Clara se arregló, colocándose otro de los trajes que eran de su propia creación, diseños que no pasaban desapercibido. No se podía negar que Clara era hermosa, aunque ella no lo notase, y no lo aceptase, ella atraía miradas por dondequiera que pasaba. Angelina se veía en el espejo contemplando cómo su mamá le arreglaba el cabello.
—¿A dónde iremos en nuestro día libre? ¿Michael y su padre vendrán también?
—Hija, a donde vamos no lo puede saber nadie, y cuando digo nadie también meto en ese saco a Martina y Marie. Solo iremos tú y yo —Angelina no pudo comprender el hermetismo de su madre; aun así, no pregunto más y dejó que su madre terminara de arreglarla.
Horas más tarde.
Clara ya se encontraba frente de la hermosa verja de la ma
—¡Qué niña tan glotona! —Exclamó una joven que aparentaba veintidós años de edad que junto a otra amasaban en una meza la masa para hacer pan.—Me gustan los dulces —le respondió Angelina con la boca llena de frutillas.—¡Jovencita, es de mala educación hablar con la boca llena! —replicó otra de las cocineras más vieja, luego le guiño el ojo.—¿Cómo te llamas? —quiso saber la mujer que aparentaba veintidós.—Me llamo Angelina.—Mi nombre es Katherine, dime ¿Con quién has venido?—Con mi madre —todas se miraron la cara.—¿Viene por empleo?—No lo sé, mi madre me dijo que no hiciera preguntas —la conversación se vio interrumpida cuando Albert llegó rápidamente por la niña.
El viento susurraba las notas de una canción lejana; melodía que había estado oculta en lo más profundo de mis remembranzas. El sonido me volvía cautivo, trayendo consigo los recuerdos de mi infancia. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla acompañada de una tibieza que inundó mi alma, eran alegorías, partículas de mi pasado que me instaban a volar a través de ellos y recuperar el origen de mi existencia, donde fui tan feliz, donde aún dominaba la inocencia… En esa cúspide de mis pensamientos, la voz de mi madre resucito de entre los fantasmas de mi mente: “si no te amas a ti mismo no podrás amar a otras personas, el primer paso está en la aceptación” cerré los ojos al recordarlo, y mis labios se despegaron para pronunciar un nombre… Angelina. Michael Benedict Davenport, duque de St Moritz. Dos semanas después. El sol ya había despuntado, llenando de luz la hermosa mansión, Clara se levantó más temprano que de costumbre, Martina y Marie se sorprendieron al verla con la cocina ya or
—Oh Alice, mira lo que te ha hecho el odio ¡Te ha dañado! Te ha vuelto una mujer insensible y enferma de venganza—No niña estás equivocada, el odio es mi mejor amigo, me dio fortaleza cuándo todos me daban la espalda —le contestó la bruja acercándose con pasos amenazadores, Sarah no se inmutó y se mantuvo firme, en el olor de aquella mujer pudo ver las tinieblas y la corrupción de los hombres. Sarah apeló al corazón de Alice, ella no perdía la esperanza que en algún lugar aislado del que ahora era su alma oscura, aún latía un poco de la bondad que una vez habito en aquel ser humano.—He venido a pedirte que liberes al pueblo de tu maldición.—Perdiste tu viaje, porque eso no pasará.—¿No crees que ya fue suficiente?—¡No ha sido suficientemente! Los veré arder eternamente en el fuego de mi odio.—No ganas nada con ese castigo, al contrario, te vuelve una esclava.—Siempre he sido esclava, pero lo disfruto —Alice soltó una carcajada, luego su lengua comenzó a salir de su boca como la
—Sí, todas las trabas es para enseñarnos la humildad. El dolor y el miedo no son malos, esos sentimientos son como una especie de cinturón que nos mantiene en estado de alerta y nos humaniza —Michael suspiró y tomó la mano de Angelina. Las palabras le costaban salir de los labios, Angelina lo notó y la preocupación hizo acto de presencia.—¿Sucede algo Michael? —En el momento en que Michael iba a contestar tuvo la sensación de que alguien los miraba. Al principio creyó que era Marianne que venía a unírsele, pero la sensación que sintió estaba muy lejos de ser benévola. Giró y a una distancia prudente pudo ver el rostro de Caden, que sin ellos haberlo notado los había estado acechando, le molestaba profundamente ver cómo Angelina y Michael eran inseparable, pero desde aquel momento él se juró que esa u
