CAPÍTULO 42
Emilia despertó con el corazón en la boca, porque ese era el día de su boda y porque tenía muy poco tiempo dormida. La ansiedad por pensar que algo podría no salir bien ese día le había robado el sueño, pero, cerca de las seis de la mañana, la joven, cansadísima, se quedó profundamente dormida hasta las ocho de la mañana que sonó su despertador.

La castaña abrió los ojos, extrañando a su marido, que no estaba en la cama, pero, cuando se despertó un poco más, escuchó la regadera de su habitación tirando agua, y se dio cuenta entonces que él se estaba bañando.

La joven, sentada en la cama, mirando a una cuna donde su bebé dormía aún, respiró demasiado profundo, sintiendo el asco recorrerle en tracto digestivo, y tuvo que correr al baño de una de las habitaciones vecinas, que estaban solas, para devolver el estómago.

—¿Nerviosa? —preguntó Armando, que la veía salir de esa habitación frente a la de él tras entrar corriendo y vomitar en el baño.

—Demasiado —aseguró la castaña, y el hombre n
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