Por fin, después de tres días en el bosque sin más compañía que el bastardo, finalmente llegaríamos hoy a la ciudad, no más árboles gigantes ni dormir en hamacas, ni comer ardillas, eso se terminaba hoy.
—Llegamos.
— ¿Qué? —volteé a ver a todos lados, pero todo seguía siendo bosque—Creo que debí escuchar mal porque estoy casi segura de que dijiste que llegamos.
Ikal me dirigió una mirada antes de responderme señalando hacia arriba.
No estoy segura de que sonido hizo mi boca cuando cayó al suelo, pero si estoy segura de que no sonó tanto como el grito que dí por la mezcla de asombro e indignación.
Pareciera que alguien tomó una ciudad y simplemente la fusionó con los árboles.
Antes de que me diera cuenta Ikal me levanto como un costal de papas y me arrojo sobre el lomo de Pel.
— ¿Qué diablos crees que estás haciendo?
No hubo respuesta, pero lo que sí hubo fue un agarre de hierro, en el momento en el que me agarré de su espalda cuando Pel comenzó a volar.
Mis piernas estaban temblando cuando me bajé de Pel, solo quería hincarme y besar el piso, sentía la burla en su mirada «imbécil»
—Nunca hablaremos sobre esto ¿Entendido? —espeté mientras intentaba levantarme tras superar mi susto.
Una vez me recompuse le eché un vistazo a la ciudad, era sorprendente, los troncos parecían haber sido ahuecados, para ser utilizados como complejos de apartamentos o locales de venta, las ramas fueron utilizadas como calles o puentes que conectaban los distintos árboles, había plazas en ciertas secciones que habían sido taladas y teleféricos conectaban las zonas principales, y de repente sentí un golpe en mi nuca.
—¡Oye, me pegaste! —le grité.
—Si, ahora muévete tenemos que encontrar una posada?
— ¿Una posada?
—¿Es normal que siempre repitas lo que digo? Sí, una posada para que te bañes, estás sucia y hueles mal.
Gemí de indignación «¿el bastardo acababa de decir que olía mal?»
— ¡Acabamos de pasar tres días en el bosque, no es mi culpa oler mal!
— ¿Entonces por qué yo no huelo mal?
Tenía toda la intención de matar a este imbécil mientras duerme, no es mi culpa no tener su habilidad natural de lucir exactamente igual de intimidante todo el tiempo.
Después de que nos registramos en una posada y dejar a Pel en el establo surgió el siguiente problema.
Estábamos frente a la cama de la habitación cuando le pregunté.
— ¿Dónde está la mía?
— ¿Tú qué? —me preguntó.
— ¿Dónde está mi cama?
—Si quieres tu propia cama tendrás que pagarla tú, así que pregúntame eso después de vender las cosas que trajimos así que, ve a bañarte antes de que te lleve al mercado.
Sentí como mi cara se ponía roja por la rabia.
— ¿Cómo quieres que me bañé ahora, bastardo, ni siquiera tengo que ponerme?
Mi cara fue impactada por una masa negra enorme, me la quité de la cara y resultó ser una playera gigante.
— Si quieres puedes quedártela, te funciona de vestido.
Resignada y con la promesa de venganza arraigada en mi corazón procedí a bañarme.
Disfruté de la sensación del agua tibia recorriendo mi cuerpo durante un rato antes de salir de la regadera para secarme y vestirme.
Después de montarme en Pel, Ikal nos llevó al mercado, el característico olor a frutas, carne y especias se abrió paso rumbo a mi nariz, mientras que el bullicio de los comerciantes de distintos lugares invadía mis oídos.
Ikal extendió una manta en una parte del suelo desocupado y entonces de un pequeño cuadernillo convocó varias hieleras con carne junto con una báscula.
Cuando le pregunté cómo había hecho eso, el muy malnacido tuvo el descaro de contestarme “Magia” antes de lanzarme una tabla de precios y el libro que me dio.
— ¿Y qué harás mientras yo vendo?
—Estaré fuera por un par de días, Pel se quedará contigo, sigue estudiando, te evaluaré cuando regrese.
Un pequeño loro se poso en el hombro del idiota enmascarado mientras hablábamos, le susurro algo al oído y luego se fue.
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Mientras Rojo y yo hablábamos un loro se posó en mi hombro.
—Es hora—fue el mensaje que me transmitió de parte de su maestro, los otros me estaban esperando.
Tomé el teleférico de la ciudad y este me dejó en un árbol con escaleras que me llevarían al suelo.
Caminé siguiendo la dirección en la que iba el loro hasta que lo vi detenerse en las raíces de un árbol muerto.