Liza Greenwood estaban muy molesta por lo sucedido en las caballerizas, caminaba de un lado a otro ante la mirada impaciente de su esposo, luego sus ojos se posaron encolerizados sobre Branimir y Michael, dedicándoles una mirada llena de desprecio, luego volvió hacia su esposo.—¡Te lo dije Gerald! Esto es culpa de tu imprudencia, debías de conocer mejor a estas personas —su ira se volvía descomunal.—Por favor Liza haz silencio, sal de aquí y déjame a solas con Branimir y su hijo —la mujer puso cara de sorpresa, y con una gran molestia salió del despacho, luego a solas Gerald empezó a hablar.—Michael, por favor, cuánta tu versión de los hechos —pidió Gerald al muchacho.—No dista mucho de lo que le dijo señor Greenwood, yo solo puedo agregar que mi comportamiento agresivo era por defender al caballo. El señorito Caden quería golpearlo con una tabla llena de clavos.—Entiendo —dijo Lord Greenwood, Michael pudo ver en la cara del hombre un dejo de vergüenza, seguidamente se dirigió
La mansión se había hundido en el silencio, como si la partida de William y Michael hubiesen robado la capacidad de hablar a todos los que vivían en aquella morada. Nadie menciono una sola palabra, ni siquiera Marie y Lady Greenwood. Por su parte, Marie no le quiso tocar el tema a Clara y Lady Greenwood tampoco lo hizo con su marido que se encontraba de mal humor por lo sucedido. Caden se había envuelto en una ira infernal que lo consumía desde lo más profundo de su ser, moldeando lentamente al monstruo egoísta que vivía en su alma. Alyssa se le había acercado con burla por la golpiza que le había dado Michael, de cierta forma sintió que el domador de caballos la había vengado de su hermano, pero aquellas burlas solamente lograron que Caden la golpeara en el rostro rompiéndole la boca. Los chillidos de Alyssa llegaron hasta sus padres que con pavor vieron cómo su hi
“ROTHSCHILD’S SLIPER” La Orquídea de Caden —¡Angelina, no sabes que falta me has hecho! —declaró Marianne a la joven cuando estuvieron fuera de la cocina. —Me he sentido indispuesta, mi madre me pidió reposar —Marianne manifestó una sonrisa, que le daba a entender a Angelina de que ella no era tan ingenua. —Angelina, si decides ser actriz, lo más probable es que fracases. —Angelina la miró sin comprender, estaba tan metida en su mundo que no atendía a detalles. —No me mires así, sinceramente estoy muy joven, pero no soy tonta. Tu malestar no es por gripe, ni por nada que se le parezca, ese malestar es porque Michael se marchó. —Angelina volvió a sentir el frío invernal, que le azotaba el corazón. Sintió que la mirada se le cristalizaba. Marianne se dio cuenta, la tomó de la mano y la condujo al lago. Ahí hablarían tranquilas sin que Alyssa y su hermana Emma las molestaran. Frente al lago. —No te pongas así, ya verás que se volverán a ver —Marianne tomó nuevamente a Angelina co
Caden condujo a Angelina a otro de los jardines donde se encontraba el invernadero de su madre. No todos tenían acceso a ese sitio, Liza era muy celosa con sus plantas y había invertido mucho dinero en su cuidado, por lo que pocos tenían acceso. La servidumbre solo entraba cuando la dama deseaba tomar el té en aquel sitio.—Tu madre no se enojará si entramos en este sitio, ¿verdad?—No tiene por qué saberlo —sonrío. Juntos caminaron por los extensos pasillos del invernadero, Caden le pidió a Angelina que subiera con él las escaleras que lo conducía al otro nivel de la magnífica estructura, la joven dudaba en seguir, pero se animó. Caden se detuvo frente a una flor extraña.—Acércate —le pidió, Angelina lo hizo en silencio.—Contemple esta orquídea —Angelina la contempló silenciosamente y no pudo negar que era muy bella, aunque fuera diferente a otras.—¿Cómo se llama?—Su nombre es “Rothschild Zipper”, y es mía. Rogué para que me la trajeran y esta mañana abrió sus pétalos para mí—An