Una luz...una luz era todo lo que me separaba del infinito vacío a mi alrededor, no podía ver qué es lo que era aquel objeto que iluminaba mi visión aún tenue, aunque podía decir que estaba lejos de mi ser, entonces apareció otra luz pero esta era más pequeña, luego vino otra, y otra, y otra más, ahora me encontraba mirando el cielo estrellado y reconocí el enorme faro que me había rescatado del abismo de la oscuridad.
Era la luna.
Me tomé un momento para respirar y observar a mi alrededor, había un solo sendero, el resto era un mar de árboles, árboles tan altos y tan gruesos que podía imaginarme caminando por sus ramas con tanta facilidad como lo hacía en la tierra bajo mis pies.
Busque más detalles en mi entorno, veía madera, algunas cuerdas y varas de metal, probablemente eran los restos de alguna pequeña construcción destruida pero lo que haya sido estaba más allá de mi.
Tome una vara de metal,no tan pesada para poder defenderme por si algo o alguien me atacaba.
Quise regresar pero no sabía a dónde...de hecho no sabía nada.
Empecé a asustarme y comencé a buscar en mi ropa por si había alguna pista.
Botas de cuero, pantalón caqui, camisa de malla, brasier negro y abrigo de piel, todos sin nada útil solamente un espejo de mano el cual procedí a abrir...
—Rojo...—eso fue lo que mis ojos captaron al momento de ver el espejo.
Mis cejas, mis pestañas, mis labios, pero sobre todo mi cabello, era de color rojo, un rojo vibrante que contrastaba con los ojos verdes y la piel blanca cubierta por las pecas en mi cara.
Cerré el pequeño espejo y me dispuse a seguir el camino "¿tiene que llevarme a algún lugar, no?"
Pues resulta que no.
Seguí el sendero todo lo que pude hasta que me dolieron los pies, estaba frustrada y con ganas de golpear algo "esto era más fácil en mi cabeza" pensé con un suspiro, y es que simplemente sonaba tan fácil "sigue el camino, encuentra cualquier tonto pueblo y bueno...haz cualquier cosa que te ayude a recordar"
—Odio este estúpido bosque y su estúpida inmensidad.
Mientras renegaba sobre la total injusticia de este mundo contra mi hermoso ser, un fuerte aroma recorrió mis sentidos.
—Huele a carne...
Mis ojos se abrieron al comprender "¡Olía a carne, hay personas cerca!"
Comencé a caminar lo más rápido que pude hacia donde estaba el olor, tenía tantas ganas de correr hacia aquel lugar pero me contuve, ni loca correría a ciegas en un bosque oscuro, podría caerme, a lo lejos comencé a ver destellos de lo que podría ser una fogata.
Me quedé congelada.
Era alto, alrededor 1.90m, estaba casi completamente cubierto por ropa negra pero se notaba que era toda una potencia debajo de eso, cabello corto a los lados pero largo en la parte superior, lo tenía amarrado en una coleta baja con algunos mechones enmarcando su cara, pero lo más llamativo era su rostro o más bien la falta de este...
Donde debería haber visto ojos, nariz o boca, había una máscara que parecía de jade completamente lisa y por si no fuera suficiente para asustarme, en su espalda podía vislumbrar lo que parecía ser la culata de algún arma.
No podía ver sus ojos pero aún así podía sentir que me escudriñaban y yo me reducía bajo su mirada.
Después de algunos segundos y uno que otro pequeño infarto de mi parte aquel hombre simplemente dio media vuelta y camino de regreso a su campamento
Se detuvo después de unos cuantos pasos y movió la cabeza para que lo siguiera.
Caminamos en un incómodo silencio o al menos lo era para mí, si él se sintió igual pues entonces no lo demostró mucho.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó.
Su voz era un profundo barítono que no demostraba ninguna emoción en particular a excepción de un pequeño tono de curiosidad en su indiferencia.
Quise responder pero no pude, recién me di cuenta de que no sabía mi nombre.
Traté de recordar lo más que pude pero simplemente no había nada en mi cabeza y entonces simplemente salió de mis labios.
—Rojo...—respondí vacilante.
— ¿Rojo? —repitió dudoso y estoy segura de que si no hubiera estado usando esa extraña máscara hubiera podido ver la curvatura de su ceja al levantarse.
—Si—respondí con más confianza y un poco de molestia en mi voz.
—Está bien, entonces será Rojo.
Lo miré unos segundos esperando a escuchar su nombre pero no dijo nada.
"Bastardo espeluznante" esas fueron las palabras en mi cabeza antes de tomar valor y hablar.
—Generalmente, la gente se presenta después de que alguien le dice su nombre— le espeté, aunque si eso es lo que hacía la gente no tenía manera de saberlo.
Hubo más silencio antes de que "El tipo del bosque" (como había decidido apodar a la persona que tenía el honor de acompañarme), se dignó a responder.
—Llámame Ikal.