Me arrodille frente a las raíces y mordí mi pulgar, manché la madera con mi sangre y unos segundos después el árbol seco comenzó a moverse como si de un animal se tratará, cada raíz se movilizó como si fuera un tentáculo dejando a la vista una trampilla.
Levanté la trampilla y bajé unas escaleras para ir a donde me esperaban.
Era una sala de reuniones de tamaño mediano, había una mesa en el centro con un mapa de la región descansando sobre ella, algunas cajas de munición en la esquina, una estantería con químicos, objetos y hierbas, además de un escritorio con un pequeño suministro de papel y tiza.
Había unas quince personas reunidas alrededor de la mesa central mientras discutían.
— ¿Por qué la organización nos llamó aquí, generalmente no usan grupos de cazadores tan grandes? —pregunté.
—Es una situación especial—me respondió una chica, tenía el cabello corto hasta los hombros, llevaba un listón de fina seda roja con varios grabados cubriendo sus ojos.
—Un pueblo cercano estaba teniendo desapariciones los últimos días, pero ayer toda la vida en ese lugar simplemente fue borrada del mapa—terminó un hombre a mi lado.
— ¿Hay alguna pista de que es lo que pasó?
—No-muertos—contestó la chica de hace un momento—no estoy segura de que tipo pero las aves que mandé a explorar decían que todo el lugar apestaba a magia y muerte.
—Sea lo que sea que haya pasado fue planeado, un pueblo no solo se transforma en una colmena de monstruos de la noche a la mañana.
— ¿Deberíamos evacuar la ciudad?—preguntó una voz masculina entre la multitud.
—No, la ciudad de las hadas es una fortaleza en las alturas, cortar los medios de entrada debería ser suficiente para evitar que cualquier infección de no-muertos se propague.
—Entonces nos dividiremos en cuatro grupos de cuatro y marcharemos en dirección al foco de infección dentro de dos horas, entraremos desde los puntos cardinales todos a la vez, preparen todo lo que puedan llevar—esas fueron las instrucciones dadas para el asalto.
La mujer con el listón en los ojos se me acercó para hablar.
—Tú irás conmigo y esos dos de ahí—anunció señalando a una pareja que hablaba en una esquina de la sala.
— ¿Cuáles son las probabilidades de salir con vida de esto? —pregunté.
—Si fuera una situación normal en la que la infección se propagó de manera natural yo diría que cincuenta porciento—me contestó—pero todo apunta a que hay fuerzas externas participando, no sabemos si hay taumaturgos (invocadores) no…me corrijo, no sabemos cuántos hay.
—No respondiste mi pregunta.
—Deberías prepararte, las probabilidades de éxito no se ven bien—dijo antes de irse.
Sin más que hacer saqué mi diario de mi abrigo y busqué entre los trazos dónde guardaba mi equipo, eran retratos perfectos de mi equipamiento rodeados por distintas runas, sin ningún detalle faltante en los trazos de los dibujos.
Mi rifle M1A, un cuchillo hecho de una cruz de plata fundida, cajas de munición, pechera, kit de primeros auxilios, granadas, bombas de humo, etc.
Me iba a asegurar de salir vivo de este lugar, después de todo tenía una promesa que cumplir…una venganza que completar.
