— Es, solo una lavadora, no te va a morder — exclamó Milen con tono divertido al ver a Itzam agachado frente a la lavadora. Miraba el aparato doméstico con el ceño fruncido, como si se tratase de un instrumento indescifrable. —Por favor, es pan comido — respondió con actitud altiva. Antes muerto que sencillo — solo tienes que apretar un par de botones y listo — la cuestión era ¿Cuáles botones? — ¿Necesitas ayuda? — ofreció Milen. — Por supuesto que no, ya te dije, lo tengo bajo control — Itzam no se dejaría vencer por una insignificante lavadora — Tu amiga, ¿sigue aquí? — No, se acaba de ir, tenía una cita o algo así. — Es un poco escandalosa — señaló Itzam. — La discreción no es su fuerte, pero es muy divertida, llena de alegría mis días. — oh, creí que era yo quien llenaba tus días de alegría — alegó Itzam con indignación. — ¿Sabes?, tienes que echar la ropa a la lavadora, así es como funciona — prefería no mencionar nada en torno a su relación, así que cambió el rumbo de la
— Estoy exhausta— Miranda se desparramó sobre una silla con ayuda de sus propios pies, se retiró los zapatos, dando alivio a sus dedos y talones. —Te doy la razón, estuvo muy pesado — la secundo Milen. Ambas jóvenes junto a un grupo de sus compañeros fueron elegidos para preparar los platillos qué se servirían en la gala de la universidad como recompensa por obtener las mejores notas del curso. Aunque a esas alturas ya no estaban muy seguras de que en verdad se tratase de un premio o un castigo. Fue toda una odisea, pese a que eran casi 10 personas las que participarían. Como gallinas deshuesadas corrían de un lado a otro de la enorme cocina dispuesta para ellos. Milenka sentía que los pies se le caerían a pedazos y tal vez al siguiente día necesitaría una silla de ruedas, ya que el dolor de espalda la estaba matando. — Después de esto, estoy segura, nos lloverá el trabajo— exclamó con la mirada llena de esperanza Miranda — podré abrir mi propio negocio antes de que termine la un
— Lo siento, me quedé dormida — se excusó Milenka al llegar a la casa de Ramona.— Creí que ya no vendrías. Imagine que estarías cansada por el trabajo de ayer — Ramona la saludo con un abrazo y un beso en la mejilla.— Sí, fue una noche ajetreada — el recuerdo del rostro de Itzam entre sus piernas devorando su intimidad provocaron un ligero enrojecimiento en sus mejillas, agradeció que Ramona no la estaba mirando.Su amiga era demasiado intuitiva y más, cuando se trataba de temas sexuales, la habría descubierto enseguida. Según Ramona, el sexo delata. — Milen, querida, ha venido alguien que tiene muchas ganas de verte, espero no te moleste — le explicó Ramona un poco nerviosa.— ¿Verme?, ¿quién? — Ramona no tuvo tiempo de responder las preguntas de Milenka, cuando Luciana, la madre de Itzam entró a la estancia donde se encontraban.— Luciana — susurró la joven sorprendida. La madre de Itzam era una mujer muy dulce y amable. Durante su relación con Itzam ambas se llevaron muy bien y
De regreso a casa, Milenka continuaba dándole vueltas a lo que Nerón le había dicho. Ese hombre realmente sabía cómo manipular y causar intriga en todos a su alrededor.Lo más importante para la joven era su familia, aunque sus padres ya habían muerto, atesoraba su recuerdo. Obviamente, tenía muchas dudas sobre ellos; sin embargo, no había nadie quien pudiera resolverla o al menos eso creía.Analizo cada detalle y para ella todo tenía mucho sentido, Nerón, era muy cercano a Luciana y por ende a su padrino, eso significaba que también lo fue de sus padres, ya que, eran mejores amigos del padre de Itzam.Para ella significó un tipo de señal divina; los cielos se apiadaron de su inmenso deseo por conocer más sobre sus padres que puso en su camino a tal vez la única persona que tenía información sobre ellos.Además, estaba la cuestión de aquellos que querían dañarla, tal vez Nerón también podía hablarle sobre y eso y aunque Itzam la mantenía al margen sobre el tema, ella podría intervenir
