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AMNESIA
AMNESIA
Por: ALIETIUM
Luz de luna

Una luz...una luz era todo lo que me separaba del infinito vacío a mi alrededor, no podía ver qué es lo que era aquel objeto que iluminaba mi visión aún tenue, aunque podía decir que estaba lejos de mi ser, entonces apareció otra luz pero esta era más pequeña, luego vino otra, y otra, y otra más, ahora me encontraba mirando el cielo estrellado y reconocí el enorme faro que me había rescatado del abismo de la oscuridad.

Era la luna.

Me tomé un momento para respirar y observar a mi alrededor, había un solo sendero, el resto era un mar de árboles, árboles tan altos y tan gruesos que podía imaginarme caminando por sus ramas con tanta facilidad como lo hacía en la tierra bajo mis pies.

Busque más detalles en mi entorno, veía madera, algunas cuerdas y varas de metal, probablemente eran los restos de alguna pequeña construcción destruida pero lo que haya sido estaba más allá de mi.

Tome una vara de metal,no tan pesada para poder defenderme por si algo o alguien me atacaba.

Quise regresar pero no sabía a dónde...de hecho no sabía nada.

Empecé a asustarme y comencé a buscar en mi ropa por si había alguna pista.

Botas de cuero, pantalón caqui, camisa de malla, brasier negro y abrigo de piel, todos sin nada útil solamente un espejo de mano el cual procedí a abrir...

—Rojo...—eso fue lo que mis ojos captaron al momento de ver el espejo.

Mis cejas, mis pestañas, mis labios, pero sobre todo mi cabello, era de color rojo, un rojo vibrante que contrastaba con los ojos verdes y la piel blanca cubierta por las pecas en mi cara.

Cerré el pequeño espejo y me dispuse a seguir el camino "¿tiene que llevarme a algún lugar, no?"

Pues resulta que no.

Seguí el sendero todo lo que pude hasta que me dolieron los pies, estaba frustrada y con ganas de golpear algo "esto era más fácil en mi cabeza" pensé con un suspiro, y es que simplemente sonaba tan fácil "sigue el camino, encuentra cualquier tonto pueblo y bueno...haz cualquier cosa que te ayude a recordar"

—Odio este estúpido bosque y su estúpida inmensidad.

Mientras renegaba sobre la total injusticia de este mundo contra mi hermoso ser, un fuerte aroma recorrió mis sentidos.

—Huele a carne...

Mis ojos se abrieron al comprender "¡Olía a carne, hay personas cerca!"

Comencé a caminar lo más rápido que pude hacia donde estaba el olor, tenía tantas ganas de correr hacia aquel lugar pero me contuve, ni loca correría a ciegas en un bosque oscuro, podría caerme, a lo lejos comencé a ver destellos de lo que podría ser una fogata.

Me quedé congelada.

Era alto, alrededor 1.90m, estaba casi completamente cubierto por ropa negra pero se notaba que era toda una potencia debajo de eso, cabello corto a los lados pero largo en la parte superior, lo tenía amarrado en una coleta baja con algunos mechones enmarcando su cara, pero lo más llamativo era su rostro o más bien la falta de este...

Donde debería haber visto ojos, nariz o boca, había una máscara que parecía de jade completamente lisa y por si no fuera suficiente para asustarme, en su espalda podía vislumbrar lo que parecía ser la culata de algún arma.

No podía ver sus ojos pero aún así podía sentir que me escudriñaban y yo me reducía bajo su mirada.

Después de algunos segundos y uno que otro pequeño infarto de mi parte aquel hombre simplemente dio media vuelta y camino de regreso a su campamento

Se detuvo después de unos cuantos pasos y movió la cabeza para que lo siguiera.

Caminamos en un incómodo silencio o al menos lo era para mí, si él se sintió igual pues entonces no lo demostró mucho.

— ¿Cómo te llamas? —preguntó.

Su voz era un profundo barítono que no demostraba ninguna emoción en particular a excepción de un pequeño tono de curiosidad en su indiferencia.

Quise responder pero no pude, recién me di cuenta de que no sabía mi nombre.

Traté de recordar lo más que pude pero simplemente no había nada en mi cabeza y entonces simplemente salió de mis labios.

—Rojo...—respondí vacilante.

— ¿Rojo? —repitió dudoso y estoy segura de que si no hubiera estado usando esa extraña máscara hubiera podido ver la curvatura de su ceja al levantarse.

—Si—respondí con más confianza y un poco de molestia en mi voz.

—Está bien, entonces será Rojo.

Lo miré unos segundos esperando a escuchar su nombre pero no dijo nada.

"Bastardo espeluznante" esas fueron las palabras en mi cabeza antes de tomar valor y hablar.

—Generalmente, la gente se presenta después de que alguien le dice su nombre— le espeté, aunque si eso es lo que hacía la gente no tenía manera de saberlo.

Hubo más silencio antes de que "El tipo del bosque" (como había decidido apodar a la persona que tenía el honor de acompañarme), se dignó a responder.

—Llámame Ikal.

Con el final de esa oración fue que finalmente llegamos al campamento

Me tallé los ojos para comprobar que no estaba alucinando y después de repetir la misma acción tres veces me giré a ver a Ikal actuando igual de indiferente que al principio, decidí hablar.

— ¿Esa m****a es un águila o un caballo?

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