Con el final de esa oración fue que finalmente llegamos al campamento
Me tallé los ojos para comprobar que no estaba alucinando y después de repetir la misma acción tres veces me giré a ver a Ikal actuando igual de indiferente que al principio, decidí hablar.
— ¿Esa m****a es un águila o un caballo?
Me quedé parada viendo esa cosa y estoy muy segura que eso hizo exactamente lo mismo. —Su nombre es Pel—habló Ikal—es mi compañero de viajes. Había calor, mucho calor, mi respiración era forzada, sentía placer en el roce de nuestros cuerpos. —Te amo—eran las únicas palabras que mis oídos escuchaban. Sus rasgos eran borrosos, no podía discernir nada más que unos hermosos ojos azul zafiro en aquel rostro que me miraba. Todo era placer y nada más…hasta que desperté. Ya era de día, me tomé un tiempo para procesar mi regreso a la realidad, aquel sueño había sido raro, se sentía muy real, ¿Sería un recuerdo? No lo sé. Me levanté de la hamaca con pesadez antes de estirarme, Ikal no estaEspectro de jade
Por fin, después de tres días en el bosque sin más compañía que el bastardo, finalmente llegaríamos hoy a la ciudad, no más árboles gigantes ni dormir en hamacas, ni comer ardillas, eso se terminaba hoy. —Llegamos. — ¿Qué? —volteé a ver a todos lados, pero todo seguía siendo bosque—Creo que debí escuchar mal porque estoy casi segura de que dijiste que llegamos. Ikal me dirigió una mirada antes de responderme señalando hacia arriba. No estoy segura de que sonido hizo mi boca cuando cayó al suelo, pero si estoy segura de que no sonó tanto como el grito que
No lo entendía, ¿Cómo podía haber sido tan ciegamente leal?, ¿Cómo había sido tan devoto como para haber hecho algo tan estúpido? Su hogar…reducido a cenizas. Su familia…cadáveres esparcidos por el suelo. Su gente…ahora simples recuerdos en su mente. Todo por su tontería, por su fe ciega en aquellas personas, que le habían prometido aquellos conocimientos que su padre le había negado por no estar listo. Caminando entre aquel mar de muerte y desolación, pod
Estaba oscuro aquí, demasiado, era como ser tragado por un profundo abismo donde la luz no era bienvenida, el aire soplaba con fuerza a nuestro alrededor helando mis huesos mientras arrancaba polvo y hojas desde el suelo, la lluvia me empapaba de pies a cabeza mientras los rayos, que eran nuestra única iluminación, retumbaban fuertemente en mis oídos, curiosamente parecía que yo era el único afectado. La mujer de la cinta en la cabeza, el tipo enmascarado y Talía no parecían percatarse del clima a su alrededor. Pero bueno, me imagino que su calma viene de la experiencia, todos parecían experimentados, al menos para mí, alguien con apenas poco más de un año en el trabajo. Nos habíamos reunido en lo que parecían ser las ruinas de algún templo a las afuera
Talía y yo corrimos en la dirección que Máscara había señalado, estábamos yendo directamente hacia las explosiones que escuché mientras corríamos de la horda. No podía apreciar el paisaje más allá del negro de la noche, el gris de las nubes tormentosas y el color naranja rojizo de las llamas descontroladas que ardían con fervor detrás de mi. Frente a nosotros no había más que destellos de luz fugaz, seguidos de el retumbar de fuertes explosiones, lluvia incesante que empaña mi visión y cientos de lamentos que Iban y venían de todas direcciones, mientras que intentaba llegar a mi destino no pude evitar preguntarme a mí
Completa, así es como me sentía, como si por alguna razón las piezas hubieran encajado en su lugar. Llené mis pulmones con el aire puro que soplaba en el pequeño parque, mientras disfrutaba de la sensación satisfactoria que mi alma sentía con cada pequeño trazo de color que dejaba sobre el lienzo. Me concentré en la imagen en mi mente, un pasillo hecho con una hermosa piedra lisa y blanca, un gran jardín lleno de árboles y flores a la izquierda, con hermosos colores ya sea opacos o vibrantes en los pétalos de cada planta, un pequeño estanque con peces decoraban la derecha del camino como si necesitara llenar a todos los transeúntes con su frescura, un hombre joven parado ahí observando el paisaje, estático, traté de pensar en qué es lo que diría el homb
Hacía ya una semana desde que la tragedia chocó contra mi vida, el sol no alumbraba como antes, pero aún seguía brindando su luz, los pájaros seguían saliendo a cantar y las nubes seguían inmutables su trayectoria era como si al mundo simplemente no le interesara mi desgracia. No sentía nada, el hambre, el cansancio y la sed, habían sido reemplazados por la vacía y amarga culpa que se aferraba a mi alma, rodeándola y enrollándose para estrangularla como una versión bastante retorcida de una enredadera. Era otro día en el camino y el cielo se comenzó a nublar, las nubes oscuras que traían con ellas la lluvia lucían con orgullo sus relámpagos, dibujandolos en ellas como si fueran sus propio esqueleto brillantes y finalmente bañando al mundo con el diluvio