De regreso a casa, Milenka continuaba dándole vueltas a lo que Nerón le había dicho. Ese hombre realmente sabía cómo manipular y causar intriga en todos a su alrededor.Lo más importante para la joven era su familia, aunque sus padres ya habían muerto, atesoraba su recuerdo. Obviamente, tenía muchas dudas sobre ellos; sin embargo, no había nadie quien pudiera resolverla o al menos eso creía.Analizo cada detalle y para ella todo tenía mucho sentido, Nerón, era muy cercano a Luciana y por ende a su padrino, eso significaba que también lo fue de sus padres, ya que, eran mejores amigos del padre de Itzam.Para ella significó un tipo de señal divina; los cielos se apiadaron de su inmenso deseo por conocer más sobre sus padres que puso en su camino a tal vez la única persona que tenía información sobre ellos.Además, estaba la cuestión de aquellos que querían dañarla, tal vez Nerón también podía hablarle sobre y eso y aunque Itzam la mantenía al margen sobre el tema, ella podría intervenir
Durante los días siguientes a su candente reencuentro, Milenka e Itzam se dedicaron a recuperar el tiempo perdido en la cama. Su necesidad por esa conexión íntima no parecía saciarse.Los rayos del sol entraban con fuerza en la habitación, la fina tela de las cortinas no tenía la suficiente fuerza para detenerlos.Con un ritmo acompasado, Milenka movía sus caderas sobre Itzam, este la abrazaba con fuerza por la cintura a la vez que sus labios devoraban los de ella. Sus cuerpos sudorosos, mientras se frotaban entre sí, no parecían incomodarles en lo absoluto.El mundo afuera de aquel idilio dejó de existir, solo existía ese padre, cuerpo ardiente, las caricias, los besos. En ese nuevo universo en que solo estaban ellos dos, el único sonido que se podía escuchar era el de los gemidos de placer que proferían a través de sus gargantas.Una que otra palabra de amor logro colarse. El que no se mencionan a menudo no significaba que no existiera ese sentimiento, no hacía falta decirlas en voz
Itzam no se equivocó cuando dijo que su madre los recibiría con una rica comida; pero jamás imaginó que Luciana mandaría preparar todo un banquete que incluía, no solo, sus platillos favoritos, sino también los de Milenka. Eso daba muestra de que la joven también robó el corazón de su madre.— Es demasiado, Luciana, no debiste molestarte — exclamó Milen llena de sorpresa al estar frente a aquel enorme comedor para 16 personas repleto de comida. Como buena conocedora de platillos.Mariscos, carnes, pastas, ensaladas, bocadillos de carnes frías y quesos, cremas, salsas, era todo un mundo gastronómico el que se presentaba en aquella mesa, decorada con flores, velas, candelabros, centros de mesa, servilletas y porta cubiertos de plata enaltecían la decoración.— Estaba tan emo
Luciana fue la primera en saludar a Nerón. Se puso de pie y lo recibió con un caluroso abrazo.Milenka, lo saludó desde su lugar a lado de Itzam; el fuerte agarre de este sobre su muñeca le impidió ponerse de pie, se limitó a exclamar un simple pero amable “Buenas Noches”. A Itzam le hervía la sangre mientras se preguntaba si Nerón era estúpido o tenía demasiada confianza en el mismo al tener la osadía de presentarse aun sabiendo que él se encontraba ahí con Milenka, por qué estaba seguro de que lo sabía.— Espero no ser inoportuno — dijo con voz ladina — andaba por aquí cerca y quise saludar a mi hermana —explicó.— Tú siempre eres bien recibido —aseguró Luciana.Itzam se sintió enfermo con la forma tan descarada con la que Nerón mentía.— Qué casualidad— masculló entre dientes, Itzam.Fue entonces cuando Luciana y Milenka pusieron atención en la furia de su rostro, en cómo apretaba la mandíbula y empuñaba su mano libre sobre la mesa. No respiraba, el hombre bufaba como un toro embr
