Me quedé parada viendo esa cosa y estoy muy segura que eso hizo exactamente lo mismo.
—Su nombre es Pel—habló Ikal—es mi compañero de viajes.
—Uh… puedo ver eso,pero mi pregunta iba más en la línea de “¿Qué animal es esa cosa?”
No podía verlo pero aún así sentía el peso de su mirada sobre mí preguntándome si acaso era estúpida. Era casi como si estuviera emanando esa aura que decía “¿Es en serio? ¿Escuchas lo que sale de tu boca? ” Y simplemente se limitó a observar antes de lanzarme una brocheta de carne.
— ¿Qué hacías sola en el bosque?
Era una pregunta que no me esperaba, y para ser honesta me sentí un poco tonta al no haber pensado en una historia antes, ¿Qué debería decir? “No tengo ni la más mínima idea de qué es lo que estaba haciendo en este bosque alejado de la mano de Dios y mucho menos de quién soy” sí, no suena para nada sospechoso o también podría decir que soy una princesa, ciertamente soy lo suficientemente hermosa como para ser una.
—Bueno, me dedico a viajar desde hace un tiempo, no conozco este lugar así que me perdí, unos tipos me asaltaron en el camino así que huí al bosque y ahora estoy perdida de nuevo solo que ahora en un bosque ¿Y tú?
—Hago trabajos de limpieza…
Increíble, de todas las personas con las que pude encontrarme en este bosque tuvo que ser con el misterioso que probablemente me mate mientras duermo.
— ¿Trabajos de limpieza?
— Si, trabajos de limpieza…
— ¿Alguna otra cosa? —pregunté con esperanzas de descubrir algo que me diga que no me cortaran la cabeza mientras duermo.
—Vendo pieles y carne de animales que cazó y artículos que encuentro mientras viajo.
—Ok… ¿A dónde te diriges?
Y otra vez el silencio juzgador, puede que no conozca a absolutamente nadie aparte de este tipo, pero aún así estoy muy segura de que su lenguaje mudo para hacer sentir estúpida a la gente, no es normal… ni posible.
—A ningún lado, solo viajo y hago mi trabajo.
Esta vez el silencio que hubo fue cómodo y me permitió pensar en mi situación, y lo que haría.
Estaba sola, en un lugar desconocido, sin dinero, comida o alguna manera de mantenerme a mí misma y para terminar no sé en qué cosas soy buena.
Bueno al menos hasta ahora Ikal no parecía ser tan malo, si le quitas lo sombrío y espeluznante es una compañía decente.
—Oye Ikal ¿A qué distancia está el pueblo más cercano? —pregunté con ganas de orientarme.
—Tres días desde aquí, siguiendo el camino tal vez cuatro, me dirigiré hacia él en cuanto salga el sol, si te levantas temprano puedes ir conmigo.
—Gracias, no te retrasare.
Pasaron alrededor de unos treinta minutos después de aquella pequeña conversación, en los que intenté quedarme dormida sin mucho éxito, no sé quién haya sido antes de hoy, pero estoy segura de que no estaba acostumbrada a dormir en la tierra desnuda.
Sentí un peso inesperado caer súbitamente en mis piernas, despertándome de un susto, levanté mi mirada para encontrar a Ikal enfrente mío.
—Amarra la hamaca a los troncos de esos árboles y descansa, no me gusta perder el tiempo así que no quiero que me retrases porque estás cansada.
Asentí un tanto fuera de mi por lo repentino que había sido y después de colgar la hamaca finalmente me quedé dormida.
Me desperté temprano a la mañana siguiente, pero no veía a Ikal por ninguna parte, sabía que no se había ido aún porque Pel seguía echado durmiendo, veinte minutos y dos ataques de pánico después descubrí que el bastardo estaba dormido debajo de un ala de Pel.
Nos llevó alrededor de media hora levantar el campamento y finalmente partimos.
Era cerca del mediodía durante la pausa para el almuerzo, cuando decidí hacer la pregunta que llevaba rondando por mi mente.
—Oye Ikal.
—Hum—esa era la segunda palabra favorita del bastardo justo por debajo de sus silencios que te hacían sentir idiota.
— ¿Tienes espacio para alguien más en tu pequeño grupo viajero o está limitado a ti y tu amigo emplumado?
Sentí una fuerte presión en mi pecho que me ahogaba, parecía que aquella perpetua oscuridad en las rendijas dónde deberían estar sus ojos se hacía cada vez más profunda, tanto que me abrumaba como si estuviera a punto de absorberme mientras me miraba, porque aunque no podía verlos podría jurar que sus ojos estaban fijos en mí y no importaba que no supiera casi nada del mundo o las personas que habitaban en él, yo estoy convencida de que eso no podía ser normal.
Finalmente aquella opresión se fue cuando regresó su mirada al pequeño diario de cuero que leía, finalmente podía volver a respirar.
— ¿Por qué preguntas?
—Pues ya ves que no tengo ningún lugar al que ir y no tengo dinero, tampoco conozco el lugar y pensé que quizá podía ser de ayuda en lo que haces, podría vender la carne y las otras cosas que consigues en el mercado mientras tú haces, no sé… ¿cosas?
El silencio regresó mientras parecía pensarlo, no podía ver la deliberación en su rostro, tampoco había ningún cambio físico en su ser, era ilegible, pero para mí la consideración parecía emanar de sus poros.
—De acuerdo, pero si vienes conmigo tendrás que aprender ciertas cosas.
Me lanzó un libro grande y grueso que sacó de algún lugar.
—Codex Inversa ¿Lenguaje arcano, alquímico y mágico? —leí el título en voz alta.
