ELIZABETH.DÍAS DESPUES.No podía dejar de sonreír mientras caminaba hacia la comisaría al lado de Nick. Después de tantas dudas y momentos difíciles, habíamos llegado a un lugar donde nuestro amor se sentía sólido y real. Ambos sabíamos que nuestras vidas eran complicadas, llenas de sombras del pasado y peligros del presente, pero también sabíamos que juntos podíamos enfrentarlo todo.—¿Estás lista para esto? —me preguntó Nick con una sonrisa, entrelazando sus dedos con los míos.—Más que lista —respondí, apretando suavemente su mano.Al entrar en la comisaría, la atmósfera era diferente. Había un aire de complicidad y curiosidad en nuestros compañeros. Algunos ya habían notado cómo nuestras miradas se encontraban con mayor frecuencia, cómo nuestros gestos se volvían más íntimos. Pero hoy era el día en que haríamos oficial nuestra relación.Nos dirigimos a la sala de reuniones donde Warren, como de costumbre, estaba revisando algunos informes. Cuando nos vio entrar tomados de la mano,
ELIZABETH.El regreso a la guarida fue como sumergirme en una pesadilla que había creído dejar atrás. Cada paso que daba por esos pasillos oscuros y lúgubres me recordaba las decisiones que había tomado, los errores que había cometido. Pero esta vez, estaba allí por una razón diferente. No para volver a esa vida, sino para destruirla desde dentro.Héctor, o mejor dicho, el Diablo, me recibió con una mezcla de sorpresa y satisfacción. Aunque traté de mantener mi postura firme, sentía su mirada escudriñadora, como si intentara descifrar mis verdaderas intenciones.—Nunca pensé que te volvería a ver aquí, Elizabeth —dijo, con esa sonrisa que solía encantarme y ahora solo me causaba repulsión.—Las cosas han cambiado —respondí con la misma frialdad—. No tenía otra opción. Aquí, al menos, sé lo que esperar.El Diablo asintió, su mirada se suavizó por un momento, pero luego recuperó ese brillo calculador.—Bueno, me alegra que hayas venido a tus sentidos. Hay mucho trabajo por hacer, y siemp
ELIZABETH.El corazón me latía con fuerza mientras corría por las calles, dejando atrás la guarida y la traición de Cuadrado. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que él hiciera su jugada, antes de que alertara al Diablo sobre mi verdadera misión. Cada paso que daba estaba cargado de la urgencia de llegar a la comisaría y poner al tanto a Warren y a Nick.Al llegar a la comisaría, apenas me detuve para recuperar el aliento antes de dirigirme directamente a la oficina de Warren. Lo encontré revisando algunos documentos, pero cuando levantó la vista y vio mi expresión, supo de inmediato que algo andaba mal.—Elizabeth, ¿qué sucede? —preguntó, dejando los papeles a un lado.—Lo encontré, Warren. El topo es Rata —dije, mi voz aún acelerada—. Pero eso no es todo. Él sabe que soy una infiltrada. Tenemos que actuar rápido, o lo arruinará todo.Warren asintió con una gravedad que solo hacía que la situación se sintiera más real.—Bien, haremos lo necesario para neutralizar la amenaza. No p
LIZ. Ela mira todo con admiración, sorpresa y completamente maravillada, sonrío al ver a mi hija de esa forma. —Wow, este lugar es una hermosura— río sus palabras y beso su cabecita y la abrazo —Gracias mami — —¿Por qué? — indago al no entender la razón del agradecimiento Ela me mira y me da una hermosa sonrisa llena de emoción. —Por traerme a un lugar mágico — la abrazo —Pues debes agradecerle a Nick — le digo y él me mira por el espejo retrovisor —Este viaje fue su idea — —Gracias Nick — —De nada princesa — y el resto del camino vemos por la ventana del auto Al llegar al lugar creo que mi expresión es la misma que Ela, observo la casa con asombro, admiración y sorpresa, decido bajar del auto y tomo la mano de Ela sin despegar la mirada de la casa. Esta es una mansión. —Wow, esta casa parece la de las películas —asiento a la declaración de Ela Escucho la risa de Nick y me doy cuenta que tengo la boca abierta por el asombro, la cierro de inmediato. —Es solo la casa