—¿Está todo bien? Pude notar que tu tío no te agrada mucho, ¿tuvieron algún problema? — mientras se retiraba el vestido, ya en la habitación de la casa que compartía con Itzam.Aunque su actitud se mostró serena y cálida, Milenka se dio cuenta de que después de su charla con Nerón, el semblante de Itzam, se volvió distante, como si algo en su mente ocupara toda su atención.E incluso se mantuvo en silencio durante el trayecto de regreso a la villa; por instantes la miraba; pero la forma en que lo hacía no era la misma de siempre, un ligero destello de tristeza se posaba en sus oscuros ojos.— Milenka, tenemos que hablar — respondió con voz seria, mientras yacía sentado sobre la cama, con los codos apoyados sobre su sus rodillas y la cabeza hundida entre sus manos.Un ligero aire de temor golpeo el pecho de la joven. Cuando una situación nos resulta incierta, tendemos a pensar lo peor: la imaginación recrea los más fatídicos escenarios. Y ese era el caso de Milenka. En aquel momento,
— Puedes estarte quieto. Estamos en público — Milenka, miraba hacia todos lados, verificando que ningún alumno o profesor de aquella universidad fuera testigo de cómo Itzam recorría su cuerpo sin pudor alguno.— No me importa, eres mía, mejor que todo el mundo lo sepa — alego él volviendo a introducir las manos bajo su blusa.— Itzam, ya tengo que irme, la clase está por comenzar —era la cuarta vez que decía lo mismo; pero su cuerpo se negaba a dejar de sentir las caricias de aquel hombre.El beso, su cuello de nuevo y la punzada entre sus piernas se volvió más intensa. Si continuaba así, no tardaría en arrastrarlo dentro del auto, para tomar lo que tanto ansiaba de él.Pero no podía darse ese lujo, aunque sonara demasiado excitante y tentador, ahora que lo meditaba nunca había tenido sexo con Itzam en el auto; lo agrego a la larga lista de fantasías que deseaba cumplir junto a él.Por ahora tenía que cumplir con sus obligaciones escolares, sobre todo por qué se había ausentado casi t
— ¿Te he dicho alguna vez lo sexy que te ves cuando cocinas? —Itzam tomó por sorpresa a Milenka, mientras se encontraba perdida entre ollas, ingredientes y algún que otro libro de cocina.— ¿Cuánto tiempo llevas ahí? — preguntó la joven. Por la posición en la que descansaba su cuerpo sobre el marco de la puerta, supo que la había estado observando.—Bastante tiempo y, aun así, no es suficiente — Su mirada brillo de puro deseo.Milenka sintió como un ligero calor recorría todo su cuerpo y se agolpaba en su zona más íntima. Renegó del poder que Itzam tenía sobre ella, solo una miraba y la ya tenía ardiendo de deseo por él.—¿Te gusta lo que ves? — decidió provocarlo y jugar un poco con él.— Siempre — aseveró con Itzam con voz ronca.—¿Qué parte es la que más te gusta?—Todo — no dudo en contestar.—Oh, vamos, debe haber alguna parte que sea tu favorita — Milenka tomó una de uno de los bowls y comenzó a recorrer parte de su mandíbula y cuello con ella — ¿Será?, ¿aquí o aquí? — aquella f
Milenka se encontró con Miranda en la cocina, al verla tan atareada le ayudó por unos minutos y luego decidió dejarla haciendo su trabajo sin molestarla, al fin y al cabo, la morena parecía tener todo bajo control.Una vez de regreso hacia el salón principal donde planeaba encontrarse con Itzam y los demás, chocó sin querer contra un joven, alto, cabello dorado y ojos de un azul muy claro.— Disculpa, no te vi venir — dijo con amabilidad el rubio.— Perdóname tú a mí, venía tan aprisa que no me fije, ¿estás bien? — quiso saber ella.— Yo debería preguntar eso, te golpeé muy fuerte, espero no haberte lastimado.— Claro que no, estoy muy bien — Milenka se dio cuenta de que además de ella y aquel joven, ninguno de los invitados transitaba por ahí — ¿Te has perdido?, el salón principal está por acá — le indicó queriendo ayudar.— No — sonrió enseñando su perfecta dentadura — de hecho, ese salón es el último lugar al que quiero ir — señaló mirando hacia el lugar donde se concentraban todos