Durante los días siguientes a su candente reencuentro, Milenka e Itzam se dedicaron a recuperar el tiempo perdido en la cama. Su necesidad por esa conexión íntima no parecía saciarse.Los rayos del sol entraban con fuerza en la habitación, la fina tela de las cortinas no tenía la suficiente fuerza para detenerlos.Con un ritmo acompasado, Milenka movía sus caderas sobre Itzam, este la abrazaba con fuerza por la cintura a la vez que sus labios devoraban los de ella. Sus cuerpos sudorosos, mientras se frotaban entre sí, no parecían incomodarles en lo absoluto.El mundo afuera de aquel idilio dejó de existir, solo existía ese padre, cuerpo ardiente, las caricias, los besos. En ese nuevo universo en que solo estaban ellos dos, el único sonido que se podía escuchar era el de los gemidos de placer que proferían a través de sus gargantas.Una que otra palabra de amor logro colarse. El que no se mencionan a menudo no significaba que no existiera ese sentimiento, no hacía falta decirlas en voz
Itzam no se equivocó cuando dijo que su madre los recibiría con una rica comida; pero jamás imaginó que Luciana mandaría preparar todo un banquete que incluía, no solo, sus platillos favoritos, sino también los de Milenka. Eso daba muestra de que la joven también robó el corazón de su madre.— Es demasiado, Luciana, no debiste molestarte — exclamó Milen llena de sorpresa al estar frente a aquel enorme comedor para 16 personas repleto de comida. Como buena conocedora de platillos.Mariscos, carnes, pastas, ensaladas, bocadillos de carnes frías y quesos, cremas, salsas, era todo un mundo gastronómico el que se presentaba en aquella mesa, decorada con flores, velas, candelabros, centros de mesa, servilletas y porta cubiertos de plata enaltecían la decoración.— Estaba tan emo
Luciana fue la primera en saludar a Nerón. Se puso de pie y lo recibió con un caluroso abrazo.Milenka, lo saludó desde su lugar a lado de Itzam; el fuerte agarre de este sobre su muñeca le impidió ponerse de pie, se limitó a exclamar un simple pero amable “Buenas Noches”. A Itzam le hervía la sangre mientras se preguntaba si Nerón era estúpido o tenía demasiada confianza en el mismo al tener la osadía de presentarse aun sabiendo que él se encontraba ahí con Milenka, por qué estaba seguro de que lo sabía.— Espero no ser inoportuno — dijo con voz ladina — andaba por aquí cerca y quise saludar a mi hermana —explicó.— Tú siempre eres bien recibido —aseguró Luciana.Itzam se sintió enfermo con la forma tan descarada con la que Nerón mentía.— Qué casualidad— masculló entre dientes, Itzam.Fue entonces cuando Luciana y Milenka pusieron atención en la furia de su rostro, en cómo apretaba la mandíbula y empuñaba su mano libre sobre la mesa. No respiraba, el hombre bufaba como un toro embr
—¿Está todo bien? Pude notar que tu tío no te agrada mucho, ¿tuvieron algún problema? — mientras se retiraba el vestido, ya en la habitación de la casa que compartía con Itzam.Aunque su actitud se mostró serena y cálida, Milenka se dio cuenta de que después de su charla con Nerón, el semblante de Itzam, se volvió distante, como si algo en su mente ocupara toda su atención.E incluso se mantuvo en silencio durante el trayecto de regreso a la villa; por instantes la miraba; pero la forma en que lo hacía no era la misma de siempre, un ligero destello de tristeza se posaba en sus oscuros ojos.— Milenka, tenemos que hablar — respondió con voz seria, mientras yacía sentado sobre la cama, con los codos apoyados sobre su sus rodillas y la cabeza hundida entre sus manos.Un ligero aire de temor golpeo el pecho de la joven. Cuando una situación nos resulta incierta, tendemos a pensar lo peor: la imaginación recrea los más fatídicos escenarios. Y ese era el caso de Milenka. En aquel momento,