No podía verlo por la maldita máscara pero su cuerpo irradiaba la diversión que sentía al verme tan confundida.
Quizás no fue mi mejor idea.
Había calor, mucho calor, mi respiración era forzada, sentía placer en el roce de nuestros cuerpos. —Te amo—eran las únicas palabras que mis oídos escuchaban. Sus rasgos eran borrosos, no podía discernir nada más que unos hermosos ojos azul zafiro en aquel rostro que me miraba. Todo era placer y nada más…hasta que desperté. Ya era de día, me tomé un tiempo para procesar mi regreso a la realidad, aquel sueño había sido raro, se sentía muy real, ¿Sería un recuerdo? No lo sé. Me levanté de la hamaca con pesadez antes de estirarme, Ikal no esta
Por fin, después de tres días en el bosque sin más compañía que el bastardo, finalmente llegaríamos hoy a la ciudad, no más árboles gigantes ni dormir en hamacas, ni comer ardillas, eso se terminaba hoy. —Llegamos. — ¿Qué? —volteé a ver a todos lados, pero todo seguía siendo bosque—Creo que debí escuchar mal porque estoy casi segura de que dijiste que llegamos. Ikal me dirigió una mirada antes de responderme señalando hacia arriba. No estoy segura de que sonido hizo mi boca cuando cayó al suelo, pero si estoy segura de que no sonó tanto como el grito que
No lo entendía, ¿Cómo podía haber sido tan ciegamente leal?, ¿Cómo había sido tan devoto como para haber hecho algo tan estúpido? Su hogar…reducido a cenizas. Su familia…cadáveres esparcidos por el suelo. Su gente…ahora simples recuerdos en su mente. Todo por su tontería, por su fe ciega en aquellas personas, que le habían prometido aquellos conocimientos que su padre le había negado por no estar listo. Caminando entre aquel mar de muerte y desolación, pod
Estaba oscuro aquí, demasiado, era como ser tragado por un profundo abismo donde la luz no era bienvenida, el aire soplaba con fuerza a nuestro alrededor helando mis huesos mientras arrancaba polvo y hojas desde el suelo, la lluvia me empapaba de pies a cabeza mientras los rayos, que eran nuestra única iluminación, retumbaban fuertemente en mis oídos, curiosamente parecía que yo era el único afectado. La mujer de la cinta en la cabeza, el tipo enmascarado y Talía no parecían percatarse del clima a su alrededor. Pero bueno, me imagino que su calma viene de la experiencia, todos parecían experimentados, al menos para mí, alguien con apenas poco más de un año en el trabajo. Nos habíamos reunido en lo que parecían ser las ruinas de algún templo a las afuera
Talía y yo corrimos en la dirección que Máscara había señalado, estábamos yendo directamente hacia las explosiones que escuché mientras corríamos de la horda. No podía apreciar el paisaje más allá del negro de la noche, el gris de las nubes tormentosas y el color naranja rojizo de las llamas descontroladas que ardían con fervor detrás de mi. Frente a nosotros no había más que destellos de luz fugaz, seguidos de el retumbar de fuertes explosiones, lluvia incesante que empaña mi visión y cientos de lamentos que Iban y venían de todas direcciones, mientras que intentaba llegar a mi destino no pude evitar preguntarme a mí
Completa, así es como me sentía, como si por alguna razón las piezas hubieran encajado en su lugar. Llené mis pulmones con el aire puro que soplaba en el pequeño parque, mientras disfrutaba de la sensación satisfactoria que mi alma sentía con cada pequeño trazo de color que dejaba sobre el lienzo. Me concentré en la imagen en mi mente, un pasillo hecho con una hermosa piedra lisa y blanca, un gran jardín lleno de árboles y flores a la izquierda, con hermosos colores ya sea opacos o vibrantes en los pétalos de cada planta, un pequeño estanque con peces decoraban la derecha del camino como si necesitara llenar a todos los transeúntes con su frescura, un hombre joven parado ahí observando el paisaje, estático, traté de pensar en qué es lo que diría el homb
Hacía ya una semana desde que la tragedia chocó contra mi vida, el sol no alumbraba como antes, pero aún seguía brindando su luz, los pájaros seguían saliendo a cantar y las nubes seguían inmutables su trayectoria era como si al mundo simplemente no le interesara mi desgracia. No sentía nada, el hambre, el cansancio y la sed, habían sido reemplazados por la vacía y amarga culpa que se aferraba a mi alma, rodeándola y enrollándose para estrangularla como una versión bastante retorcida de una enredadera. Era otro día en el camino y el cielo se comenzó a nublar, las nubes oscuras que traían con ellas la lluvia lucían con orgullo sus relámpagos, dibujandolos en ellas como si fueran sus propio esqueleto brillantes y finalmente bañando al mundo con el diluvio
Relámpagos sonando por todos lados, eran como la risa cruel de un monstruo que se divertía con mi pánico al ver el paisaje frente a mi, cuerpos por todos lados, un mar de cadáveres infinitos a mi alrededor, los ojos muertos viendo para siempre el camino al más allá, las manos levantadas en un último y vano intento de un cuerpo desesperado por mantener su alma en él, las voces por siempre pérdidas en el viento de padres, madres, hijos y hermanos que maldecían al destino, mientras le rogaban a su dios aunque sea un sólo día más de vida, una última charla con el amor de su vida, un último beso de sus madres, un sólo segundo más de existir. Alcé mi vista al cielo negro por las nubes, dónde miles y miles de rayos serpenteaban, y chocaban entre ellos, era casi como si fueran gigantes dragones de luz que luchaban en el cielo sin cesar. El viento cantaba su ma