No lo entendía, ¿Cómo podía haber sido tan ciegamente leal?, ¿Cómo había sido tan devoto como para haber hecho algo tan estúpido? Su hogar…reducido a cenizas. Su familia…cadáveres esparcidos por el suelo. Su gente…ahora simples recuerdos en su mente. Todo por su tontería, por su fe ciega en aquellas personas, que le habían prometido aquellos conocimientos que su padre le había negado por no estar listo. Caminando entre aquel mar de muerte y desolación, pod
Estaba oscuro aquí, demasiado, era como ser tragado por un profundo abismo donde la luz no era bienvenida, el aire soplaba con fuerza a nuestro alrededor helando mis huesos mientras arrancaba polvo y hojas desde el suelo, la lluvia me empapaba de pies a cabeza mientras los rayos, que eran nuestra única iluminación, retumbaban fuertemente en mis oídos, curiosamente parecía que yo era el único afectado. La mujer de la cinta en la cabeza, el tipo enmascarado y Talía no parecían percatarse del clima a su alrededor. Pero bueno, me imagino que su calma viene de la experiencia, todos parecían experimentados, al menos para mí, alguien con apenas poco más de un año en el trabajo. Nos habíamos reunido en lo que parecían ser las ruinas de algún templo a las afuera
Talía y yo corrimos en la dirección que Máscara había señalado, estábamos yendo directamente hacia las explosiones que escuché mientras corríamos de la horda. No podía apreciar el paisaje más allá del negro de la noche, el gris de las nubes tormentosas y el color naranja rojizo de las llamas descontroladas que ardían con fervor detrás de mi. Frente a nosotros no había más que destellos de luz fugaz, seguidos de el retumbar de fuertes explosiones, lluvia incesante que empaña mi visión y cientos de lamentos que Iban y venían de todas direcciones, mientras que intentaba llegar a mi destino no pude evitar preguntarme a mí
Completa, así es como me sentía, como si por alguna razón las piezas hubieran encajado en su lugar. Llené mis pulmones con el aire puro que soplaba en el pequeño parque, mientras disfrutaba de la sensación satisfactoria que mi alma sentía con cada pequeño trazo de color que dejaba sobre el lienzo. Me concentré en la imagen en mi mente, un pasillo hecho con una hermosa piedra lisa y blanca, un gran jardín lleno de árboles y flores a la izquierda, con hermosos colores ya sea opacos o vibrantes en los pétalos de cada planta, un pequeño estanque con peces decoraban la derecha del camino como si necesitara llenar a todos los transeúntes con su frescura, un hombre joven parado ahí observando el paisaje, estático, traté de pensar en qué es lo que diría el homb
Hacía ya una semana desde que la tragedia chocó contra mi vida, el sol no alumbraba como antes, pero aún seguía brindando su luz, los pájaros seguían saliendo a cantar y las nubes seguían inmutables su trayectoria era como si al mundo simplemente no le interesara mi desgracia. No sentía nada, el hambre, el cansancio y la sed, habían sido reemplazados por la vacía y amarga culpa que se aferraba a mi alma, rodeándola y enrollándose para estrangularla como una versión bastante retorcida de una enredadera. Era otro día en el camino y el cielo se comenzó a nublar, las nubes oscuras que traían con ellas la lluvia lucían con orgullo sus relámpagos, dibujandolos en ellas como si fueran sus propio esqueleto brillantes y finalmente bañando al mundo con el diluvio
Relámpagos sonando por todos lados, eran como la risa cruel de un monstruo que se divertía con mi pánico al ver el paisaje frente a mi, cuerpos por todos lados, un mar de cadáveres infinitos a mi alrededor, los ojos muertos viendo para siempre el camino al más allá, las manos levantadas en un último y vano intento de un cuerpo desesperado por mantener su alma en él, las voces por siempre pérdidas en el viento de padres, madres, hijos y hermanos que maldecían al destino, mientras le rogaban a su dios aunque sea un sólo día más de vida, una última charla con el amor de su vida, un último beso de sus madres, un sólo segundo más de existir. Alcé mi vista al cielo negro por las nubes, dónde miles y miles de rayos serpenteaban, y chocaban entre ellos, era casi como si fueran gigantes dragones de luz que luchaban en el cielo sin cesar. El viento cantaba su ma
Había un vacío en mi estómago, el nerviosismo en mi ser comenzaba a hacerme sentir indeciso, era una sensación de ingravidez que me hacía sentir como si estuviera caminando entre las nubes, los haces de luz dorada y brillante enteraban por la ventana bañando las paredes del pasillo que llevaba hacia el quirófano. Me detuve un momento frente a la puerta, vacilante, aspiré un poco del aire helado y crucé al otro lado, fuí recibido por la vista de una habitación blanca como el hueso, el olor a desinfectante y alcohol se hizo notar de inmediato en el lugar, empapaba todo, estaba impregnado en cada herramienta y aparato que decoraba la habitación, estaba en el piso y en las paredes, seguramente dentro de poco estaría incluso dentro de mi. — ¿Por qué yo?
El viento, aire helado del cielo inundaba mis pulmones, la fricción del viento contra mi cara, húmeda y fría, en lugar de caliente y dolorosa era un cambio de ritmo refrescante comparado con la constante caminata en la carretera. Cuando el pequeño loro se posó en mi hombro y pronunció la palabra "Basilisco" mi cerebro pensó de inmediato en una sola cosa «amenaza cognitiva» lo vieras por donde lo vieras un basilisco tenía marcada la palabra amenaza por todas partes, una serpiente con dientes del tamaño de personas, escamas tan densas y gruesas que no podían ser atravesadas por nada por debajo del calibre cincuenta, veneno tan potente que corroe cuál ácido, tan grande que podía enrollar un árbol completo del bosque de las hadas y romperlo bajo su aplastante presión pero por sobre todo lo demás había algo, una cosa que hacía a un basilisco tan letal, los