capítulo 37

—Carla, no entiendo qué…

—Sí, sí, lo sé —atajó ella a Maximiliano—. Sé que preguntarás y tú también —miró al rubio— sobre la conexión que existe entre este lugar y aquella casa que se ve desde aquí —señaló al frente (izquierda de Peter, derecha de Max), a través de un gran ventanal—. Además de conocer a la recepcionista, claro está, sé que preguntarán por todo. Y por supuesto, el que estemos hoy aquí.

En ese momento, un mesonero joven de aproximadamente unos veinte años, muy bien vestido, con un uniforme que llevaba en la camisa de color beis y negro el logotipo del sitio, ofreció el menú a cada uno recomendándoles la especialidad de la casa, la cual era carne al estilo argentino, acompañada con un contorno especial de preferencia y otro sencillo.

Cala les anunció a sus acompañantes conocer unos trucos no tan costosos pero deliciosos e imperdibles que aprendió desde aquellas primeras veces que empezó a acudir allí. Ya en ese momento, Maximiliano se mordía la lengua por hacer todas sus
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