El tiempo se había vuelto un concepto difuso para Alicia, cada segundo que pasaba, su cuerpo se sentía al borde del colapso, pero su mente permanecía alerta. Sabía que no podía darse el lujo de perder la conciencia. Las contracciones se volvían más fuertes y rápidas, el parto era inminente.Con una mano temblorosa, alcanzó el kit médico que había preparado días atrás. Contenía las herramientas más básicas para un parto: tijeras esterilizadas, guantes, sábanas limpias y un frasco pequeño de antiséptico. No era suficiente, lo sabía, pero era todo lo que tenía.No podía esperar que alguien más la ayudara, estaba sola en ese refugio, en un mundo que parecía haberla olvidado. Le hubiera gustado que Albert, así como su padre, estuvieran a su lado. Luego, cuando tuviera a su bebé en brazos, recibirlo en un lugar hermoso, lleno de globos y peluches. No obstante, de ser que Albert hubiera sobrevivido al desastre en la superficie, así como Sasha, ya en este momento él estuviera sosteniendo a s
Christopher caminaba lentamente por el pasillo del hospital, su mente cargada de dudas. Desde que escuchó a su madre negociar con el médico, una sensación de traición se había instalado en su pecho.No quería creerlo, pero las piezas comenzaban a encajar: los problemas durante el parto, los cuales provocaron sumo dolor en él y su padrastro, no eran más que una treta orquestada por su propia madre para manipular y amarrar más a Albert. Entró al archivo médico del hospital con el pretexto de buscar información sobre su hermanito. Sabía que no debía hacerlo, pero no le importaba. Encontró el expediente de su madre y comenzó a leer.Lo mucho que pudiera provocar sería su suspensión, pero siendo testigo de lo que acaba de descubrir, su madre, para que este no la delatara, lo cubriría en caso de algún problema. Los resultados eran claros: había indicios de que la droga administrada no era parte del protocolo estándar. Un medicamento experimental, utilizado de manera indebida. Aquello le s
Después de todo lo ocurrido en el batallón, Christopher llegó a su dormitorio, pero el dolor no le permitía descansar. Las palabras de su madre resonaban en su mente, mezcladas con el llanto de su hermanito que todavía podía escuchar en su memoria. Miró el reloj en la pared, tenía solo unas pocas horas antes de que comenzara su turno, pero su mente estaba demasiado inquieta como para dormir. Abrió un pequeño cuaderno que llevaba consigo desde hacía años, uno donde solía escribir pensamientos y reflexiones en momentos de crisis. "No confiaré en ella nunca más" "Por Jonathan, guardaré silencio, pero mi lealtad se terminó." Escribió con fuerza, reprimiendo aún las lágrimas. Agradeciendo que su dormitorio, aunque pequeño, le daba suficiente privacidad, decidió que si no podía exteriorizar sus sentimientos con palabras, al menos lo haría por escrito. Por primera vez, Christopher se permitió imaginar un futuro lejos de su madre, lejos de todo lo que ella representaba. La idea era at
1 AÑO DESPUÉS... Unas pequeñas manitas hicieron que Alicia se despertara de golpe, asustada por haberse quedado dormida. Aunque de inmediato se tranquilizó al ver a la responsable de haberse despertado. —¡Mi niñita!—susurró besándola en la frente. Serah, una dulce una niña de cabellera negra y ojos azules, estaba creciendo de manera saludable. Pese a la vida que estaban teniendo, no era la que ella quería, no podía negar que ambas estaban bien. Sin embargo, su cabello, que tenía un color amarillo natural, se había tornado oscuro hasta negro. Preocupada porque estuviera relacionado con la infección, había pasado noches enteras trabajando, sacrificando horas de sueño, como aquella última noche. Pero, aunque no pudiera ni despertarse con la alarma, de lo cansada que estaba, la vocecita de su hija la ayudaba. —¡Baba!—balbuceó su hija. Alicia de inmediato la abrazó, apenas cumplía el año y si bien solo podía decir "Baba", era una niña tan atenta a los detalles. No sabía como, o s