NOCHE BUENA.NICK. Unos besos me despiertan y aunque al principio veo borroso, la imagen de Liz sonriente se aclara al paso de los segundos. Ella está despeinada, su cabellera negra cae y sonrío al ver tan bella imagen, se acerca y besa mis labios lentamente, como si no quisiera que este momento se acabara nunca, le correspondo de inmediato y como nuestros cuerpos lo piden, volvemos a unirnos y a ser uno solo. Bajamos a la cocina, ella viste un pantalón de franela, un buzo con la imagen de un reno y medias de navidad, no lleva nada debajo y decido que en el transcurso del día ese pantalón desaparecerá en varias ocasiones. —¿Y Ela?— indago notando gran silencio —Nick— veo a Liz — Son las seis de la mañana. ¿Tú crees que una niña de seis años estará despierta a esa hora?— río ante la pregunta — Bueno, hoy es noche buena, así que me imaginé que estaría ansiosa— — Mañana que viene papá Noel con los regalos estará despierta temprano, creo que ni va a dormir— ambos reímos y Liz le pon
NICK.El amanecer de Navidad en las montañas era todo lo que había soñado y más. La cabaña estaba rodeada por un paisaje blanco inmaculado, la nieve cubría cada rincón, y los árboles brillaban con una suave luz dorada cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte. Estaba en la cocina, preparando café, cuando escuché el sonido de pasos ligeros corriendo por el pasillo. Era Ela, despierta más temprano de lo habitual, pero su energía era contagiosa.—¡Es Navidad! ¡Es Navidad! —gritaba, sus pequeños pies deslizándose por el suelo de madera mientras corría hacia la sala.No pude evitar sonreír mientras la seguía. Al llegar a la sala, la vi detenerse frente al árbol de Navidad, completamente asombrada por la cantidad de regalos que había debajo. Elizabeth apareció detrás de mí, envuelta en una manta, su cabello alborotado pero con una expresión radiante de felicidad.—Parece que alguien no puede esperar para abrir sus regalos —dijo Elizabeth en voz baja, acercándose a mí.—No podemos culp
ELIZABETH.El regreso a la ciudad, tras nuestro idílico tiempo en las montañas, se sentía como un despertar abrupto a la realidad. Habíamos vivido unos días maravillosos, donde la única preocupación era disfrutar el momento y el uno del otro. Pero ahora, de vuelta a la rutina, las sombras de mi pasado comenzaron a rondarme nuevamente, recordándome que aún había asuntos pendientes que no podía ignorar.La mañana después de nuestro regreso, Nick y yo llevamos a Ela al hospital para su revisión médica. Sabíamos que los doctores querrían asegurarse de que el viaje no hubiera afectado su estado de salud y, aunque Ela se veía más animada que nunca, no podíamos evitar preocuparnos.—¿Crees que todo estará bien? —me preguntó Nick mientras conducíamos hacia el hospital, su tono tranquilo, pero con una nota de preocupación subyacente.—Lo estará —respondí con más confianza de la que realmente sentía—. Ela ha estado increíble estos días, estoy segura de que los doctores solo quieren estar seguros
NickHabían pasado algunos días desde que regresamos de las montañas, y aunque Elizabeth y yo habíamos comenzado a planear nuestra boda con entusiasmo, noté que algo en ella había cambiado. Había una distancia, una frialdad que no estaba ahí antes. Intenté no darle demasiada importancia al principio, pero cuanto más lo pensaba, más me inquietaba.Decidí que sería una buena idea invitarla a mi departamento. Aunque habíamos pasado mucho tiempo juntos, nunca había tenido la oportunidad de mostrarle el lugar que había sido mi refugio durante años, el lugar donde había vivido tantos recuerdos, tanto con Callie como en mi tiempo a solas después de su muerte.Cuando llegamos, Elizabeth parecía interesada, pero había algo en su mirada que me hizo dudar. Le mostré el salón, la cocina, el pequeño balcón que daba a la calle, y todo parecía ir bien hasta que llegamos al dormitorio.Entramos, y ella se quedó observando las fotos enmarcadas que estaban sobre una repisa. Eran fotos de Callie y yo, mo