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AMOR OSCURO (Oscura Inocencia, libro 2)
AMOR OSCURO (Oscura Inocencia, libro 2)
Por: Gaby Arreola
CAPÍTULO I INESPERADO Y DESASTROSO

La luz del día comenzaba a ceder, dando paso a la oscuridad. Otro día más en que Milen o, mejor dicho, Estefanía, como ahora todos la llamaban, no encontraba esa pieza que le faltaba a su vida, una que encajara con su nuevo nombre, su nueva vida, su nuevo yo.

Una chica universitaria que anhelaba comerse al mundo de un bocado mientras se abría paso a la madurez, disfrutando de esa felicidad sin responsabilidades y siendo inmensamente feliz.

A ella le faltaba precisamente esa felicidad. Intentó recuperarla, dios sabe que lo hizo, cada día, cada segundo… y nada, su esfuerzo la llevaba siempre a lo mismo, a la desesperación y la locura.

Se forzó tantas veces a fingir que estaba bien, que después de tantos meses lo había conseguido, ya le salía natural. Se volvió como un reflejo predestinado que su cuerpo activaba cada vez que tenía a alguien frente a ella.

Como ahora que conversaba con Rigo, mientras caminaba por uno de los jardines que rodeaban los dormitorios de la universidad.

— Estás jugando con fuego — el abogado intentaba por milésima vez convencerla de trasladarse a la universidad de Londres, tal y como les había hecho creer a todos.

— Te preocupas por nada Rigo — replicó ella con fingida tranquilidad — No ha pasado nada en más de seis meses, no pasará nada. Él no está buscándome — la amargura envolvió su boca, cualquier mención de Itzam era como si tragara vidrios filosos, podía sentir como su interior se desgarraba.

Era verdad, Itzam se encontraba sumido en su propio infierno, desolado y perdido, en todo este tiempo no mostró ningún interés por buscar a Milen aun cuando agonizaba lentamente por no tenerla a su lado.

— No me refiero a él — aclaró el abogado. ¿Cómo podía explicarle que el que realmente le preocupaba era Neron — Mientras estés aquí, no avanzaras, — señaló — ¿qué clase de vida es, está recluida en el dormitorio?

— Te lo he explicado mil veces, la experiencia — argumentó Milen encogiéndose de hombros.

— Encuentra la experiencia en otro lado, viaja por el mundo, tienes dinero de sobra— aconsejo él.

— De hecho… lo he estado pensando y me mudaré al departamento — la experiencia universitaria no resultó ser tan agradable para Milen, adoraba a su compañera de cuarto; pero esta le encantaba usar el dormitorio como sede reuniones y si algo atesoraba Milenka en este momento, era su soledad.

–¿En serio?, ¿por qué?, ¿pasó algo? --- indagó con sorpresa el abogado.

—No, nada, creo que me hará bien ir y venir a la universidad, me darán otros aires — explicó con calma Milen.

No era lo que Rigo buscaba; pero sí un comienzo, con pequeños pasos se logran grandes cosas, tal vez en unos meses más y ella aceptara irse.

— Vamos a ver el departamento ahora mismo — Rigo no se preocupó por ocultar su emoción. Si por él fuera, la mudaba en ese mismo instante antes de que cambiara de opinión.

— No creo que sea necesario, pensaba llevar mis cosas el fin de semana … Además, está a punto de oscurecer …

— Está listo para usarse de inmediato, puedes ir llevando tus cosas durante estos días, es más, yo enviaré por ellas, tú no te preocupes por eso, mañana mismo las tendrás — en un par de segundos y Rigo ya tenía todo resuelto.

— ¿Cómo pasamos de ver el departamento a mudarme ahora? — quiso saber Milen desconcertada. Tomó el brazo de Rigo impidiendo que este realizará las llamadas necesarias para mudarla al instante.

— No veo por qué esperar — contractó él.

Milen alzó su mirada al cielo al mismo tiempo que suspiraba con frustración — Rigo, no sabes cuanto agradezco todo lo que haces por mí; pero podrías ir a mi ritmo, por favor — pidió la joven.

— Lo lamento — se disculpó Rigo — es solo que quiero que estés bien, sé qué crees que estar en el campus te ayuda a distraerte de… bueno, ya sabes; sin embargo, yo creo que solo lo usas para encerrarte en ti misma.

— Rigo — demandó Milenka, sabía hacia donde iba la conversación.

— Seamos sinceros, no lo has soltado del todo, no estás bien, te la pasas recluida en el campus, en el dormitorio, sobrepasando las cosas, no te hace bien, estoy seguro de que, mudándote, podrás comenzar avanzar, tendrás tu propio espacio, claro que, si fuera de país y no solo de casa, sería mucho mejor; pero respeto tu ritmo, como dices.

— No salgo porque no tengo necesidad de hacerlo — alegó en su defensa la joven.

— Por qué no quieres. Sabes que él tiene el poder para encontrarte; donde sea que te encuentres, si no lo ha hecho es por qué no quiere …

— Creí que era porque hiciste un buen trabajo ocultándome — reclamó Milen con el corazón hundido por la dura verdad en las palabras de Rigo.

— También es por eso claro, sin embargo, sé muy bien que no ha hecho nada — dijo con firmeza.

— Lo que haga no me importa, tampoco pienso huir de él toda la vida, este mundo a veces es tan pequeño que no puedes evitar toparse con cosas desagradables; pero estoy decidida dejárselo a la suerte, si tengo que enfrentarlo en algún momento lo haré con valentía y madurez, si no es así… pues mejor para todos — aseguró.

— Sería mejor no tentar a la suerte.

— Eres un paranoico, anda, vamos al departamento, así me libraré de ti — bromeó la joven. Tomó del brazo a Rigo animando a apresurar su andar.

Justo al llegar al estacionamiento, Rigo se detuvo en seco, la sangre se le congeló y por segundos su corazón se paralizó. Un suceso inesperado y por demás desastroso, estaba a punto de suceder si no intervenía de inmediato.

—Sabes, acabo de recordar que tengo algo urgente que hacer, iremos mañana, a primera hora te lo prometo — dijo con premura al mismo tiempo que empujaba a Milenka de nuevo hacia los dormitorios.

— ¿Qué?, ¿estás seguro?, puedo ir yo sola — aseguró ella.

— No, no, no, ya está grande para que andes por ahí sola, regresa a descansar, mañana tienes clase temprano, yo te llamaré, te lo prometo — Rigo sentía que corría contra el tiempo.

— Está bien, está bien — Milen no tardó en aceptar al fin y al cabo no tenía muchos ánimos de ir al dicho departamento.

— Perfecto, anda, vete — la animó Rigo.

— Lo haré en cuanto subas a tu auto.

— Ve tu primero, te veré desde aquí, soy un caballero, quiero asegurarme de qué iras bien — explicó torpemente.

— ¿Seguro que estás bien? — inquirió Milen al verlo fuera de sí.

— Por su puesto — aseguró el abogado, ocultando sus ansias por lograr que Milenka regresara al dormitorio.

— Bien, entonces, nos veremos mañana — la joven se despidió con un gesto de mano y echó a andar por el pasillo que acababan de recorrer.

Rigo ni siquiera había girado hacia el estacionamiento cuando un auto negro se detuvo a sus espaladas — sube — ordenó una voz que jamás se esperó escuchar en aquel lugar.

Sin más que hacer, el abogado se dio la vuelta para enfrentar la dura mirada oscura del mismo Itzam Balcab.

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