Albert estaba estupefacto, con el corazón a punto de salir de su pecho. No creía que aquello fuera un sueño, no al menos uno simple, era demasiado vívido para ser solo un sueño. Sin embargo, quedó sin habla al ver como Alicia se desvanecía ante sus ojos, después de haber escuchado aquel balbuceo de una niña pequeña. —¿Pero qué carajo?—preguntó pálido—Alicia... Su mano se levantó inconscientemente, intentando alcanzar lo último que quedaba de la estela que su aún esposa había dejado. Pero, era en vano: había vuelto a desaparecer. Todos estos meses, sintiendo solo culpa en su corazón, frunció el ceño al sentir una nueva emoción en este. —Regrésalo, Glorym—escuchó decir al misterioso hombre—la próxima vez asegúrate de solo contactarnos con la mujer, este hombre no nos interesa. —Sí—respondió la mujer. Albert, quien se había dado la vuelta para interrogarlos y entender lo que estaba pasando, observó como la mujer que se hacía llamar "Glorym" chasqueó sus dedos, provocando que poc
Sumido en sus pensamientos, Albert no presintió llegar el vaso que Sasha le había lanzado, después de este ingresar a la habitación de ella. El antiguo cuarto que ambos compartían se sentía tan frío; sin embargo, el dolor por el objeto estrellándose contra su frente, así como la sangre caer poco a poco, hizo que aquel frío se sintiera peor. —¡Sasha!—gritó colocando una mano en el corte—¡¿Pero qué haces?!—¡Dios, Albert!—expresó nerviosa—¡No quería golpearte!Sasha, pálida, fingiendo estar enferma, se acercó temerosa hasta Albert. La mujer parecía un gato recién lastimado, cuando en realidad había sido ella la que provocó el altercado. Sin embargo, también se sentía enojada y traicionada. No entendía por qué el comandante del pabellón había autorizado la salida del padre de su hijo, pese a todo el dinero que le había estado pasando. Por días había llamado, pero todo era en vano, al parecer aquella decisión era irrevocable. Sin entender lo que estaba pasando, tenía que hacer uso del
Sasha estaba enojada, tanto que le costaba mantener su fachada manipuladora en frente de Albert. Por primera vez, aquel control que ella sentía seguro de mantener a largo plazo, estaba tambaleando. Por nada en el mundo, Albert parecía cambiar de opinión. —¿Es por ella?—cuestionó molesta—no quieres negarte a la expedición, ¿por qué quieres encontrar a Alicia?Albert se detuvo, con el corazón palpitando a todo dar. Con la mano, aun en la perilla de la puerta, miles de imágenes de Alicia se cruzaron por su cabeza, incluyendo de cuando ella estaba en embarazo. En definitiva, no era lo mismo que un tercero le increpara sobre sus intenciones. —Yo...yo—susurró intentando buscar alguna respuesta. —¡Dame la cara, Albert!—expresó aumentando el llanto—¿nos abandonas por ella? ¿Por la mujer que te fue infiel y te quería engañar con un hijo falso?Si lo analizaba de ese modo, Sasha tenía razón. Pese a todo lo que estaba sintiendo, exacerbado aún más después de aquel sueño, su sentimiento de cul
El helicóptero volaba alto, evitando llamar la atención de los infectados que vagaban por las zonas cercanas. Albert mantenía la mirada fija en la ventana, observando cómo el paisaje urbano destruido por los enfrentamientos y el avance de la naturaleza. Poco a poco, el científico militar y padre de posiblemente dos niños de la misma edad, vislumbraba a lo lejos la frontera entre la ciudad y el bosque que lo rodeaba. No obstante, el peso de las palabras de Sasha seguía presente en su mente, pero ahora lo acompañaba una inquietud mayor. ¿Por qué sus superiores parecían tan interesados en enviarlo a una misión que, en teoría, no debía requerir su presencia?Bien, era algo que quiso ignorar, pero ahora no podía hacerlo más. Era uno de los mejores científicos, enviarlo a campo y recolectar muestras, así como mayor información, recogerías más frutos que alguno de sus subordinados. Sin embargo, era cierto lo extraño que resultaba ser que, después de tanta negativa, por fin se le diera el av