tenía la espalda recta. El mentón alto. La mirada afilada.Esa mujer no buscaba integrarse.Buscaba dominar.—¿Seguro que es buena idea tenerla tan cerca? —preguntó Ethan, mi jefe de seguridad, sin apartar la vista del informe que sostenía—. Esta abogada tiene demasiadas credenciales… y demasiadas razones para tenernos en la mira.—Precisamente por eso la quiero cerca —respondí sin apartar la mirada de la sala—. Así sé exactamente cuándo apuñalará.Ethan bufó, pero n
Mía—¿Estás segura de querer firmar esto, Mia? —La voz de Alexander Pierce era como una daga envuelta en seda—. Porque una vez que lo hagas, tu libertad deja de pertenecerte.No pestañeé. No podía darme el lujo de titubear.—Estoy segura.Mintiendo como una experta.Dicen que los abogados vendemos nuestra alma en cada contrato.Mentira. Yo la vendí antes de firmar.Pierce Holdings no era una empresa. Era un coliseo. Un lugar donde el mármol pulido y los ventanales infinitos no ocultaban la naturaleza del juego: devorar o ser devorado.Y Alexander Pierce… era el león que gobernaba el espectáculo.No llegué aquí por una entrevista tradicional. No hubo filtros de recursos humanos, ni pruebas psicotécnicas, ni promesas vacías en correos electrónicos. Solo una llamada anónima a las once de la noche y una cita al día siguiente. Piso cincuenta. Oficina privada. Reunión directa con el CEO.Sabía lo que eso significaba.Y aun así, vine.—Mia Donovan —anuncié al llegar, entregando mi currículum